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Boxeo, parche y pola en Medellín: un plan que va sumando adeptos en Medellín – El Colombiano


Muhammad Ali empezó a boxear a los 12 años. No lo hizo por la plata, ni por la gloria, sino por la vida.

“Me robaron la bicicleta, y mi primo que era boxeador, me dijo que me entrenaría y que si alguna vez atrapaba al tipo que me robó la bicicleta, sabría pelear y podría defenderme. En fin, él me llevó al gimnasio, pero terminó dejándolo, y yo seguí”, le contó Ali a un periodista.

Estaba lejos de convertirse en la leyenda que terminó siendo, —uno de los mejores boxeadores de historia—, pero su gran legado tiene todo que ver con esa idea de asumir el boxeo más allá de lo deportivo.

Ali consiguió un récord extraordinario. Hizo 61 peleas y ganó 56, fue tres veces campeón de los pesos pesados, y llevaba un récord perfecto como profesional —29 peleas ganadas, 22 de ellas por K.O.— hasta 1967, cuando se negó a ser reclutado por el ejército de Estados Unidos para ir a la guerra de Vietnam, lo que le valió, entre otras cosas, que le quitaran su licencia de boxeador profesional por tres años.

Muhammad Ali peleó dentro y fuera del ring. Con puños y con palabras, esa es su grandeza, que quedó consignada en un montón frases memorables que hablan a la misma vez del boxeo y de la vida. Por ejemplo:

“Dentro o fuera de un ring, no hay nada de malo en caer. Lo que está mal es quedarse abajo”.

“Sólo un hombre que sabe lo que es ser derrotado puede llegar hasta el fondo de su alma y encontrar la pizca extra de poder que se necesita para ganar cuando la partida está igualada”.

“Cuando un hombre dice ‘no puedo’, se ha hecho una sugerencia a sí mismo. Ha debilitado su poder de lograr lo que de otro modo se habría logrado”.

Esa forma de entender el boxeo como metáfora para la vida —sobre todo un mundo como el actual donde todo es una lucha, y hay que derrotar hasta las enfermedades—, es quizá lo que ha acrecentado el interés por este deporte, que se ofrece cada vez más en gimnasios y centros de entrenamiento de Medellín.

Y por ese interés es que Damián Martínez empezó a hacer eventos de boxeo en la ciudad. El último en Tacos el Tigre, en el parque del poblado. La cartelera incluía 11 peleas —10 masculinas y una femenina—, música en vivo, concursos para entretener a los asistentes entre una pelea y otra, tacos y cerveza. La entrada valía 30.000 pesos por personas. El evento se extendió entre las 3 de la tarde y las 8 de la noche. Los combates enfrentaron peleadores de diferentes clubes deportivos, entre esos MMA Colombia, Iron Fist, Selección Medellín y Boxeo para la vida.

Entrenar y entretener

Damián Martínez es médico, pero no ejerce. Es tan enamorado de los deportes de combate, que apostó todo por eso. Empezó a ver y seguir estos deportes desde que estaba en el colegio. Luego, entre 2008 y 2009 empezó a entrenar con Todd Margolis, una luchador estadounidense, cinturón negro en Jiu-jitsu brasileño —el cinturón más alto de esa modalidad— que vino a pasar una temporada en Medellín.

Entrenando empezó a conocer a otros tan entusiastas como él, y a reclutarlos, hasta que en 2012 montó su propio club deportivo MMA Colombia.

Entonces, los deportes de combate como el boxeo y las artes marciales mixtas no eran muy populares en Medellín, así que parte del trabajo del club consistía en atraer gente.

—Desde que arrancamos entendimos que la competencia de nosotros no eran las otras academias, sino la cultura, lo que teníamos que hacer era atraer a la gente, crear una cultura distinta en relación a estos deportes. Entonces empezamos como a desmitificarlos, ni siquiera utilizábamos el término pelea, sino combate, competencia, así suavizábamos la cosa, para convencer a la gente de que esto es, sobre todo, una manera diferente de hacer ejercicio, que tiene otros beneficios —dice Martínez.

—¿Cómo cuales?

—Que estas entrenando una habilidad, y capaz que por ahí también te aprendés a defender, cambiás tu cabeza, o sea, empezamos como a hallar que la vida se transforma desde adentro. El gimnasio te da una confianza, te ves bien, es una apariencia, pero es una cosa de allá para acá, de afuera para adentro, no es algo que te esté motivando y que te esté transformando desde adentro. Eso no te va a hacer adquirir una real confianza. Pero cuando vos venís acá y pesas 50 kilos y llevas entrenando tres meses, y viene un man de 70 kilos y vos lo dominás, la cabeza se te explota, es muy distinto.

—Los deportes de combates son muy psicológicos…

—Total. ¿Quién se quiebra primero? Quién se impone sobre el otro? Eso empieza a crear unas modificaciones cerebrales brutales, y eso genera unos cambios en la confianza y en tu manera de ver la vida, de tomar decisiones, de todo.

Empezaron moviéndose en redes, visitando colegios, en la ciclovía, en todas partes donde podían estar. Así se fue regando la cosa, voz a voz. La oferta, en principio, incluía Jiu-Jitsu, Boxeo y Kick Boxing.

—Así arrancamos. Aquí la estrella fue el boxeo, todo el mundo quería entrenar. Eso coincidió con que un par de años después, Yuberjén Martínez ganó una medalla de plata en los Olímpicos, y eso también fue un boom.

Con el tiempo, Damián fue entendiendo que el boxeo podía ser como el fútbol. A mucha gente le gusta, pocos llegan a ser profesionales, pero casi todos los aficionados lo practican de manera recreativa, juegan.

Aunque a diferencia del fútbol, el boxeo no se juega. “Es el único deporte que no se juega”, dicen que dijo el empresario y promotor argentino Juan Carlos Tito Lectoure. Aún así, quienes entrenan quieren combatir, jugar a pelear.

—Así como el futbolista amateur se juega sus partidos semanales, el boxeador también puede. Por qué no salir del trabajo, quitarse la corbata, ponerse los guantes, darse unos tiestazos a un nivel controlado y pa la casa.

—¿Así empezaron las veladas?

—Sí, empezamos a hacer eso entre nosotros, en el club, y en esas, un amigo de una cervecería me dijo: “metámosle cervecita a eso, yo te patrocino”.

Los primeros eventos fueron en la sede de MMA Colombia, entre los mismos usuarios, y los amigos que ellos llevaban como invitados, poquitos, gratis.

Pero la cosa se creció. Después de pandemia hicieron el Knockout Fest en El Salado, Envigado, y después otro evento y luego otro, y así llevan ya tres años, haciendo veladas, unas de boxeo, otras de artes marciales mixtas, casi siempre en espacios no deportivos y acompañados de otras actividades, para que más gente se anime y vaya, y el deporte, que es la vida, también sea una forma de entretenimiento, y que ese entretenimiento, que se traduce en público para los eventos, permita ir formalizando el boxeo amateur, que se consoliden los eventos, para que los candidatos a peleadores profesionales tengan cada vez más circuitos más sólidos para su desarrollo.

—Nosotros queremos que todas esas promesas que lleguen aquí y se quieren tomar esto en serio lo pueda hacer. Además, el trasfondo social que esto tiene también va más allá de cualquier cosa. En Brasil ya los niños ya no quieren ser solo futbolistas, quieren ser peleadores de MMA, ser campeones mundiales de Jiu Jitsu, porque saben que eso les va a cambiar la vida y eso es lo que yo quiero que pase acá.

Boxeo para la vida

Sin querer queriendo, Diego Beltran terminó siendo entrenador de boxeo. Entrenaba en un programa que entre dos fundaciones había montado en el barrio La Honda, en Manrique. Cualquier día, por problemas, las fundaciones dejaron de subir al barrio y cerraron el salón de entrenamiento, entonces Diego pidió las llaves para seguir entrenando con sus amigos, y los niños y pelaos del barrio que pasaban por ahí paraban y se quedaban viéndolos entrenar. Así, poco a poco, algunos se fueron sumando, y empezaron a entrenaban también.

—Un día no hubo entrenamiento, el salón estaba cerrado, y cuando me vieron llegar los pelaos empezaron a decirme: “Hey, profe, ¿cómo así? ¿Cuándo volvemos?”.

No hubo vuelta atrás, Diego se convirtió en el profe, y el equipo fue bautizado como Boxeo para la vida.

—¿Por qué ese nombre?

—Porque vimos que los chicos entrenaban boxeo, pero además se estaban llevando algo en la cabeza, porque algunos que consumía drogas le empezaron a mermar al consumo para poder entrenar. Y nosotros vimos que había algo más que boxeo en lo que estábamos haciendo, y empezamos a hacer charlas sobre consumo, violencia, orientación sexual, educación.

Boxeo para la vida funciona desde 2019, aunque durante la pandemia, por las restricciones, hicieron más trabajo social que boxeo.

Pero en los años que han pasado desde entonces, Diego, que es selección Medellín de boxeo se ha ido formando para ser profe, para acompañar a los chicos. Empezó a hacerlo en sus entrenamientos con la selección. Anotaba todo lo que el profe le decía y le enseñaba, y luego lo replicaba con sus pupilos.

Así, en apenas cinco años como entrendador, ya tiene boxeadores de su equipo en la selección Medellín, en La Estrella, y una en la Selección Antioquia.

—¿Cómo influye el boxeo en la vida?

—Son muchas cosas, el autoestima, el empoderamiento… Eso se empieza a convertir en amor propio; los chicos empiezan a creer en sí mismos, y empiezan a verse de otra manera. Su postura cambia. Nosotros trabajamos sobre tres valores fundamentales que son excelencia, respeto y amistad.

—¿Qué impacto tiene veladas como la de El Tigre en los deportistas de Boxeo para la vida?

—Cuando llegamos al sitio ese día, y ellos vieron tantas personas, uno de los chicos del proceso me dijo: “Profe, toda esa gente está acá para vernos pelear”. No lo podía creer, estaba muy motivado. Yo le dije que lo disfrutara, que se subiera al ring a hacer lo que sabía. Él estaba muy nervioso porque son personas que suelen pasar desapercibidas, pero estaba feliz. Después de pelear me dijo: “Profe, cuando gané, que iba para el baño, toda esa gente iba saludándome, y yo no conocía a ninguno”. Esa es la importancia de eventos así, que los chicos tengan esas experiencias, que les den visualización y reconocimiento, porque ellos se enfrentan a muchas cosas cuando se suben al ring.

En Boxeo para la vida, a Diego Beltrán lo acompañan Verónica Vidales y Joan Vásquez. Entre todos entrenan y sueñan llevar su iniciativa por otros barrios de Medellín, porque el boxeo cuando es para la vida es para todos. Solo hace falta disposición y disciplina.





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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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