Rugby

Seis Naciones en San Patricio – Relevo


Durante mi primera (y única) visita a la sede de El Mundo después de mi salida en 2011, recibí un mensaje de Sostres: “Me acaban de despedir”. Mi respuesta fue automática, como ese mail que te llega cuando alguien está de vacaciones: “No hables con nadie más, estás contratado“. Aparte de un conocimiento enciclopédico de Cataluña, una información profunda y valiosa y una opinión digna de refugio nuclear, el genial columnista catalán aportaba a ABC el atractivo de lo que después serían sus crónicas del Barça.

Una vez incorporado, la subdirectora del periódico pretendió hacerle entrega de la acreditación que le franqueaba el acceso a Stamford Bridge para cubrir un Chelsea-Barça de Champions: “Eso no lo necesito para nada. No tengo intención de ir al estadio. Lo que sí haré será ver el partido por la tele del Dorchester mientras tomo un dry martini. Es mi sitio predilecto cada vez que viajo a Londres porque siempre pasan cosas que después serán el contenido principal de mi crónica”. La subdirectora dejó constancia de su indignación ante el director y éste, colérico, me trasladó a mí la queja. “¿Es que no habéis entendido nada? Para eso precisamente lo hemos traído. ¿Cuál sino pensabais que iba a ser su aportación? ¿Un análisis del 4-4-2 con zona press?“.

Esta historia me sirve para advertir al lector de algo que va a quedar patente a lo largo de esta crónica: mi conocimiento de rugby es aún más limitado que mi capacidad como cronista. Y usted se preguntará: “¿Entonces, por qué estoy leyendo su crónica del Seis Naciones?”. Pues porque, como diría Sostres, en un viaje a Dublín siempre pasan cosas y pretendo contarlas.

Dos son motivos del viaje: celebrar el primer San Patricio después de la muerte de Shane MacGowan y asistir al último partido del Seis Naciones que, presumiblemente, va a campeonar a Irlanda. Del mismo modo que en los sueños de Tom Wolfe sobre periodismo siempre es de noche, Dublín siempre te recibe lloviendo pero eso no impide que la ciudad reluzca engalanada para su patrón. Al verde y naranja omnipresente en cada bar de la ciudad se unen los incontables kilts que lucen los orgullosos rivales escoceses, reacios a su papel de comparsa contratada para la celebración.

Dice Garci que uno puede considerarse oficialmente viejo cuando le cueste un infierno entrar o salir de un coche. Cuando era pequeño siempre pensé que uno se puede considerar mayor cuando le gusten las cosas difíciles, como el café, la cerveza negra, el güisqui y el rugby (se podrían añadir el jazz y el backgammon). Todo eso será puesto a prueba durante el fin de semana.

Durante la Guinness (puede que dos) previa al partido en O’Neills, un amigo bastante experto me da pistas: “Presta atención al apertura de Escocia, Finn Russell, que es puro talento natural y el seleccionador lo detesta tanto como él detesta los entrenamientos. Es tu estilo completamente”. También me advierte de que este año se cumplen 50 de otra victoria del Cinco Naciones muy especial para Irlanda. En 1972 las amenazas del IRA durante los Troubles habían impedido la celebración de los partidos contra Escocia y Gales, ya que ambas selecciones se habían negado a viajar.

Cómo estaría de herido el orgullo irlandés que, sólo un año más tarde, la selección de Inglaterra (¡¡de Inglaterra!!) se llevó una ovación de cinco minutos en Dublín por el mero hecho de comparecer. Los ingleses perdieron por 18-9 y su capitán, en el Tercer Tiempo, dijo: “Puede que seamos malos pero, por lo menos, nos presentamos“. Al año siguiente Irlanda ganó el Cinco Naciones tras 23 años de sequía y dio inicio a una verdadera “era dorada” del rugby irlandés.

A medida que uno se aproxima al Aviva Stadium (de soltera Lansdowne Road) se da cuenta de que su aspecto de platillo volante, indistinguible del Allianz Arena, el Metropolitano, San Mamés o el nuevo Bernabéu, lejos de intimidar, deja una sensación pringosa de vulgaridad y uno se pregunta cuándo volverá a estar de moda construir estadios que parezcan estadios.

Una vez dentro, la megafonía ambienta con un esperable (e inobjetable) Where the streets have no name de U2 y, tras la salida de los jugadores, después de la preceptiva interpretación de Flower of Scotland y La canción del soldado, respectivos himnos oficiales, un Aviva abarrotado ruge, esta vez sí, en respuesta a la Llamada de Irlanda, el himno que reconocen en el rugby como tal.

La primera parte resulta increíblemente igualada y dos golpes de castigo transformados por Russell (qué razón tenía mi amigo) son contrarrestados con un ensayo de Irlanda que se va con sólo un punto de ventaja al descanso.

La segunda parte es otra historia completamente distinta y una Irlanda desmelenada sólo permite a Escocia el orgullo de una defensa memorable. Un golpe de castigo y un ensayo dan la tranquilidad suficiente a una grada que ya saliva con el título y empieza a cantar Fields of Athenry. ¿Pero qué le pasa a esta gente con los himnos? Igual que el general Custer eligió Garry Owen, una canción irlandesa de borrachos, para enderezar un regimiento de perdidos, el séptimo de caballería, los irlandeses han elegido una balada desoladora que cuenta la historia de un muchacho que es enviado a una prisión de Australia por robar trigo durante la hambruna como himno para dar un puñetazo en la mesa. Como el Cómo no te voy a querer…, para que nos entendamos.

El ensayo postrero de Escocia solo sirve para suturar algo el orgullo y maquillar el resultado antes de que Irlanda se proclame, como en 1974, campeona del Seis Naciones al ritmo de Zombie de los Cramberries (sin sorpresas de nuevo). Abandonamos el estadio camino de O’Donohugue’s, donde nos proponemos agotar todas las canciones de los Pogues y toda la Guinness que les quede antes de San Patricio. Definitivamente somos mayores. Puede que demasiado.



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Julieta Elena

Tiene más de 5 años de experiencia en la redacción de noticias deportivas en línea, incluyendo más de cuatro años como periodista digital especializado en fútbol. Proporciona contenido principalmente relacionado con el fútbol, como avances de partidos y noticias diarias. Forma parte de marcahora.xyz desde abril de 2023.

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