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El fenómeno Caitlin Clark ya es más que la NBA, el béisbol e incluso que los Globos de Oro – Relevo


Tiene al mundo del baloncesto rendido a sus pies. Pocas veces se había visto un fenómeno así en el deporte universitario y apenas LeBron James y Victor Wembanyama habían generado tanto impacto antes siquiera de pisar una cancha profesional. Se la ha comparado con Curry, ha superado las marcas de Maravich y de cualquier otro jugador o jugadora en la historia de la NCAA y ha cambiado el paradigma que ponía por delante en interés e ingresos al baloncesto masculino del femenino.

Caitlin Clark ha roto con todos esos estereotipos y ha demostrado que el talento no entiende de géneros, pero sí de desafíos. Los que le quedan por cumplir antes de llegar a la WNBA. De momento ha superado la primera piedra como era dejar atrás a LSU y a Angel Reese. Su némesis, que la temporada pasada le dejó sin título nacional en el partido más visto en la historia del baloncesto femenino universitario con 9,9 millones de espectadores y superando los 12,5 millones de pico.

Hoy esos números son una nimiedad ante los que ha dejado su último duelo. El partido más visto del baloncesto universitario femenino, punto. No de esta temporada, no de la década, o el siglo: de la historia. El Iowa ante LSU celebrado la madrugada del lunes al martes con un billete para la Final Four como premio entra directamente en los libros de historia del deporte femenino. Porque 12.3 millones de espectadores en promedio sintonizaron ESPN para ver a Caitlin Clark y sus compañeras vengarse de Angel Reese. En un momento de la noche se juntaron 16 millones de personas viendo el encuentro, la cifra más alta para un partido de baloncesto femenino. Y una que compite contra la mayoría de eventos deportivos en los Estados Unidos.

Porque ese 12.3 es un mayor promedio que las World Series de beisbol o que todos los partidos de las finales de la NBA a excepción del quinto y definitivo. Es más que cualquier partido de baloncesto universitario, chicos y chicas, en la historia de ESPN o que cualquier partido de MLB, NBA, NHL o MLS el año pasado, excepto ese Heat contra Nuggets que decidió el anillo. Más que la ronda final del Masters de golf o incluso los Globos de Oro. Es el partido de baloncesto más visto en ESPN desde el séptimo partido de las finales de conferencia 2018 entre Celtics y Cavaliers, y el encuentro más visto en televisión por cable desde que Kansas y North Carolina se jugaran el título nacional en 2022.

Hasta el año pasado, cuando la final llegó a 9.9 millones de espectadores, el récord en ESPN era de 5.68 millones cuando Sue Bird y Diana Taurasi consiguieron el título para UConn ante Oklahoma en 2002. El récord total seguían siendo los 11.83 millones para el USC contra Louisiana Tech en la final de 1983, todavía en CBS. Kim Mulkey, entrenadora de LSU, jugaba para Louisiana entonces. Todas esas marcas han quedado para la posteridad con la llegada de Caitlin Clark, que sigue rompiendo récords y haciendo historia. Y falta saber a qué cifras llega en una semifinal donde se juntan la jugadora que más atención atrae y la universidad con mayor número de seguidores en el baloncesto femenino: Clark contra UConn.

Porque el impacto que Clark ha tenido en el baloncesto femenino no tiene comparativa. En los cuatro partidos que ha jugado en el torneo entre ESPN y ABC, suma un promedio de 6.83 millones de espectadores. “Solo el hecho de formar parte ya es histórico” decía Angel Reese tras la derrota. “No importaba quién ganara, se sabía que hoy iba a ser una noche para el recuerdo en el deporte femenino, y solo el poder estar es algo único” aseguraba. También fue el partido de baloncesto femenino con más apuestas realizadas, otra métrica que sirve para analizar la cantidad de dinero que mueven. “Ahora mismo el baloncesto femenino es un movimiento, y está en los hombros de estas jugadoras” explicaba Isis Young, analista de televisión. “Y es el momento perfecto para llevarlo al siguiente nivel”.

Una trascendencia que no sólo tiene reflejo en las cifras de audiencia. También lo tiene en el dinero que genera. Para poner en contexto lo que se ha conseguido esta temporada en la NCAA cabe recordar que ESPN, el gigante multimedia estadounidense, ha firmado un nuevo contrato televisivo con el ‘March Madness’ (las eliminatorias por el título) del torneo femenino por 65 millones de dólares. O lo que es lo mismo, 10 veces más que el anterior contrato televisivo por esos mismos partidos.

Para hacernos una idea, el torneo masculino recibe 900 millones de dólares cada año en contratos televisivos y Amazon pagó a la NFL 100 millones de dólares por un sólo partido, el del Black Friday del curso pasado. Pues bien, el duelo entre Clark y Reese les ha superado a todos por mucho menos dinero.

Récord también en el precio de las entradas

La fiebre por Caitlin Clark ha superado cualquier expectativa. Así se ha visto durante la temporada con colas kilométricas para conseguir su autógrafo, con un constante ‘no hay entradas’ en todos los pabellones que visitaba y un registro jamas igualado en la historia del baloncesto universitario: el precio de las entradas para ver el partido en el que superó el récord anotado de la NCAA de Pete Maravich. Unos tickets que costaron de media 550 dólares, llegando a superar los 4.500 dólares.

Esa fiebre se ha trasladado también a la Final Four, donde su duelo ante Paige Bueckers -otro talento generacional que estará entre las primeras elecciones del draft en 2025- ha generado más interés que ninguna otra edición del torneo universitario. Hasta el punto de que las entradas para ver los partidos del cuadro femenino, que se celebrará en Cleveland, casi doblan en precio a las del torneo masculino, que tendrá lugar en Glendale, Arizona. Las entradas más baratas para ver a Clark y compañía han alcanzado los 970 dólares, por los 571 de las masculinas.

Un contrato profesional de sólo 80.000 dólares

Clark es una de las 30 atletas mejor pagadas en la NCAA y a base de acuerdos promocionales y patrocinios, su cuenta bancaria ha superado los 3 millones de dólares esta temporada. En su mudanza a la WNBA se puede llevar con ella a la mayoría, aunque su salario de entrada será de solo 80.000 dólares si sale elegida como número 1. Eso sí, se espera que a la larga, solo por su acuerdo con Nike, sus ingresos superen las decenas de millones de dólares, pero eso será a partir de junio. Primero toca ganar la NCAA.

Algo con lo que lleva soñando desde que era niña y le tocaba jugar con sus hermanos en el patio de casa. Lo hacía a hurtadillas. Sin que su padre se enterase porque le había prohibido tirar de lejos. La norma duró hasta que cumplió los diez años. Pero muchos días, cuando llegaba temprano a la escuela, se iba con sus hermanos Blake y Brent a la cancha y se ponía a tirar. Hoy esos lanzamientos lejanos se han convertido en un cartel de Nike para conmemorar su récord anotador. No hay tiro demasiado lejano.

Al menos no para Clark, que desafió la lógica siendo niña, cuando le dio por jugar al baloncesto y no encontró un equipo de chicas al que unirse. Lo hizo en un equipo masculino y ahí comenzó a labrarse el nombre que es hoy, entre codazos, faltas y las protestas de los padres que decían que no debería estar jugando con chicos. La actitud de padres y rivales la llevaron a retirarse llorando de la pista en su primer partido. “Cuando estés lista te vuelvo a sacar”, le dijo su padre. En ese momento Clark dejó de llorar y empezó a ser ella la que abusara de sus rivales, independientemente del género. Hasta hoy.





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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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