Tennis

Pilotos, tenistas y moteras de hace un siglo: cuando la igualdad era para unas pocas – El Correo


J. M. Navarro, O. Jiménez, S. Echeazarra, E. Jiménez, J. Barbó, R. Cancho

Viernes, 8 de marzo 2024, 00:31

Mirando viejas fotos de un libro dedicado a mujeres del pasado siglo, muchas de ellas en plena dictadura, vemos varias ‘afortunadas’, con un trabajo remunerado en lugares habituales para su género: escuelas, fábricas… Quién sabe cuánto les duró, ¿hasta que tuvieron hijos? Hay incluso condenadas a muerte con la cabeza afeitada, sin derecho a cuenta en el banco pero aptas para la pena capital. Y las que aprendieron a ser buenas esposas gracias a la machista Sección Femenina. Descubrimos una aviadora, una conductora de tren, tenistas, estudiantes de Medicina… Las menos. Hoy es fácil encontrarlas, están aquí para jugar al antes y el después, hablando de avances, de sus vidas tan distintas a las de esas imágenes en sepia viradas al morado por el Día de la Mujer. La mayoría quedó en puertas del salto en igualdad por haber nacido un par de décadas antes. Pero… ¿Qué realidad desnudarán las fotos dentro de 20 años? (Instantáneas de ‘Un largo camino hacia la igualdad: las mujeres en Euskadi en el siglo XX’, editado por Mario Onaindia Fundazioa y Ayuntamiento de Donostia).

«Creí en mi capacidad y no me puse límites»

Idoia Temprano Directora de Ingerniería de Tubos Reunidos

«Creí en mi capacidad y no me puse límites»


Obrera de la fábrica de cartuchos Orbea de Vitoria, en 1964.


Blanca castillo

Imagen - Obrera de la fábrica de cartuchos Orbea de Vitoria, en 1964.

No son cartuchos como los que las operarias vitorianas fabricaban en cartuchos Orbea, pero Idoia Temprano sabe mucho de industria. De tubos de acero, en concreto, que es lo que fabrica Tubos Reunidos en Amurrio. En la histórica firma, Temprano lleva ni más ni menos que 33 años. Los últimos seis como directora de Ingeniería de Proceso y Producto en la planta de Amurrio.

Una publicación de la empresa en LinkedIn da buena cuenta de su carrera profesional. Su foto ilustra precisamente un breve texto del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. El CEO de la empresa, Carlos López de las Heras, comenta: «Es una de las personas más profesionales, dedicadas y generosas que jamás he conocido».

Desde 1991 hasta hoy, esta ingeniera industrial ha sido testigo de un cambio de mentalidad. «Se ha ido avanzando, pero todavía queda recorrido. La sensibilización sobre la importancia de la diversidad y el reconocimiento del talento femenino son muy importantes para crear un ambiente inclusivo y equitativo», señala en conversación con este periódico.

¿Quedan techos de cristal en la industria? «Se van superando, pero debemos ser conscientes de ellos para superarlos», afirma. Pese a ello, sigue habiendo una brecha de género que también es salarial: los hombres cobran, de media, un 16,7% más que las mujeres. En las nóminas, Temprano cree que «todavía queda recorrido, sobre todo en los puestos de responsabilidad. A veces, la desigualdad no viene por el salario, sino por la categoría inferior a iguales funciones».

Cuando se le pregunta por el legado de mujeres como la obrera gasteiztarra, la empleada de la tubera de Amurrio habla más de futuro que de pasado. «Hace 33 años me tocó romper esa mentalidad. Creía en mis capacidades, no me puse límites, ni personales ni externos, y acabé consiguiéndolo. Con mis experiencias, animo a las chicas a que elijan carreras científicas y tecnológicas, que es todo un mundo de posibilidades. A las que se van a incorporar al mundo laboral les digo que no les retraiga el ámbito industrial, porque van a tener un gran desarrollo personal».

Sobre la herencia que deberían dejar a las mujeres que les sucederán en la industria, la primera idea que sale de la boca de Temprano es clara: «Que persigan sus pasiones sin límites». A partir de ahí, entran en juego las políticas de género: «Hay que formentar la inclusión mediante programas de ayuda, políticas de igualdad de género y promoción de roles».

«Quiero ser tenista profesional»

Mercedes Gómez-Iglesias Tenista

«Quiero ser tenista profesional»


Una mujer juega al tenis en el Vitoria Club en 1913. La fotografía, de T. Alfaro, procede de los fondos del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.


IGOR MARTÍN

Imagen - Una mujer juega al tenis en el Vitoria Club en 1913. La fotografía, de T. Alfaro, procede de los fondos del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.

Remontarse al origen del tenis en España obliga a mencionar a la precursora y mujer renacentista Lílí Álvarez, la primera española en acudir a unos Juegos Olímpicos en París en 1924. Tres finales consecutivas en Wimbledon y el título de dobles en Roland Garros en 1929 la colocarían en una proyección internacional sin precedentes. Fueron los primeros pasos, siempre con esfuerzo añadido, por hacer visible a la mujer en un deporte como el tenis en el que los hombres se paseaban por las pistas de todo el mundo con supremacía hasta que la americana Billie Jean King luchó por la igualdad salarial e impulsó la asociación de tenis femenino (WTA). Ese camino recorrido ha tenido un impulso sobresaliente en el tenis, donde la equiparacion de premios en los torneos es un hecho. Con un terreno propicio para poder soñar, las niñas se suman a la práctica del deporte de la raqueta que, en Álava, ha experimentado un crecimiento positivo. Actualmente, de las 436 licencias, 68 corresponden a mujeres y otras 68 son niñas vinculadas a diferenres escuelas en Álava.

En La Peña Vitoriana Tenis Club, se forjan campeonas de futuro. Mercedes Gómez-Iglesias ejemplifica el ímpetu por una disciplina cuya reseña inicial en el territorio alavés nos lleva a un nombre propio, Isa del Campo, jugadora y pionera de la primera escuela de tenis en Álava. Generaciones posteriores han tomado el testigo y trabajan duro por conquistar sus sueños. «Quiero ser tenista profesional y, después cuando me retire, farmacéutica», apunta con inocencia la campeona de Álava sub 10 en 2023. Con solo 11 años, Mercedes Gómez-Iglesias perfecciona su revés a dos manos, «mi mejor golpe, aunque es difícil y tengo que mejorarlo», en tres sesiones semanales bajo la supervision de su entrenador, Iñigo Madariaga. «Lo mejor de Mercedes es el entusiasmo y la ganas que le pone. Además, no le asusta competir», explica.

Su primer trofeo provincial tiene un espacio privilegiado en el salón de su casa. Ése le ha dado impulso para lo demás. «Me he dado cuenta de que puedo ganar partidos y de que sigo mejorando. Lo primero es divertirme cada día». En los tiempos de esplendor, Serena Willians fue su referente. Ahora, se decanta por Carlos Alcaraz. «Me gusta mucho y veo casi todos sus partidos», explica sin soltar su raqueta con la que quiere recorrerse el mundo y vestir de blanco para, un día, competir en Wimbledon. «Es mi torneo favorito».

«En Asia hay muchísimas pilotos»

«En Asia hay muchísimas pilotos»


Fotografía tomada en 1925 de una mujer a los mandos de un aeroplano. (Archivo Municipal de Vitoria. Autor T. Alfaro)


P. M.

Imagen - Fotografía tomada en 1925 de una mujer a los mandos de un aeroplano. (Archivo Municipal de Vitoria. Autor T. Alfaro)

Aunque la historia de la aviación se ha escrito con nombres masculinos, las mujeres tuvieron también su papel desde los inicios. Raymonde de Laroche y María Bernaldo de Quirós y Bustillo son ejemplos de ello. Hay muchos más. Está Amelia Earhart –primera en volar sola por el Atlántico– mientras Hanna Reitsch, con más de 40 récords mundiales de altura y velocidad, o Maureen Dunlop (entrenada para pilotar 38 tipos de aeronaves), además de jugarse la vida, presumieron de galones y condecoraciones en sus respectivas fuerzas armadas. «Las mujeres empezaron a volar a la par que los hombres. Todos fueron pioneros». Una sentencia con la que Paula Moyano, piloto de 25 años que se ha abierto camino en un sector tradicionalmente capitaneado por hombres, busca rebatir esa creencia. Lo dice una joven que protagonizó su despegue en Foronda, tierra del histórico aviador Heraclio Alfaro Fournier, donde rompió un particular ‘cielo de cristal’ al convertirse en la primera instructora de vuelo del aeroclub que lleva el nombre del pionero de la aeronáutica en España. Pese a ello, ha visto que la presencia casi aplastante de varones ha sido una constante en su carrera.

Lo corroboró en la pista de La Llanada, donde todos eran chicos, «tanto alumnos como trabajadores». Ya como piloto de aerolínea, durante su formación para ponerse a los mandos de los Boeing 737-800, la estampa fue la misma. Un panorama que Paula y otras compañeras están cambiando. «Las que estamos dentro de la profesión vemos como algo normal la presencia de mujeres, pero desde fuera a la gente le causa sorpresa», comenta. De hecho, «tengo muchas amigas que son pilotos, las he conocido en mi carrera y en el trabajo».

Jamás ha sufrido actitudes machistas, insiste en subrayar. «Siempre me han tomado en serio y nunca he sentido ningún desprecio». En los procesos de formación y selección «se hacen las mismas pruebas para todos», por lo que optar a un puesto «es una cuestión de capacidades mentales y de habilidades manuales, pero todo se puede practicar, como conducir». «Súper orgullosa» de ostentar el honor de ser la primera ‘profesora’ a los mandos de un avión del Aeroclub vitoriano, Paula insiste en cuestionar esa idea de que pilotar es cosa de ellos. «Cada vez somos más», destaca mientras repasa su agenda semanal de vuelos a Bruselas, Dublín, Milán, Lisboa, París… La superioridad de varones en las plantillas «no es lo que se ve en Europa y EE UU; y por ejemplo en Asia hay muchísimas mujeres pilotos en compañías aéreas».

«Nos cuesta el doble pelear nuestro sitio»

«Nos cuesta el doble pelear nuestro sitio»


Mujeres motoristas pioneras en una cometición de ‘Vespas’ por las calles de San Sebastián, en 1959. La fotografía es de Paco Marín.


Jesús Andrade

Imagen - Mujeres motoristas pioneras en una cometición de 'Vespas' por las calles de San Sebastián, en 1959. La fotografía es de Paco Marín.

Cuando se quita el casco, comienzan los comentarios machistas. Ahí, en el momento en el que desvela su identidad, pasa de ser –a ojos de los demás– un piloto «como cualquier otro» a ser una conductora con la coletilla de ‘mujer’. Leire Arana, motorista vitoriana de 48 años, se ha enfrentado desde joven a todo tipo de frases sexistas en las que se ponía en duda sus habilidades con el vehículo a dos ruedas o con las que se presuponía que, por su género, sólo sabría manejar una ‘scooter’. «Son las típicas frases tontas y denigrantes que se pulen cuando te ven conducir», resuelve con aplomo esta precursora que dispone de una moto custom con la que se desplaza cada día a su trabajo en el Valle Salado y de una Suzuki Hayabusa, uno de los modelos más veloces del mundo.

Ella siempre ha tenido que pelear su sitio. Así se tuvo que abrir camino desde que con ocho años veía a su padre manejar una Bultaco Sherpa. Los que tomaban los mandos siempre eran ellos; también sus primos, sus amigos. ¿Referentes mujeres? «No tuve ninguna. La referencia en mi entorno siempre fue masculina. Pero yo quería, lo peleé y terminé entrando. Ocurre igual en cualquier ámbito: a las mujeres nos lleva el doble de tiempo y esfuerzo», atestigua. Precisamente por respaldarse entre féminas formó parte hasta que se disolvió de ‘Dark Ladies’, el primer Moto Group femenino de Álava y uno de los pioneros en el país. «Antes llamaba la atención que fueras mujer. Yo he asistido a circuitos en los que, de 300 participantes, sólo estábamos siete mujeres», ilustra Arana, que considera que «lo mejor en este mundo del motero es ser ‘freebiker’».

Aunque, en su caso, esos genes de pasión por el motor los ha heredado su hija y ha sido a través de ella que ha podido contemplar el cambio social que ya impulsaron hace más de 50 años otras como la británica Elspeth Beard o la francesa Anne-France Dautheville (que prácticamente dieron la vuelta al mundo en solitario).

Esa creencia de que «ahora hay más cabida para todo el mundo» se ha convertido en un hecho constatado con elementos que, a priori, pueden resultar inadvertidos como la moda . «A mí también me hubiera gustado encontrar ropa entallada o cascos rosas, pero no existían. Ahora sí. Nosotras nos vestíamos con ropa de hombre. Si tenías suerte de que alguien del barrio te la arreglara, bien, y si no tenías que meterte cinco chaquetas para llegar a tu talla», recuerda con resignación. «Por eso celebro cada día, cada logro. El 8M es 8Motera para mí y lo que veo es que cada vez hay menos prejuicios».

«Falta apoyo, falta camino por recorrer»

Elena Pérez de Carrasco Chef en Singapur

«Falta apoyo, falta camino por recorrer»


El aprendizaje de la cocina doméstica era una de las misiones que asumía la Sección Femenina. Aquí, en el Colegio de la Vera Cruz de Vitoria, en 1948.


E. C.

Imagen - El aprendizaje de la cocina doméstica era una de las misiones que asumía la Sección Femenina. Aquí, en el Colegio de la Vera Cruz de Vitoria, en 1948.

Mandaban al calor de la económica, sí. Pero por una sencilla y única razón: nadie más que ellas se acercaba a los pucheros. Durante mucho, demasiado tiempo, el papel de la mujer en la cocina ha sido de absoluto protagonista en la esfera doméstica y ni tan siquiera secundario en el plano público, social y, sobre todo, económico. Mujeres como Marie Bourgeois y Eugénie Brazier, las primeras en obtener las tres estrellas Michelin, comenzaron a romper, a sartenazo limpio, ese dichoso techo de cristal que frenaba sus carreras en la gastronomía. Y en nuestra realidad más próxima, Flora Agustina y Josefa Ildefonsa Esquíbel, las dos hermanas fundadoras del primigenio Dos Hermanas de Vitoria, demostraron tener también muy buena mano guisando números para no socarrar un negocio.

Jóvenes como la vitoriana Elena Pérez de Carrasco, formada en la Escuela de Hostelería de Mendizorroza son, en parte, sucesoras de todas ellas. Ha pasado por cocinas de relumbrón, como las de Joël Rebuchon, el fallecido chef con más estrellas Michelin de la historia. Tiene 35 años y ha trabajado en restaurantes internacionales de altísimo copete. En los últimos tiempos se ha hecho un nombre en Singapur, en el restorán Artemis, uno de esos sitios de altos vuelos del ‘tigre’ asiático. Desde hace un año decidió coger la sartén por el mango y emprender un camino en solitario. Ejerce de chef en eventos para marcas de lujo como Cartier o Macallan y también organiza cenas muy VIP.

«Cuando empecé a dedicarme a esto, yo era la única chica en cocina, rodeada de chicos. Y, por suerte, eso ya no pasa, alto está cambiando y, para muestra, lo que ocurre con la 50 Best (la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo), que incluye la categoría de mejor chef mujer», explica la cocinera y empresaria en conversación desde Singapur.

Pérez de Carrasco ha percibido una evolución en un ambiente tan masculinizado como es el de las cocinas profesionales con «comentarios fuera de lugar como ese, que siempre me ha molestado tanto y que jamás he entendido, de ‘tú no puedes coger eso o hacer tal cosa porque no tienes fuerza’: al final siempre tienes que estar demostrando lo que vales de lo que eres capaz», apunta mientras todavía se le amarga el paladar cuando recuerda a ese jefe, a ese gran chef «que jamás pronunció mi nombre: siempre me llamaba damisela».

Todavía hay mucho que hacer para alcanzar el punto de igualdad real en su sector. «Ahora voy a ser mamá y me he dado cuenta de que ya se da por hecho que no sirves para este trabajo, que ya no vas a poder aguantar. Falta perspectiva de trabajo en equipo, falta apoyo, falta camino por recorrer».

«Animo a otras a tomar el mando»

Seve Domínguez Jefa de Oncología de la OSI Araba

«Animo a otras a tomar el mando»


Alumnas de la Facultad de Medicina en el hospital de Basurto, en una fotografía de 1936 extraída de la colección de Danielle Labajos de Bertolín.


Clanca Castillo

Imagen - Alumnas de la Facultad de Medicina en el hospital de Basurto, en una fotografía de 1936 extraída de la colección de Danielle Labajos de Bertolín.

Mire la imagen. Solo nueve mujeres asistían a clase en esa primera facultad vasca de Medicina de 1936. Y se sentaban todas juntas y en primera fila. Hoy, en cualquier aula de futuros doctores, el color morado ocupa un 70% de la foto. En cien años la profesión médica ha dado un vuelco. Ellas dominan en una de las carreras más exigentes. En Osakidetza, tres de cada cuatro trabajadores son mujeres. Hay, por tanto, mayoría abrumadora de galenas y, ojo, también poco a poco con galones. La presencia de mujeres al timón de servicios y secciones de hospital y centros de salud aún no es proporcional a lo que se ve en las consultas, pero ahí va. En la OSI Araba, por ejemplo, hay ya 33 jefas en especialidades médicas y quirúrgicas frente a 38 jefes y en Atención Primaria mandan 14 médicas frente a 8 médicos.

Una de las pioneras es Seve Domínguez, jefa de Oncología de la OSI Araba desde hace 26 años. Cuando decidió dar el paso de dirigir en 1998 a aquel pequeño equipo de tres especialistas chicas no encontraba una homóloga en lo suyo en casi ningún hospital de España y dentro de Txagorritxu sólo dos o tres jefas más . Hoy la película ha cambiado mucho, recuerda. «Había una diferencia en el trato. Si un hombre era jefe se le trataba como ‘doctor ‘ y a mí me llamaban Seve», recuerda divertida. Entre aquellas primeras perplejidades de género que le tocó vivir destaca la de esos pacientes y familiares que cuando entraba ella con algún residente hombre a la habitación se dirigían al estudiante.

Seve Domínguez estudió en Pamplona y su promoción en cuestión de sexos ya era más o menos fifty-fifty. Se fue a hacer la residencia en el Gregorio Marañón y ahí se quedó diez años. «Pero Madrid era agobiante y quise volver. Me salió la opción de trabajar en Txagorritxu y allí empecé en 1995». Si la Medicina en general ha vivido una revolución de batas moradas, la Oncología en concreto se ha subido a la cresta de esa ola. Domínguez dirige hoy a un equipo de doce mujeres y un hombre a las que hay que sumar cinco residentes mujeres. ¿Por qué les atrae tanto la Oncología a ellas? «No sé, quizá tengamos más capacidad de tener una gran empatía con el paciente», defiende. Su servicio tiene que atender 2.000 nuevos casos de pacientes con cáncer cada año, lo que sumado a un aumento de la supervivencia, al cada vez mayor abanico de tratamientos y otros avances hace que la actividad bulla en el hospital de día. Siempre tendrá que haber alguien al frente. «Espero que ellas vayan accediendo a los puestos de mando, que se animen».



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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