Bélgica, nuevo destino de primer nivel para el hockey sobre césped argentino – LA NACION
El fenómeno creció durante los últimos tres años: más de doscientos jugadores y jugadoras del hockey argentino se mudaron a Bélgica para enriquecer su carrera deportiva. El nivel de juego de los clubes donde firman contrato varía dependiendo de la categoría en la que la institución esté ubicada. Pero, por lo general, es un destino de primera línea en lo que concierne a nivel de juego y profesionalismo. LA NACION pudo dialogar con algunos protagonistas, cuyas respuestas presentan un consenso generalizado: la mayoría van para profesionalizarse. Algunos nombres conocidos que pasaron por la liga de ese país son los de Matías Vila (ex Los Leones); Tomás Domene, delantero del seleccionado masculino de hockey; y Carla Rebecchi, la delantera que fue campeona mundial y subcampeona olímpica con Las Leonas.
“Terminé jugando en Bélgica porque tenía ganas de vivir la experiencia europea”, cuenta Eugenia Llano (26), delantera del club La Rasante, de Bruselas. En sus inicios, Llano solía desempeñarse como delantera en el Olivos Rugby Club, pero se fue a Bélgica luego de que su primer club, Arlon, la contactara a través de una aplicación. “A Arlon llegué por Scorrd, una especie de LinkedIn de jugadoras de hockey en el que subís tu ficha técnica y te fijás a qué clubes aplicar, y qué beneficios ofrecen”.
Similar es el caso de Florencia Díaz (22), ex jugadora de Club Ferrocarril Mitre. “Me fui a jugar a Europa a los 19 años. Arranqué en Italia, pasé por Francia, y ahora estoy en Bélgica. Vine acá porque buscaba más nivel de juego[…]contacté a un coach argentino y terminé cerrando con este club (La Rasante)”. Díaz tiene un contrato semi profesional: además de jugar, debe trabajar como entrenadora.
A Arlon llegué por Scorrd, una especie de LinkedIn de jugadoras de hockey en el que subís tu ficha técnica y te fijás a qué clubes aplicar, y qué beneficios ofrecen
Tomás Domene (23) juega de delantero en el club Orée, de Bruselas. Es el único argentino radicado allí que tiene contrato profesional y experiencia en la selección argentina, y va por su cuarta temporada en suelo europeo. “Como Bélgica es campeón mundial de hockey masculino, muchos jugadores internacionales quieren jugar en clubes de acá; eso sube el nivel de la liga”. El atacante cordobés llegó allí luego de ser tentado por el técnico de su actual equipo, a quien conoció como rival en un partido disputado años atrás, cuando jugaba para Jockey Club Córdoba.
Según estos jugadores, la manera belga de vivir el hockey es muy distinta a la argentina. “En Argentina se entrena mucho la parte física; acá se le da más importancia a lo deportivo”, detalla Domene, quien estimó que hay unos doscientos jugadores argentinos jugando en Bélgica en este momento.
“Los belgas viven el hockey de otra manera; si bien la liga es profesional, pienso que en Argentina se entrena con más responsabilidad, ambición, y competitividad entre compañeros. Allá (en Buenos Aires) hay más pasión. Se respira distinto“, confiesa Díaz.
En la ciudad de Amberes reside Antonella Bruni, que se desempeña como delantera en el Royal Victory. En diálogo con este diario, explicó que la diferencia entre la liga belga y la argentina es estructural: “Allá el club es como una pequeña empresa; lo manejan como un «negocio»“. La jugadora, oriunda de San Rafael, Mendoza, y formada en el club de hockey del Colegio del Carmen, juega en Europa hace siete años. Comenzó en un club de España y luego pasó por Italia, hasta llegar a Bélgica, donde primero completó una temporada en un club de Bruselas.
Si bien destaca que, en general, jugar en las ligas metropolitanas de la Argentina arrima al jugador al radar de la Selección, competir en Europa tiene su gracia: “Es poder vivir de lo que te gusta en realidad, y tener otros objetivos. Conocer otras formas de entrenar, jugar, de vivir el hockey…Es otro tipo de experiencia“, resume.
La mayoría de los consultados juega en la División de Honor -el equivalente a la primera división de nuestro país-. Esa Liga está constituida por 14 equipos, tanto en el hockey femenino como en el masculino. Solían ser 12 participantes, pero tras la apresurada reestructuración causada por la pandemia de coronavirus, ascendieron 2 y no se admitieron descensos.
En esta edición, la primera vuelta funcionará como cualquier liga tradicional, todos se enfrentarán con todos e, inmediatamente, los primeros 8 jugarán el top 8, mientras que los 6 de abajo se verán las caras en la ronda de perdedores. De esos seis, descenderán tres, para -después de contabilizar un ascenso- quedar nuevamente con un total de 12 equipos. Los que clasifiquen al top 8 se dividirán en dos cuadros de 4, partiendo desde octavos de final en lo que funcionará como un clásico esquema de play-offs.
Como una manera de acompañar a la voluntad de los jugadores de jugar en la liga belga, el gobierno de ese país invirtió mucho dinero en el desarrollo de su torneo local. Pero fue tal el crecimiento, que ya no necesita invertir más. Así fue explicado para LA NACION por una fuente de la Royal Belgian Hockey Association:
“Cada vez hay más extranjeros, sin dudas. Una de las causas es el buen rendimiento de nuestro equipo nacional, los Red Lions (campeones mundiales y de Europa), ellos son la mejor publicidad (…) Bélgica ya no invierte tanto dinero en el hockey, pero a su vez, el hockey tiene más visibilidad en los medios y las redes sociales; en gran parte, gracias al éxito internacional de nuestras selecciones. La clase política está enterada y comenzó a hacer que las cosas mejoren. Aunque en términos de infraestructura aún estamos lejos del ideal: todavía no tenemos un estadio nacional, por ejemplo”.
