Boxeo

Entrenamiento auditivo / columna de Óscar Acevedo – El Tiempo


En muchas ocasiones he escuchado argumentos un tantico rebuscados para evitar asistir a conciertos de música clásica: “es muy aburrida” o “parece un funeral” son algunas de las excusas que se repiten para justificar el desinterés por esta manifestación artística. En la gran mayoría de estas opiniones hay algo en común, vienen de personas que se declaran desinformadas o que no han aprendido a escuchar la enorme diversidad de sentimientos humanos que se expresan a través de la música.

En el fondo, esta frase de cajón es una honesta declaración de ignorancia que no hay que tomar a mal porque admite la falta de entrenamiento para disfrutar la complejidad de un lenguaje tan abstracto como la música. Para entenderlo se requieren curiosidad, paciencia y una enorme motivación que nos permita disfrutar los muchos significados de un ritmo o una expresión cantada.

En mi caso, ese entrenamiento auditivo se consolidó gracias a cinco años de obstinada permanencia en un coro del área metropolitana de Boston llamado el Back Bay Chorale. Bajo la férrea dirección de Larry Hill logramos pasar de ser una agrupación de amateurs a un coro semiprofesional con cuatro conciertos anuales que incluyeron grabaciones y estrenos de obras por encargo. Una de las enseñanzas más contundentes de este conductor vocal me quedó sonando por su manera coloquial de referirse a cada segmento de las obras como un “tema” o canción, aludiendo al argot popular tan escaso en las esferas académicas.

Pues bien, las grandes obras corales y orquestales están construidas sobre la base de pequeños temas o canciones que, gracias a las destreza del orquestador, adquieren proporciones monumentales. Por lo general, estos contagiosos hits no pasan de unos cuatro o cinco minutos de duración cada uno, lo mismo que dura un éxito bailable hoy en día. El recitativo, el aria, el interludio, la obertura y cada sección de una pieza sinfónica son pequeños peldaños que se van sumando hasta completar una obra maestra. Algo parecido ocurre en los conciertos populares cuando el grupo ejecuta un bien construido set list de doce o catorce canciones que constituyen una grata experiencia para el oyente.

En el otro extremo de los gustos musicales también hay expresiones como “no me aguanto más de tres vallenatos seguidos” o “no soporto ni diez segundos de reguetón” que acusan intolerancia a los estilos de otra generación o de otra cultura distinta a la propia. Es comprensible que un oyente tenga un rango de tolerancia limitado a sus preferencias, pero hay que explicarle que se priva de enriquecer su léxico con una buena dosis de sonidos exóticos que son válidos para otras gentes. Ese ejercicio de entrenamiento auditivo le dará antídotos para aceptar otros gustos sin sufrir tantos disgustos.

ÓSCAR ACEVEDO

Músico y crítico musical

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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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