NFL

Las dimensiones desconocidas de Oier Lazkano: «He quitado trofeos de la estantería para poner libros» – Relevo


Las personas son complejas“. La frase es repetida por nuestro protagonista varias veces a lo largo de la conversación, tanto dentro como fuera de micro. Las pantallas nos muestran un mundo en dos dimensiones, pero la realidad física consta de tres y, según Paul McCartney, en realidad había siete niveles. Reducir a las personas al personaje más plano posible es tan tentador como erróneo.

A Oier Lazkano (1999, Vitoria) siempre le ha acompañado una palabra: “Animal”. No es su apodo, sino su descripción: una palabra que, en el mundillo de la bici, denota que el ciclista es tan poderoso como irreflexivo. “Animal” le llamó su compañero Mathias Norsgaard en un tuit cuando acabó segundo (¡cadena al sótano!) en A Través de Flandes, una clásica flamenca donde exhibió su potencial. “Animal” le llama uno de sus jefes, Sebastián Unzué en una entrevista con Le Puncheur, para después explicar: “Es un tipo que ilusiona y que tiene una personalidad que engancha. Es muy noble y al mismo tiempo es súper culto. Estudia y lee mucho“.

Nos sentamos con Lazkano en el CAR de Sierra Nevada, al día siguiente de su prodigiosa exhibición en la Clásica Jaén Paraíso Interior, donde estuvo escapado un centenar de kilómetros y descolgó uno por uno a sus cuatro compañeros de fuga a base de largos relevos y demarrajes desbocados. Tras alzar los brazos en la meta de Úbeda, le costó cinco minutos recuperar el resuello y ofreció una entrevista trabada por la fatiga. En nuestro encuentro, más relajado, el vigente campeón de España nos ofrece un paseo por su vida y su persona en todas sus dimensiones.

¿Has vuelto a ver la Clásica Jaén Paraíso Interior?

No, no… [ríe] Alguna story y tal que me han subido, pero nada más. Igual algún día la veo.

¿Sueles ver tus propias carreras?

Algunas. No muchas, porque no me gusta verme; pero me sirve para encontrar fallos que no percibes en carrera. Por ejemplo: piensas que estabas bien colocado en el momento clave, pero desde el helicóptero ves que en realidad ibas el 30 ó el 40. No obstante, priorizo saber desconectar de tanta carrera y tanta bici. A mí siempre me ha gustado ver carreras, pero quiero encontrar un punto medio entre mi pasión y el descanso. Si estás todo el año al 100%, acabas asqueado por mucho que te guste.

Entonces, ¿solías ver ciclismo de pequeño?

Toda la vida he visto el Tour de Francia y la Vuelta a España. Y luego cada vez me fueron gustando más las clásicas. Tengo el recuerdo de una Roubaix que ganó Boonen con una cabalgada en solitario, creo que en 2012… Y decirme: ‘Qué guay está esto. El ciclismo no sólo es el Tour y la Vuelta; hay mucho más’.

¿A quién te querías parecer de pequeño?

Nunca he tenido un ídolo. No he sido de ídolos, porque todas las personas son complejas y tienen sus puntos buenos y malos. Tampoco me gusta compararme con nadie.

¿Cuándo decidiste que querías ser profesional del ciclismo?

No ha sido tanto una decisión como un camino por el cual me ha llevado la vida. Recuerdo particularmente una conversación con Rubén Martínez ‘Peri’, director de Caja Rural-Seguros RGA que entonces estaba en el equipo ‘amateur’ con nosotros. Yo le decía que el profesionalismo era otro mundo… y él me respondió que no estaba tan lejos, y que los pros eran personas como yo. Y así es. Muchas veces, por la tele, parecen extraterrestres; pero, cuando les ves desde cerca, te das cuenta de que son personas, con sus preocupaciones, sus gustos y su forma de ver la vida. Cada persona es un mundo. Lo que ves en la tele no tiene nada que ver con la realidad.

¿Qué te sorprendió del profesionalismo cuando pasaste con Caja?

La dedicación que tiene la gente. Cómo viven el ciclismo. Pasa de ser ‘hobby’ a profesión, a un modo de vida. Pasas de viajar 80 días al año a 200. Te pasas la vida entre competiciones y concentraciones; a veces, te quedas perdido una semana por ahí entre carreras…

¿Te gusta ese ‘modo de vida’ al que aludes?

Aprendes a vivir con ello. No lo cuestionas, sinceramente. Vives así.

¿A qué has renunciado para ser ciclista?

A mucho. Especialmente, a vida social. 200 días fuera de casa significa que no puedes hacer planes con tus amigos como cualquier persona normal. Lo sufría más con 18 años; ahora ya me estoy haciendo viejo. [ríe] Pero lo aceptas. Y todas las decisiones abren unas puertas y cierran otras. Ni mejores ni peores. Estoy contento con las decisiones que he tomado.

¿Te hubiera gustado estudiar?

Sí, quiero estudiar. No hables en pasado, que estoy a tiempo todavía. [ríe]

¿Qué te gustaría estudiar?

Muchas cosas. Historia, filosofía, sociología… Ciencias del Deporte, cómo no. Cursé el bachiller tecnológico para ser ingeniero. Me gusta saber, me gusta conocer, me gusta leer y me gusta aprender. Si te soy sincero, no tengo ninguna carrera fijada… pero seguro que algo haré.

¿Qué libros te has traído a esta concentración?

Ninguno. Cuando estoy cansado, no me puedo concentrar. En pretemporada sí suelo leer. Por ejemplo, este invierno he leído un libro sobre los kurdos en Siria; otro de Campo Vidal sobre la España Vaciada; y alguno más… Los tengo ordenados en la estantería: [gesticula en el aire] ciclismo, historia y sociología. He quitado trofeos para poner libros. Me gusta más ver la estantería con libros que con trofeos, porque hay más historia, más contexto… Aunque tampoco he quitado todos los trofeos. En el hueco de dos trofeos caben diez libros, así que he quitado cuatro.

Cuéntame alguna carrera de la que te sientas particularmente orgulloso.

Muchas. De Clásica Jaén Paraíso Interior, por ejemplo. Me vale con cumplir los objetivos que yo me haya marcado para esa carrera, o una acción concreta… No hace falta que se traduzca en un número en ProCyclingStats.

¿Dirías que ésa es la mentalidad prevalente en el pelotón?

Cada vez más. El ciclismo está cambiando. Ya no vivimos como si estuviéramos en un seminario: rezando, entrenando, comiendo poco… Ahora se entiende al ciclista como persona.

¿Ha desaparecido la obsesión por los números, entonces?

No, en absoluto. Cada vez hay más; particularmente, entre los jóvenes. No obstante, ese número ha pasado de ser sólo el peso a tomar en cuenta muchos otros. Hace 15 años, pesar dos kilos de más te convertía en un gordo. Ahora, se miran los vatios de forma enfermiza y hay chavales que se cruzan por haberse quedado 10 vatios cortos entrenando. Es un problema, y hay que saber contextualizar todo eso.

Toda la vida se ha dicho: «Oier Lazkano es un animal». ¿Cómo te sienta escucharte descrito así?

No lo sé, y prefiero no opinar sobre mí mismo. Efectivamente, tengo valores buenos; siempre los he tenido. Califícalo como quieras. Ni me va ni me viene. Soy consciente de que no voy mal, y es algo bueno siempre.

¿Qué ciclista te gusta ser?

Me gusta descubrir mundos. En España, como te decía antes, el tema clásicas siempre ha estado apartado. Es un mundo que he descubierto y me gusta. Cómo soy en carrera depende de cuán motivado salga. Estoy aprendiendo a correr con más temple, algo que antes no tenía. Antes de moverme respiro y hago el ejercicio de imaginar que me estuviera viendo por la tele. ¿Y si ataco ahora? Si faltan 80 kilómetros a meta, ¿qué haces? ¿El gilipollas? No tiene otro nombre. Así aprendo a leer mejor la carrera.

Dentro de Movistar, ¿quiénes son las personas de las que más estás aprendiendo?

Yo aprendí mucho en La Vuelta del año pasado con Nelson Oliveira y, sobre todo, con Imanol Erviti. La manera que tenía de correr, de leer la carrera, de estar en el sitio… Y la tranquilidad con que lo hacía. Es una más de esas cosas que no se ven desde la tele. Es un ciclista que ha marcado mucho a todo el equipo.

A Txente García Acosta le gustabas ya antes de estar en Movistar Team.

De Txente he aprendido mucho también. Ha vivido todos los ciclismos y sabe enseñar.

¿Es diferente el Txente real del Txente de Netflix?

Todas las personas son diferentes en la tele y en la vida real. Todo el mundo que sale en el documental de Netflix muestra otras facetas y maneras de ser en la realidad. Eso no implica que la que salga en el documental no exista, que sea mentira, que sea impostado… Sino que las personas son complejas. Y Txente, como todo el mundo, hay días que se despierta con más ganas y más ánimo y otros que menos. No puedes basar las percepciones de una persona en lo que ves en la tele o en un documental, porque las personas son complejas. La manera de ser que muestra en el documental es simplemente una forma de relajar tensiones, de echarse cuatro risas y calmar un poco el ambiente.

Hablemos de las clásicas. ¿Cuáles son las que más te llaman la atención?

Sólo he hecho la campaña de clásicas una vez, así que no sabría decirte una. Quiero conocerlas, porque no siento que las conozca. El Tour de Flandes, por ejemplo, no lo he terminado nunca. El año pasado simplemente tuve un día bueno. Un día.

Ese día, en A Través de Flandes, ¿mostraste tu nivel real en clásicas o más bien el nivel que puedes alcanzar?

Ambas. Mostré mi nivel de ese momento. Pero insisto en que me falta conocer las carreras. Un belga sabe que, en la cima de tal repecho, después de una casa, va a entrar el viento. Tú en cambio vas allí y estás perdido. Piensa que el propio Tour de Flandes se disputa en 50 kilómetros a la redonda, así que imagina cómo de importante es conocer el terreno. Yo no conozco eso. He estado sólo un año allí; apenas dos semanas… Todavía no sé cuáles son mis límites.

¿Qué calendario harás esta temporada?

Metí la Clásica Jaén Paraíso Interior de improviso, dividiendo una concentración en altitud aquí en Sierra Nevada. Bajaré para el ‘Opening Weekend’ flamenco y seguiré con París-Niza, la campaña de clásicas y una gran vuelta. Todavía es pronto para saber cuál. Me gustaría conocer el Tour, pero también repetir en La Vuelta. Son carreras bonitas, ambas; 26 días en los que te pasan 40.000 cosas por la cabeza. Psicológicamente es muy duro, pero así es el ciclismo.

Tras ganar en Jaén, mencionaste un cambio en la metodología de trabajo del equipo. ¿Cómo lo explicarías?

Ahora tenemos dos nutricionistas que han estado con nosotros en carrera, en la concentración, y nos enseñan. No es algo mágico; es sólo una vuelta más de tuerca. El ciclismo cada vez se parece más a la Fórmula 1. Cada carrera trae un ‘paquete’ de mejoras: un cuadro nuevo, un manillar nuevo, un buzo nuevo… Ahora llevamos rayitas en las mangas. Como te quedes atrás, estás perdido. Y eso pasa con los equipos ProConti [segunda división mundial a la que pertenecen Burgos BH, Euskaltel-Euskadi, Equipo Kern Pharma y el Caja Rural-Seguros RGA donde se formó Lazkano]: que hace cinco años era muy factible que disputaran una etapa en una prueba WorldTour, y ahora ni se acercan.

El cisma es cada vez más grande.

Todos los WorldTour contamos con el mejor material del mundo, con apenas dos o tres excepciones. Si somos buenos y encima contamos con el mejor material y el mejor staff, es normal que haya un cisma. Hay una gran diferencia entre contar con 20 puntos de avituallamiento y salir sólo con 2 bidones. Son pequeños aspectos en los que hace falta mucha inversión a la que un ProConti no puede llegar y un WorldTour, en cambio, sí. Requiere mucha logística y mucho personal. Es otra cosa que no se ve desde la tele.





Source link

Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button