Así se vivió el XXVII Seminario Internacional de Karate Shotokan en Mérida – El Diario de Yucatán

MÉRIDA.- Nunca serán suficientes los años que uno pueda dedicarle al entrenamiento del karate shotokan, por muchos grados que uno pueda ir superando.

Eso quedó de manifiesto este domingo, al ser entregados los resultados de los exámenes de grado presentados un día antes, en la jornada de clausura del XXVII Seminario Internacional de Karate Shotokan, en el Dojo Central del Sureste, en Montecristo.

De casi 30 karatecas que sustentaron para ascender de dan, solamente dos recibieron la indicación de que tendrán que trabajar un tiempo más para volver a presentar. El mensaje hecho por el shihan Hiroyoshi Okazaki, jefe de instructores de la Federación Internacional de Karate Shotokan, fue claro: “Los que aprobaron tienen que seguir trabajando también, porque en el arte marcial siempre se tiene que ir tratando de mejorar”.

Alcanza el séptimo dan

Así lo asumió también, entre emociones, el sensei Manuel Carrillo Sáenz, quien aprobó el examen de mayor grado de todos los presentados, al alcanzar el séptimo dan en su segunda oportunidad.

“Mi primera cinta negra fue en 1981. Tengo más de 40 años practicando karate, y no creo que vaya a dejar de aprender nunca. Es un orgullo haber alcanzado el séptimo, que haya sido aquí en Mérida, en nuestro dojo, y todo lo que sigue es pensar en que mañana mismo debemos volver al trabajo”.

El shihan Okazaki impartió varias clases magistrales durante un fin de semana intenso en el Seminario, que es uno de los eventos referentes de este milenario arte marcial. La que cerró hoy el Seminario, con tatami lleno de cintas negras, de varias edades, fue una de las más intensas que se hayan brindado.

El entrenador internacional mostró una y otra vez, con facilidad que impresiona, la forma en que puede usarse el karate como defensa personal. Sus movimientos para enseñar sorprendían de tanta rapidez, como zumbido de una abeja. De diminuta figura, no pasaba problemas para derribar a quienes servían de sinodales, dando explicaciones una y otra vez sobre los movimientos precisos de pies y manos, con traducción de Alejandro Mier y Terán Fortuny, que junto con otros cuatro compañeros aprobó para quinto dan.

“Ha sido una clase demandante en concentración, de esas que motivan a seguir practicando karate y enseñándolo”, dijo Francisco Palma Pavón, veterano maestro del Dojo y quien fue promovido a sexto dan.

Para alcanzar ese grado se requieren años y años de trabajo y vivencias, como detalla el doctor Primo Reyes Campos, quien igual ascendió a sexto. De manera coloquial, el galeno externó que “esperemos que, dentro de siete años, podamos volver a presentar para otro grado más. Quizá de piel más blanca, más canas, o menos pelo, pero con la misma seguridad en la mente, que es lo que cuenta”.

Y es que, en realidad, el trabajo mental, con concentración, es lo que da valor a la filosofía del karate. Lo comenta Pablo Molina Zaldívar, quien volvió al shotokan tras décadas de haber olvidado los grados, presentó y aprobó para segundo dan.

“Esto es de toda la vida. A veces dejamos de entrenar buscando grados, pero seguimos trabajando, desarrollando la mente”, destacó.

Y en la clausura, se hizo referencia mucho de eso: el pensamiento siempre será básico y si el trabajo mental es adecuado, se pueden lograr muchas cosas.

Una fuerte ovación para el shihan visitante, primero, y otra para los participantes en la clase final, más otra para los que presentaron, hayan aprobado o no, marcaron el final del XXVII Seminario Internacional, que atrajo a karatecas de otros estados del país, incluso de Belice.

“Ha crecido nuestro Seminario Internacional, es un referente del karate mexicano, y eso no es otra cosa que un motivante para ir adelante siempre”, señaló el sensei Pedro Torre López, séptimo dan y director general del Dojo Central.

El reto será grande para el futuro inmediato, pensando siempre que lo mejor está por venir.

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