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La victoria más inesperada de Marcelinho – AS.com – AS


Hay cosas raras en el deporte, pero la victoria de los Lakers ante los Warriors el 6 de marzo de 2016 se lleva la palma. Entre otras cosas, porque enfrentó a un equipo histórico, el del 73-9, contra uno paupérrimo, el del último año en activo de una leyenda como Kobe Bryant. También al primero de la Conferencia Oeste contra el último. Y al mejor balance de la NBA contra el segundo peor, que llegó apenas a los 17 triunfos, siete más que los Sixers del Proceso, que tuvieron el dudoso honor de ser durante varias temporadas la franquicia más mala de la competición norteamericana. Por eso, entre otras cosas, ese partido es tan olvidado. La entidad de Golden State sólo perdió 9 veces ese curso, cuatro de ellas contra equipos por debajo del 50% (los otros fueron Bucks, Wolves y Nuggets). Pero en ningún caso la diferencia era tan grande y el resultado final estaba tan asumido.

En esos Lakers estaba Marcelinho Huertas. Uno de esos jugadores eternos que se fue a la NBA ya como veterano, con 32 años y tras pasar sus últimas cuatro temporadas en el Barça. Probó suerte porque le apetecía, sin haber pasado por el draft y nada que perder. Y llegó a un acuerdo con un equipo que era protagonista porque siempre lo es aunque pierda, y porque en el inicio de esa temporada Kobe Bryant anunció su retirada, iniciando así una gira de despedida enorme que permitió a la mejor Liga del mundo presumir de una de sus grandes leyendas, de esas que pasan muy pocas veces. Los aplausos, los homenajes y las ovaciones se sucedieron en todo campo rival, mientras que se contaban los días para que la Mamba Negra pusiera punto y final. Ese día, jugaba su partido número 51 de una campaña en la que llegaría a los 66, siempre con cuidados en su cuerpo para que pudiera despedirse en casa el 13 de abril, el día del cierre de la regular season. Ya saben, el adiós de los 60 puntos.

Pero esa es otra historia. Los Lakers llegaban a ese partido con la temporada perdida y centrados en brindarle a Kobe la mejor despedida posible. Y con dos derrotas consecutivas y 10 en los últimos 11 encuentros, una racha muy típica por aquel entonces para ellos. Todo lo contrario que los Warriors, que lo hacían con siete victorias seguidas y 18 de las últimas 19. Y que ya estaban, claro, buscando superar a los Bulls de la 1995-96, los de las 72 victorias, que era el tope histórico hasta que emergió el equipo de La Bahía. Stephen Curry ganó su segundo MVP y conquistó el título de Máximo Anotador, además de ser líder en robos y estuvo en el Mejor Quinteto de la temporada. Steve Kerr se hizo con el premio a Entrenador del Año. Draymond Green se consolidó como un defensor brutal, se fue al Segundo Mejor Quinteto y al Mejor Quinteto Defensivo. Y Klay Thompson llegó al Tercer Mejor Quinteto.

Por si fuera poco, los Warriors (que acabaron perdiendo las Finales ante los Cavaliers de LeBron James en una de las mejores series de playoffs de la historia) lideraron la competición en puntos por partido, asistencias, porcentaje de tiros de campo, porcentaje de triples y eficiencia, una estadística con la que Curry se hizo a título individual, además de ser el mejor en porcentaje de tiros libres. Y enfrente estaban los Lakers, el peor ataque de la NBA y la cuarta peor defensa. La diferencia de puntos por noche entre ambos equipos era de casi 18 dígitos. Y de victorias a final de temporada, de 56. Algo que pronosticaba una sonora paliza contra unos Lakers a los que les dio igual acumular derrotas por doquier y que sólo estaban centrados en la despedida de su mesías, un Kobe que defendió la camiseta durante 20 temporadas. Cuando se acabara su carrera, ya se pensaría en el futuro. No importaba nada más.

Una victoria extrañísima

Pues bien, ganaron los Lakers. Algo inusitado en la que fue su 10ª victoria del curso baloncestístico. Y la sexta derrota de los Warriors, que sólo perderían tres veces más. Y fue toda una exhibición de un equipo muy poco acostumbrada a ellas: 112-95, con 38 puntos anotados en el segundo cuarto y un inopinado mantenimiento de la ventaja, que desde el segundo cuarto fue angelina. Jordan Clarkson anotó 25 puntos, D’Angelo Russell 21, Julius Randle 12 (con 14 rebotes y 4 asistencias), y Kobe 12 en 14 lanzamientos, en uno de esos partidos tan típicos en la recta final de su carrera, llena de problemas físicos y con mucho abuso del triple (0 de 5 en este duelo) al no ser capaz de penetrar y hacerse daño en el choque con los defensores. Los 20 años en la NBA se notaban y el escolta tuvo luego su despedida soñada ante los Jazz. En un partido que tuvo lugar el mismo en el que los Warriors llegaron a las 73 victorias. Un día histórico para la NBA, eso seguro.

Pero la cosa no se quedó ahí. El banquillo de los Lakers también aportó: Brandon Bass anotó 13 tantos, los mismos que Nick Young. Y Marcelinho Huertas hizo uno de sus mejores partidos de la temporada: 10 puntos, 2 rebotes, 9 asistencias, 1 robo y 1 tapón. Todo ello con un 4 de 6 en tiros de campo, fallando el único triple que intentó y con 2 de 2 en tiros libres. Y un +15 con él en pista. Algo que habla muy bien de un jugador que a pesar de promediar sólo 4,5 puntos por noche en su primera temporada y ver su protagonismo reducido en la segunda y última que pasó en la NBA, pero que dejó destellos de su calidad antes de volver al Viejo Continente. Primero al Baskonia, donde ya era conocido. Y luego al Tenerife, donde está desde 2019 y se sigue mostrando competitivo a pesar de sus 40 años, que serán 41 el próximo 25 de mayo. Una longevidad extraordinaria para un jugador que puede presumir de haber sido testigo directo de la retirada de Kobe Bryant. Y de ganar a los Warriors del 73-9. Casi nada.



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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