A mediados del pasado septiembre se dispararon los rumores. Taylor Swift, diva de la canción, con cientos de millones de seguidores alrededor del mundo y una de las personas más influyentes de América, había iniciado una relación sentimental con un jugador de la NFL. Y no un jugador cualquiera, sino el tight end Travis Kelce, lugarteniente y mano derecha de Patrick Mahomes y principal estilete ofensivo de los Kansas City Chiefs, el equipo campeón.
Una vez digerido el primer impacto mediático, Taylor comenzó a asistir al palco cada vez que jugaban los Chiefs, en su feudo de Arrowhead o a domicilio, atrayendo un interés desmedido incluso para un negocio monstruoso como es la NFL. Porque la cantante es un imperio en sí mismo: ha vendido más de 200 millones de discos, su gira es la más productiva de la historia de la música, sus temas son los más escuchados y descargados en todas las plataformas digitales y es la primera artista musical cuya fortuna sobrepasa los 1.000 millones de dólares. No es sólo un rostro bonito con una buena voz y estribillos pegadizos: controla el ‘business’ a su antojo tomando sus propias decisiones y pavimentando una carrera meteórica y destina ingentes cantidades de dinero a proyectos solidarios y sociales.
Taylor Swift con el abrigo personalizado, con el dorsal 87 de Travis Kelce, que diseñó para ella Kristin Juszczyk, esposa del fullback de los San Francisco 49ers Kyle Juszczyk
En los partidos que jugaba Kansas siempre había una cámara de poderoso zoom enfocando al palco para ver las reacciones de Swift a lo que sucedía en el campo, con quién hablaba, junto a quién se sentaba, un escrutinio constante, un ‘gossip’ llevado al extremo. Las audiencias se dispararon a niveles estratosféricos: su asistencia al campo de los Jets convirtió ese partido en el más visto desde la pasada Super Bowl, superando los 27 millones de telespectadores.
Y de inmediato se comenzó a cuestionar su hipotético impacto sobre el equipo, que los agoreros adivinaban como la espoleta que detonaría el reinado de la franquicia hegemónica de la NFL en los últimos años. Las estadísticas de Travis Kelce pre y post Swift fueron objeto de concienzudos estudios para ver qué impacto real tenía la relación amorosa en el desempeño del equipo.
Un asistente a un partido de la NFL no puede escapar a la ‘Swiftmania’
Y, contra todo pronóstico, lejos de ser una carga negativa, Taylor Swift ha encajado en la familia Chiefs con una normalidad que parecía imposible para una figura de su calibre. Y, por cierto, los números de Travis son mejores cuando Swift va a verle in situ, cosa que a él, por otro lado, no le importa lo más mínimo.
Las cosas funcionan, también, porque Kelce (34 años) no es un cualquiera. Sí, es una superestrella en lo suyo, quizá el mejor tight end de la historia sólo comparable a Rob Gronkowski, el que fuera escudero de Tom Brady, pero, como Swift, tiene una cabeza muy bien amueblada y un carácter apacible. Su aspecto de playboy malote (1,96 m. y 113 kilos) y un pasado algo turbulento no deben llevar a engaño.
Los ‘swifties’, fans militantes (en ocasiones demasiado) de Taylor, se pusieron a escarbar de inmediato para encontrar ‘peros’ al nuevo amor de su idolatrada: que si Travis había sido suspendido durante un año tras dar positivo por marihuana mientras estaba en la universidad de Cincinnati, que si era el gancho de un ‘reality’ televisivo de citas, que si era un reputado fiestero…
Una espectadora en Foxboro, campo de New England Patriots, con un cartel que augura el fin de los Chiefs debido a la relación Kelce-Swift
Todo eso es cierto. Pero hay matices importantes que los ‘swifties’ pasan por alto. Travis viene de una modesta y cohesionada familia de Cleveland Heights (Ohio) y tiene un hermano mayor, Jason, que es una de las figuras más admiradas y respetadas de toda la NFL. Vértice y jefe absoluto de la línea ofensiva de los Philadelphia Eagles, con los que en su día ganó una Super Bowl, siempre ha sido la referencia para su hermano menor. Fue él quien le sacó del pozo de su pecado de juventud tras el positivo por marihuana y quien le inculcó que nadie es mejor persona ni más ‘cool’ por el mero hecho de tener habilidades para practicar un deporte. Fue él quien le inyectó dosis de normalidad y sentido común para ir por el mundo. Hoy comparten un podcast de éxito, ‘New Heights with Jason & Travis Kelce’, el más escuchado en EE.UU., en el que ambos departen con desenfado sobre fútbol americano y sobre la vida en general. Y sí, también sobre Taylor Swift cuando les apetece y viene al caso.
Travis Kelce se abraza a su hermano mayor, Jason, ante la atenta mirada de Taylor Swift tras clasificarse para disputar la Super Bowl de este año
Lo del programa de citas es asimismo verídico. En enero de 2016 fue el protagonista de ‘Catching Kelce’, ‘reality’ de una cadena de TV en la que varias mujeres aspiraban a salir con él. La vencedora, Maya Benberry, estuvo unos meses junto a Travis hasta que lo dejaron, como sucede con cualquier relación.
Y sí, suele ser el alma de la fiesta cuando toca, extrovertido como es. Es fácil verle con el micro cantando el ‘Fight For Your Right to Party’ de los Beastie Boys en las celebraciones de los Chiefs.
Tras todo eso se esconde un afilado sentido del humor y una mente ágil para generar ingresos fuera del deporte. Más allá de prestar su imagen a decenas de productos publicitarios, tiene intereses en una línea de nutrición saludable, una marca de ropa, una cadena de túneles de lavado de automóviles o un festival de música en directo, hasta un total de 28 negocios distintos. Como Swift, aunque a menor escala. Y al igual que ella, siempre está dispuesto a colaborar en actividades filantrópicas. Él fue uno de los poquísimos jugadores ‘top’ que se puso de rodillas al sonar el himno pre partido en 2017 para secundar el ‘Black Lives Matter’ promovido por Colin Kaepernick.
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Esta pareja, más allá de su altísimo perfil, tiene la mente suficientemente despejada para dejarse llevar y ver qué pasa. Taylor Swift ha hecho excelentes migas con Brittany, esposa de Patrick Mahomes, junto a la que suele verse en los estadios, y con Kristin Juszczyk, esposa del fullback de los San Francisco 49ers Kyle Juszczyk (efectivamente, rival en la Super Bowl de Las Vegas), que diseñó para ella el abrigo rojo Chiefs con el número 87 de Travis que vistió cuando Kansas abrió el playoff en casa ante Miami Dolphins, con temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero. Incluso se las vio a todas juntas de copas por Nueva York en una ‘noche de chicas’ que tuvo extensa cobertura en los medios.
Brittany Mahomes (izquierda), esposa del quarterback de los Chiefs, y Taylor Swift (derecha), en el palco de Arrowhead
En definitiva, el reactor de los Chiefs sigue a velocidad de crucero con Taylor Swift entre el pasaje, como demuestra el hecho de haber llegado a su cuarta Super Bowl en cinco años. El propio Mahomes dice que “ella es parte del equipo”. Y la prueba definitiva de que esta relación está bendecida es la reacción del venerable y lacónico Andy Reid, técnico de Kansas City, cuando le preguntaron al respecto: “Es una buena chica. Y Travis es un muchacho excelente. Lo celebro por ellos”.
