El gobernador Enrique Alfaro está muy ocupado y preocupado: ¿ganarán los 49ers de San Francisco la edición 58 del Super Bowl? ¿La llegada del “Chícharo” traerá cosas fregonas para las Chivas? En redes sociales se le ve cortando listones, pero desapareció de la agenda pública. Salvo por alguna portada pagada en algún periódico, el gobernador ha sido noticia sólo por temas frívolos. Es cierto que la figura de los gobernadores se desvanece en el último año de Gobierno; en el caso de Alfaro parece más la consecuencia de una auto marginación de la vida política tras el choque con Dante Delgado por el derrotero de MC.
La confrontación entre el gobernador de Jalisco y el líder (dueño) de Movimiento Ciudadano se está reflejando en las campañas naranjas en Jalisco. Los candidatos de Dante -Pablo Lemus y Juan José Frangie- traen una línea discursiva, y los de Alfaro -Verónica Delgadillo, en Guadalajara, Quirino Velázquez, en Tlajomulco y Alberto Esquer, candidato al Senado- otra completamente diferente. La comunicación la operan empresas distintas, las campañas marchan por derroteros lejanos y por momentos opuestos. La que debería ser la campaña paraguas, la del candidato a la Presidencia, tampoco funciona. Jorge Álvarez Máynez se ha limitado a ponerse tenis naranjas y a hablar bien de Nuevo León, lo cual no ayuda mucho en Jalisco.
La elección para la gubernatura está mucho más cerrada de lo que se pensaba apenas en noviembre pasado. La marca Morena pesa y suma, mientras que los conflictos internos de MC restan a todos sus candidatos. En una elección cerrada como la que se perfila, la contienda podría definirse en el municipio de Guadalajara. La paradoja es que, siendo tan importante la capital para el resultado final, la campaña de Pablo Lemus no tiene comunicación con la de Verónica Delgadillo. Para suerte suya, la candidata de Morena, Claudia Delgadillo, tampoco tiene ni voz ni voto en la selección del candidato o candidata de su partido en Guadalajara y lo que hoy parece una ventaja para Morena en las encuestas podría derrumbarse si se equivocan en la nominación.
Los brazos caídos de Enrique Alfaro ante la elección federal y el desinterés creciente frente a los problemas del Estado pueden ser contagiosos. Lemus dedicó los últimos meses a tejer acuerdos con los liderazgos naranjas en los municipios fuera de la ciudad, a que lo vieran como su candidato. Si lo hizo bien o no lo veremos en la campaña. El problema mayor lo tendrá en la zona metropolitana donde el alfarismo, sin anclas y sin futuro, podría, a imagen y semejanza de su jefe, dedicarse a otros deportes.
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