Dejounte Murray: fuego a discreción – AS

Los Celtics solo habían perdido dos partidos seguidos un par de veces en toda la temporada antes de un doble duelo (lunes-jueves) en Atlanta que parecía pan comido, especialmente cuando poco antes del descanso del primero el marcador era 38-68. Pero, cosas, el mejor equipo de la NBA acabó perdiendo pese a ese +30 y volvió a caer en su oportunidad de revancha exprés (123-122). Como no ha enlazado tres derrotas hasta ahora, habrá un toque de picante en su visita de mañana a Nueva Orleans, donde le esperan unos Pelicans embalados.

No hay mucha más cosa en Boston, si no pasa nada raro, que ver dónde acaban estos Celtics en los rankings históricos. Ya han hecho los deberes importantes. Tienen cerrado el primer puesto de toda la liga de cara a los playoffs y ya saben que no jugarán ninguna eliminatoria sin factor cancha. Matemático en el Este (¡once! partidos de ventaja al segundo) y virtual contra los cocos del Oeste (+6). Con estas dos derrotas seguidas en Atlanta quedan en 57-16, las mismas derrotas (66-16) que el último equipo campeón de los verdes, el de 2008 (Kevin Garnett, Ray Allen, Paul Pierce). Más allá de unas comparaciones gigantescas que demuestran cómo de poderosa ha sido su fase regular, y antes de enfrentarse a sus demonios en playoffs, los Celtics simplemente tienen que tener cuidado. Nada más. Por un lado, que nadie se lesione, claro. Por otro, que la descomunal ventaja que han amasado no haga que asomen malos hábitos en el peor momento. En Atlanta no estuvieron desde luego a su mejor nivel de intensidad defensiva, ni pelearon el rebote con especial interés. Es normal e inocuo… si se queda solo en un puñado de días de bastante comprensible pereza.

Sí fue un tanto sorprendente que después del costalazo del lunes, los Celtics no pusieran un puntito más de energía. Se metieron, en cambio, en un fregado en el que nadie mandó por 10 puntos y que se resolvió en la prórroga, con una canasta en la última décima de Dejounte Murray. El base anotó los once puntos de los Hawks en el tiempo extra. Y 44 en total, el tope de su carrera. También capturó 7 rebotes y repartió 7 asistencias. Pero lo que realmente quedará de su actuación (con su tercera canasta ganadora del curso, más que nadie) son sus increíbles 44 tiros a canasta: 18/44 con un 6/19 en triples y solos dos tiros libres lanzados.

Murray sacó el fúsil porque vio que no había otra para que su equipo ganara. Desde 2000, solo Kobe Bryant (seis veces) y Russell Westbrook (el último en hacerlo, en octubre de 2016) habían tirado tanto en un partido. Y solo Kobe en el día de su adiós, cuando les metió 60 puntos a los Jazz, había combinado 19 triples en ese total de lanzamientos. En la historia, la lista es corta. Se ha lanzado a canasta al menos 44 veces en 88 partidos, pero 57 le pertenecen a Wilt Chamberlain, el padrino de los números imposibles.

Ya en los vestuarios, Murray tuiteó que estaba cansado. Justo antes, en la pista, dijo que no quería tirar tanto pero que “Kobe estaría orgulloso”. El caso es que Murray buscó durante toda la prórroga quedarse con Kristaps Porzingis en los cambios tras bloqueo y castigó al letón con su movilidad. El último tiro, el ganador, lo anotó por encima de Jrue Holiday. Y los Hawks, que están sin Trae Young ni Jalen Johnson, llevan cuatro victorias seguidas y están 34-39, décimos del Este con opción de escalar al noveno puesto. Si logran volver a playoffs a través del play in, su rival en primera ronda sería… Boston Celtics.

De’Andre Hunter (21 puntos, 13 rebotes, 5/9 en triples) y Bogdan Bogdanovic (24+7+5) fueron los otros héroes de la noche. El serbio anotó dos triples seguidos para llevar el partido a la prórroga, el segundo después de un rebote de ataque de Hunter (tras fallo de Murray), que se redimió así de los dos tiros libres que había errado segundos antes. Después, Jayson Tatum mandó al limbo la bala que habría evitado el tiempo extra. Otra vez, los Celtics no usaron tiempos muertos que tenían a su disposición y otra vez el alero se conformó con una suspensión en uno contra uno. Esa ejecución en los momentos calientes es uno de los pocos motivos de preocupación para los aficionados de un equipo imparable en tantos otros escenarios. Mazzulla no se alteró demasiado y dejó claro que están en fase de probar cosas, aprovechando el colchón en la clasificación para ver qué pasa por ejemplo si, algo que no habían hecho mucho hasta ahora, Porzingis cambia con los bases y defiende por fuera al playmaker rival. Si la muestra es este partido, vamos a ver poco esa fórmula en playoffs.

Los Celtics corrieron mejor, tiraron 13 tiros libres más y dejaron casi en tablas (11-12) el balance de pérdidas. Los golpes se los llevaron por el rebote: 17-9 en capturas de ataque y, de ellas, 28-11 en puntos de segunda oportunidad. Eso y cierta inestabilidad en el triple (para lo que acostumbran) acabó por hacer descarrilar a unos Celtics que no pusieron su esfuerzo A+. Ni el A. Tatum acabó en 31+13+6 pero irregular en el tiro (9/22) y jugó más de 45 minutos. También pasaron de 40 Porzingis y Derrick White (22+7+5, 5/6 en triples). Jaylen Brown lo rozó (18 puntos) y Jrue Holiday volvió a jugar tras parar unos partidos por problemas de hombro. Los Celtics llevaban desde que perdieron en Denver el 7 de marzo sin contar con su quinteto tipo. No valió para nada esta vez, y salen de Atlanta con dos derrotas muy inesperadas después de haber ganado 20 de los anteriores 22 partidos. El lunes, por relajarse demasiado cuando el trabajo parecía hecho. El jueves, por esforzarse solo lo justo y porque Dejounte Murray decidió que el fin justifica los medios y que tocaba ganar por pura atrición. Si había que tirar 44 veces, él tiraría 44 veces. Y la cosa, aunque fuera en el último segundo de la prórroga, funcionó.

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