Los filmes a concurso de la segunda jornada del 74º Festival Internacional de Cine de Berlín confirman aquel dicho de que lo pequeño y humilde puede superar a lo grande y ambicioso. Y en efecto, si el mexicano Alonso Ruizpalacios, con La cocina, logra su intento de representar la complejidad del mundo a través de una ajetreada cocina de restaurante multiétnica, y el norteamericano Aaron Schimberg rejuvenece la fábula de la bella y la bestia combinándola con una historia de inseguridad congénita, es finalmente la sorpresa del día el iraní Keyke mahboobe man (Mi pastel preferido), del dúo Maryam Moghaddam-Behtash Sanaeeha, con su entrañable historia de una septuagenaria dispuesta a afrontar un régimen teocrático y represor con tal de huir de su soledad.
Noventa y siete minutos le bastan a Maryam y Behtash, mujer y marido en la vida real, para contar la historia de Mahin, que tras 30 años de viudez y 20 de vivir sola tras el exilio de sus dos hijos, decide romper con todos los tabúes de una sociedad represiva y llevarse a su casa a un coetáneo taxista tan solitario como ella.
Mostrar en acción a la policía guardiana de la moralidad pública que se lleva presa a toda mujer que no tenga puesto el hiyab correctamente, como pasó hacer un par de años con Mahsa Amini, muerta en una comisaría y que provocó una serie de manifestaciones de protesta que continúan hoy en día, o a mujeres que bailan y beben alcohol o no usan el velo islámico en sus casas, es el desafío que la pareja cineasta ha afrontado en el filme, sabiendo bien sus consecuencias.
Las principales, que el filme sea prohibido en Irán, como lo es el anterior del dúo, La balada de la vaca blanca, presentado aquí mismo en Berlín en 2020, y que el negativo tenga que ser preservado fuera de Irán, con postproducción en los tres países cofinanciadores Francia, Suecia y Alemania.
Bajo la aparente simplicidad de la historia, Moghaddam y Sanaeeha usan cada minuto de película para denunciar la situación social de su país, atrapado en una red asfixiante de prohibiciones y protocolos, describiendo al mismo tiempo las triquiñuelas de los habitantes para llevar una vida lo más normal posible, al margen y en contraste a las ordenanzas de las autoridades religiosas.
El filme será un descubrimiento para el público foráneo por la cantidad de detalles de la vida privada en Irán, descriptas por dos veteranos actores maravillosos, Lili Farhadpour, ya vista y admirada en La velada de la vaca blanca, y Esmaeel Mehrabi, que le aseguran desde ya un lugar importante en los premios finales.
Rooney Mara
Hace diez años, el mexicano Alonso Ruizpalacios se fue de Berlín con el premio a la mejor opera prima para su Güeros y ahora con otros dos largometrajes y participación en varias series importantes como Star Wars y Narcos en su haber, presenta su obra más ambiciosa, tanto a nivel productivo, una coproducción azteca-norteamericana hablada en inglés, español y una infinidad de dialectos y acentos, como de realización, con una treintena de personajes importantes, capaces de salirse de un coro multiétnico para adquirir personalidad social y psicológica propias.
Raúl Briones y Rooney Mara encabezan un reparto que alcanza su máxima expresión en un plano secuencia de 14 minutos (que son los más extraordinarios de una duración total, tal vez exagerada, de 139) donde todo el personal se luce preparando y repartiendo platos en la fiel descripción de una cocina a su máximo nivel de productividad.
Aaron Schimberg es un guionista y realizador neoyorquino (cuya edad ocultan los archivos) a su tercer largometraje con este A Different Man que cuenta la historia de un joven, que atribuye a la neurofibromatosis que padece y le desfigura la cara, la falta de futuro en su vida, solo para descubrir, luego de una cura milagrosa que le restituye la apostura, que era la inseguridad la causante de sus males.
Encarnado por Sebastian Stan, secundado por la bellísima noruega Renate Reinsve (descubierta en 2021 por su papel en La peor persona del mundo, aquí en su prometedor debut en el cine norteamericano), y el inglés Adam Pearson (él mismo enfermo de neurofibromatosis), el filme navega entre la sátira, la fábula y el examen sociopsicológico, sin atinar a encontrar una unidad narrativa convincente.
