El Barcelona escapa al viacrucis – Faro de Vigo
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En Sábado Santo, que es cuando hay que creerse la resurrección y prepararse para ella, el Barça se ganó el derecho a seguir viviendo en la Liga. Para ello tuvo que escapar a un viacrucis climático. Y también recurrir a una bella y destructiva maniobra de João Félix, asistente a la cabeza de Raphinha, para tumbar a una Unión Deportiva Las Palmas que jugó en inferioridad más de una hora. Su resistencia fue admirable.
Xavi, desde su salita de castigo, quiso demostrar desde la alineación que ya no hay partido de entreguerras que valga ni lugar para la prudencia. Por mucho que tipos como Lewandowski llegaran a la borrascosa noche de Montjuïc después de dejarse el alma y los pies con Polonia (210 minutos) o Lamine Yamal sólo tuviera un respiro con España para ser ovacionado en el Bernabéu. Vitor Roque, pues, no abandonó su papel de reservista y João Félix regresó al banco pese a su revolución con un manojo de claveles en el Metropolitano. Sólo quedó fuera Araujo para que Iñigo Martínez hiciera pareja con un Cubarsí tantas veces cerebro del juego de construcción y que continúa preparándose para su duelo con Mbappé en la Champions.
Con el viento azotando con saña y arrastrando la lluvia a los ojos de los futbolistas, el partido sufrió otro brusco cambio. La valentía de Pimienta, siempre encomiable en una disciplina que requiere del espectáculo, conlleva también riesgos. El portero Alejandro Valle salía cada vez más lejos del área. Y hasta la estepa salió el meta en busca de Raphinha, al que se llevó por delante cuando el brasileño oteaba una pasarela hacia el paraíso desplegada por Sergi Roberto. El árbitro se mostró firme con la expulsión del portero que allanó el camino de un Barcelona que no encontró el tanto de la victoria hasta el segundo tramo. Y luego sufrió contra diez.