El hábito que hay que practicar en pareja para tener una relación sana según los psicólogos
El amor no es una ciencia sencilla. Tan solo dar con la persona adecuada con la que comenzar a construir una relación es toda una odisea. Pero cuando encontramos a alguien que encaja con nuestra forma de ser, que espera lo mismo de una relación y nos enamoramos, comienza el verdadero trabajo. Construir una relación sana es un trabajo que debe hacerse entre los dos, y al que se le debe dedicar tiempo cada día.
El inicio del noviazgo plantea los primeros obstáculos a superar. ¿Encajáis de verdad el uno con el otro? ¿Vuestras vidas pueden sincronizarse? Aprender a comunicarse, a aceptar las rarezas del otro y a encajar en su propio mundo particular son los primeros desafíos que debe superar toda pareja cuando acaba la fase del enamoramiento. Entonces, llega la convivencia y todo cambia. Es aquí donde entra el pequeño truco que puede ayudarte a mejorar mucho la relación con tu pareja si aprendéis a implementarlo.
Un hábito que lo cambia todo
Por regla general, cuando empiezas a convivir con tu pareja ya conoces mucho de esa persona con la que vas a compartir parte de tu vida. Sabes cuáles son sus rarezas y sus manías, sus miedos y necesidades. Pero cuando empezáis a pasar todos los días juntos, surgen problemas mucho más mundanos que pueden complicar las cosas entre vosotros.
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La convivencia viene ligada a tareas que ahora deben gestionarse entre dos. Ahora no os veis solo cuando lo habéis planificado. Tenéis que lidiar con el estrés del otro, con los momentos de apatía y con todo eso que antes, permanecía escondido en la casa de cada uno.
Por supuesto, todos estos desafíos pueden superarse con confianza, compromiso, comunicación y mucho amor. Pero hay un pequeño hábito que podéis implementar incluso antes de empezar a convivir que puede ayudaros considerablemente.
Se trata de hacer una especie de reunión semanal. Cada lunes (o cada domingo), fijad una hora para sentaros y organizar el resto de la semana en común. Cada cual debe hablar de sus obligaciones personales (trabajo, formaciones, reuniones sociales) y luego pondréis en común todo lo que debe hacerse en la casa (limpiar, cocinar, la visita del técnico, sacar a los perros, etc.) Si tenéis hijos, debéis incluir a los pequeños en esta reunión, y considerar también todas las tareas y obligaciones relacionadas con ellos (llevar y traerlos del colegio, extraescolares, ayudarles con la tarea, bañarlos, preparar la comida, etc.).
Es importante que en esta etapa seáis realistas, fijando objetivos que vayáis a poder cumplir. No todas las semanas son iguales, y es importante que ordenéis las tareas por prioridad, colocando en la parte más alta de la lista aquello que sea urgente e importante.
Luego llega el paso más importante: fijar tiempo para estar juntos y disfrutar de vuestra compañía. El tiempo de calidad es esencial para mantener viva la relación, por lo que no puede faltar en vuestra rutina. Si tenéis hijos, diferenciad tiempo para estar en familia y para estar en pareja.
Esto facilitará la división de tareas de forma justa, además de eliminar la carga mental que suele asumir una sola parte de la pareja al organizar toda la agenda familiar. Puede que al principio os resulte tedioso, pero a la larga os ahorrará muchos conflictos y favorecerá una convivencia más armoniosa.
Otros consejos para mejorar la vida en pareja
La vida en pareja puede ser una delicia cuando se construye sobre una relación sana. Por eso, lo más importante para conseguir una buena convivencia es cuidar y sanar las heridas que se comparten dentro de la relación. Nadie es perfecto, y todos tenemos siempre algo que mejorar, pero estos son algunos consejos esenciales que señalan los expertos cuando hablamos de construir relaciones saludables.
Reconoce tu lenguaje del amor
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Belkis Carrillo, autora de Cómo ser yo una buena pareja, habla en su libro de la importancia de conocer con qué lenguaje del amor os comunicáis tú y tu pareja. Explica que “si me enamoro de alguien que expresa amor de una forma distinta a la mía, empiezo a ‘pensar y sentir’ que no me está amando o lo está haciendo mal”.
Por norma general, los expertos dividen los lenguajes del amor en cinco. Palabras de reafirmación, regalos, actos de servicio, tiempo de calidad y contacto físico. Aprender cuál es el tuyo y cuál el de tu pareja puede mejorar considerablemente vuestra relación.
Comunícate con asertividad
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Acerca de la comunicación asertiva, Belkis Carrillo nos ofrece un consejo sencillo y fácil de aplicar a la hora de comunicar aquello que nos molesta. Dice que “es sumamente importante que jamás uses la palabra ‘tú’ cuando estés comunicándole a tu pareja algo que te gusta, lo correcto es usar la palabra ‘yo”.
Es decir, en vez de decir “tú has hecho esto”, debes decir “a mí me gustaría esto”. De esa forma, pasaréis del conflicto a la negociación, evitando culpas y malentendidos.
Pide lo que necesitas
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“De la misma forma que no existen las medias naranjas, no existe la telepatía”, escribe Paula Vicent Berlanga en su libro Amar(nos). Con estas palabras nos invita a destruir esa idea tan dañina que a muchos nos meten en la cabeza de “si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”.
En su lugar, Paula Vicent nos propone pensar que “si te lo tengo que pedir, he entendido que no eres adivino de lo que pienso y deseo”. Al decir en voz alta aquello que queremos y necesitamos, permitiremos que nuestra pareja nos conozca y entienda mejor, haciendo que la convivencia sea mucho más sencilla y saludable.
Habla de sexo con tu pareja
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Es increíble como, a pesar de lo mucho que se habla de sexo en tantas áreas de la vida pública (la música, la televisión, el cine) siga habiendo parejas a las que les cuesta abordar este tema.
Si es tu caso, empezar a abordar este tipo de conversaciones sin miedo, culpa o vergüenza puede ayudarte a mejorar mucho tu relación de pareja. Hablad de lo que os gusta, de lo que no, sinceraos sobre los periodos en los que no os apetece tener relaciones y decid sin vergüenza cuando sí.
Todo esto mejorará mucho la vida en pareja. Pero sobre todo, recordad que, como dice Paula Vicent Berlanga en su libro, “no se trata de la cantidad, sino de la calidad”.
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