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Nadal lo da todo, pero no puede con Zverev y queda fuera ¿de su último Roland Garros? – La Razón


Rafa Nadal no iba a marcharse de Roland Garros 2024 sin más, en un partido soso, recibiendo una paliza. Lo hizo en una batalla de algo más de tres horas contra Alexander Zverev (6-3, 7-6 (7/5) y 6-3), el cuatro del mundo, reciente ganador de Roma y posiblemente el tenista en mejor forma del circuito. Jugó un encuentro extraordinario el alemán, pero tuvo sus oportunidades el español, sobre todo en el segundo set, en el que dispuso de su saque para llevárselo. Lo perdió en blanco. Siguió buscando Rafa, pero le faltó un punto para conseguir sacar adelante uno de sus encuentros imposibles.

Ha sido la mejor versión del español en mucho tiempo. Fue competitivo, después de venir de dos años prácticamente en blanco por las lesiones. Eso, en el fondo, confirma su idea de no querer adelantar el adiós. Tras esa trayectoria reciente de desgracias todo apunta a que 2024 va a ser su último año, pero si el cuerpo no le duele como lo ha estado haciendo, su intención es seguir. Por eso no quería homenajes al acabar, aunque sí aceptó quedarse en pista para dedicar unas palabras a todo el mundo. “No sé qué deparará el futuro y no sé si volveré a jugar aquí. No estoy cien por cien seguro”, aseguró. “Puede que dentro de dos meses diga hasta aquí, suficiente, pero no lo sé”, añadió. Está pendiente de su cuerpo, de su físico, que esta vez no le falló. Sí le pudo faltar algo de ritmo y de competición. “Espero volver a veros otra vez”, concluyó el 14 veces ganador en esa pista.

Que hablara el perdedor fue una señal de que no era un partido más. Pero hubo muchas otras. Por ejemplo, que el vencedor, Zverev, casi se quedara sin palabras, diera las gracias a su rival por todos estos años, e incluso se quitara de en medio: “Hoy no es mi momento, es el momento de Rafa”, afirmó el alemán. Si se miraba a la grada, también había signos de que se estaba viviendo algo histórico que nadie quiso perderse. La pista, llena, en lunes. La afición, volcada con el español como si fuera uno más de los suyos. ¿Acaso no lo es? Si hubo un momento en el que a Rafa no le querían los seguidores franceses, eso fue hace mucho. Le adoran. Más de uno, de dos y de cien lloraron. En el palco del balear estaba su tío Toni, por ejemplo; y en directo lo vieron Swiatek, la número uno del mundo que siempre ha mostrado su admiración por Nadal; Djokovic, aunque mañana se estrena en París; o Carlos Alcaraz.

La atmósfera que se respira en cada aparición de Nadal es especial. El adiós en Madrid, donde sí tuvo despedida; las miles de personas que había en Roma esperando a que apareciera cuando perdió con Hurkacz y lo que sucedió en Paris. Como no se sabe si va a ser la última vez de Rafa a cada lugar al que va, todo el mundo va a verlo como si lo fuera, con los pelos de punta.

Comenzó mal el encuentro para el manacorense, con un break en contra en blanco, pero fue creciendo, especialmente fino con el revés cruzado y mostrando en todo momento determinación ante un rival que está en el pico de su carrera. También sabe lo que es sufrir Zverev tras romperse el tobillo, precisamente en esa pista contra Nadal, en 2022, en las semifinales. Estuvo todo ese año rehabilitándose y después necesitó otros siete u ocho meses para volver a ser el que era… O mejor. Es un tenista más completo ahora: ya no duda con el segundo saque (antes cometía muchas dobles faltas), tiene más seguridad con la derecha, y el revés es tan bueno como siempre. De cabeza también resistió. Fue de hierro. Porque Nadal hubo un momento en el que voló en la pista. El primer set fue a remolque el zurdo, pero en un momento del segundo, activó el modo caníbal. Después de salvar un 15-40 saltó, sacó el puño y se metió al público en el bolsillo. Convirtió la Chatrier en una caldera para lograr la rotura él al juego siguiente. Estuvo 5-4 en ese segundo parcial Rafa, pero se encontró con la mejor versión de Zverev cuando sirvió para cerrar, y recibió la rotura en blanco.

Las condiciones de humedad no ayudaron a la que la derecha con bote de Nadal hiciera daño, pero sí sacó alguna paralela marca de la casa, dejó el clásico passing en carrera que levanta a los aficionados y estuvo acertadísimo en la red.

El tie break del segundo set lo decidió por detalles y aunque en el tercero empezaba a vérsele algo más cansado, cada juego era una guerra: bolas de rotura para los dos y ocho o diez minutos en cada turno de saque. También llegó a tener ahí un break de ventaja Rafa, 2-0, pero la respuesta de Zverev fue rápida.

Una derecha fuera fue el último golpe de Nadal en la Philippe Chatrier. ¿El último de siempre? Quién sabe.

Así vivimos el partido minuto a minuto



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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