Los años de esplendor del Pompeia, el club de tenis donde surgió la servilleta de Messi – Relevo

Es lunes por la mañana y Barcelona amanece envuelta de niebla. A media subida al Estadi Lluís Companys de Montjuïc está el Real Societat de Tennis Pompeia. Podría ser un club de tenis como cualquier otro, rodeado por pinos que hacen olvidar a uno que todavía se encuentra en Barcelona. En las mesas donde unos hombres de avanzada edad desayunan tras haber acabado un partidito de tenis, hace ya dos décadas se firmó uno de los documentos más importantes de la historia del Barça.

A pesar de algunas reformas que se han hecho en el club, como el comedor o el haber cambiado una pista de tenis por tres de pádel, el espacio parece seguir instalado en el pasado. En sus vitrinas, decenas de trofeos de dominó y tenis. Y a pesar de que en sus pistas se llegó a disputar un partido de Copa Davis, no está el documento que ligó a Leo Messi y el Barça: el famoso tovalló de paper, la servilleta donde prometieron su primer contrato.

Juan Mateo era un ojeador argentino que le buscaba jugadores a Josep Maria Minguella. “Este es un crack”, le dijo cuando se topó con aquel menudo rosarino. Y aunque Minguella no firmaba menores de edad, hizo una excepción. Terminó trayendo a Leo y a su familia a Barcelona y se instalaron en el Hotel Plaza, a los pies de Montjuïc. Messi entrenó con el Barça durante varias sesiones, pero al ver que pasaban los días y que el club no decidía firmarlo, su familia amenazó con irse.

El niño que prometían que sería como Maradona

Acompañado de Horacio Gaggioli, entonces agente de Messi, Leo subió al Pompeia para reunirse con Minguella y Carles Reixach. “Horacio decía que tenía a un jugador que sería como Maradona, pero sonaba a que quería vendernos una moto”, recuerda una socia del club. Para calmar los ánimos con la familia, decidieron firmar en una servilleta que el Barcelona se comprometía a fichar aquel niño que había jugado en Ñuls. Horacio se quedó con el papel, firmado en el club donde Minguella se reunía con socios y amigos.

“El motivo del pañuelo era mostrarle a la familia un documento en que nos comprometíamos con el jugador. Llevaba dos o tres semanas entrenando y con toda la familia viviendo en el hotel llegó un momento de cierto malestar. La madre no entendía el idioma, comenzó haber runrún de que querían volver a Argentina…“, recuerda el propio Minguella, que fue intermediario y llegó a presentarse a las elecciones del Barça.

Partidos con Romario, Stoichkov o Kubala

Minguella solía reunirse en el Pompeia con amigos. Por allí pasaron también leyendas blaugranas. Recuerda partidos de tenis con Charly Reixach, Stoichkov, Kubala, Mark Hughes o Romario. Antes, dice, el Pompeia era un club social donde las familias iban a comer los sábados y se quedaban por la tarde a jugar a las cartas. En su día, Minguella y sus amigos llegaron a participar en campeonatos de España de dominó. A día de hoy, lamenta, es complicado llegar a ser cuatro para jugar.

El edificio está intacto por fuera. No se puede tocar debido a que está protegido por el Ajuntament. Hace unos años, a raíz de algunos problemas económicos, eliminó una de las pistas de tenis para construir tres de pádel. “Está habiendo un cierto cambio de tendencia”, explican desde el club. Durante las mañanas, gente de avanzada edad va a jugar a tenis. Por las tardes, niños y niñas asisten a sus clases.

En las vitrinas de la entrada no está la servilleta, que cuentan que Horacio llevó a guardar a una caja fuerte en Andorra. Este lunes salió a subasta, se inició la puja en 200.000 libras, pero finalmente se detuvo a raíz de una ‘guerra’ entre Horacio y Minguella. “Si se hubiera puesto aquí, el club hubiera saltado a la fama y se hubiera perdido la intimidad, es un club relativamente poco conocido”, cuenta una de sus socias. “Montjuïc suena a lejísimos”, añade. Igual por eso es una montaña con cierta mística. A unos metros del Pompeia, donde Messi firmó su primer contrato con el Barça, los de Xavi intentan volver a ser como en los tiempos de Leo.