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Chema Alonso, el 'hacker' más famoso de España: «Me saqué Ingeniería Técnica de Sistemas en la cafetería La Flecha de Móstoles» – El Mundo


Con solo 12 años vio en una pared el dibujo de un robot hecho con spray en el que se podía leer: «Clases de informática: apúntate al futuro». Era el anuncio de la Academia RUS, en el mostoleño barrio de La Loma, donde Chema Alonso pasó su infancia y juventud, y aunque en ese momento no lo sabía, era el inicio de una impresionante trayectoria que le llevaría a convertirse en una destacada figura del mundo de la tecnología y la ciberseguridad en nuestro país.

Muchos le conocen como el hacker de Telefónica, aunque concretamente es su Chief Digital Officer. «De forma resumida, nuestra unidad lo que hace es tecnología para el grupo Telefónica, así como todo lo que tiene que ver con la innovación y las nuevas tendencias, como pueden ser la inteligencia artificial o los sistemas de cifrados cuánticos», explica. «Luego hay una parte donde trabajamos con Wayra, que es nuestra empresa de inversión en startups». Alonso dice que esa faceta le divierte mucho porque trastea con las ocurrencias más divertidas, al igual que las que surgen de su equipo de Ideas Locas, el laboratorio donde prueban conceptos vanguardistas de forma inmediata. «Siempre usamos el what if. ¿Qué pasaría si…? ¿Y si hacemos esto? Le llamamos preinnovación porque no seguimos ninguna regla, lo hacemos al espíritu más hacker posible, y a partir de ahí decidimos si vamos a hacer una patente, un producto o bien abrir otra línea de investigación».ç

Alonso con Miguel, el conserje de su instituto (el Ana Ozores, ahora reabautizado como Juan Gris).Sergio Enríquez

Para iniciar este recorrido por Móstoles que finalizará en la Academia RUS, le citamos en el instituto donde estudió los tres años de Bachillerato (en aquella época BUP) y COU. Allí le recibe Miguel, el conserje. «Estaba aquí desde el día en que se inauguró el centro, cuando se llamaba Ana Ozores. Ahora ha pasado a ser el Juan Gris», explica. En la conversación surgen nombres como Baldomero, el profesor de Filosofía, o Fátima, la de Química. «Algunos eran muy estrictos, otros eran más de lecciones de vida. Gente muy preocupada por los estudiantes». El conserje también recuerda con Alonso el día que regresó al instituto, siendo ya ex alumno, para solicitar hacer allí el voluntariado social, una alternativa al servicio militar obligatorio.

«Al principio me dijeron que no porque no lo habían hecho nunca y los trámites para pedirlo eran muy complicados». Cuando ya se iba, vio que en Secretaría tenían el programa de las notas de las actas roto y lo arregló. Eso debió de impresionarles, porque ya en la calle, llegó corriendo el jefe de estudios y le dijo que lo habían pensado mejor. Alonso promovió un aula de ordenadores que le cedieron desde Caja Madrid. «Eran 386, y yo mismo monté la red». El hacker estuvo de esta forma otro año en el instituto, y tras sacarse el CAP regresó de nuevo para hacer las prácticas dando la clase de Tecnología. De su paso por el instituto, Alonso guarda otro grato recuerdo de un viaje a la Expo de Sevilla en 1992: «Visitamos La Alhambra y la Exposición Universal. Ahí estuvimos en el Pabellón del Futuro de las Telecomunicaciones, y eso me impactó».

En este recorrido con GRAN MADRID por todos esos lugares que marcaron su biografía, Alonso recuerda los cinco kilómetros que caminaba cada día para ir y volver al Ana Ozores desde su casa, en la calle Barcelona. «Entonces, en Móstoles solo había una línea de autobús que salía desde el centro, en la calle Constitución, cerca del Simago. De hecho, cuando nací ni siquiera había hospital, y las madres tenían que ir a dar a luz a Madrid. De hecho, tampoco había casi institutos ni colegios. Cuando empecé la EGB, la ciudad está creciendo y en primero voy a un colegio, el Fausto Fraile, en segundo me mandan a otro, también de forma temporal, el León Felipe, y hasta tercero no construyen uno nuevo, el Pablo Sorozábal, que es en el que me quedo fijo». En aquel momento, empiezan a construir tantos institutos que les van poniendo números, como el Móstoles VII (después Ana Ozores), el VIII…

El ‘hacker’ posa cerca del colegio Pablo Sorozábal de Móstoles, donde estudió desde tercero de EGB (la antigua Educación General Básica).Sergio Enríquez

Frente al Pablo Sorozábal, recuerda cómo mataban el tiempo entonces. «Jugábamos a las chapas, a la lima o cambiar cromos», dice nostálgico de camino a la cafetería La Flecha, la siguiente parada de esta ruta vital. Ahí fue donde Alonso pasó innumerables horas estudiando Ingeniería Técnica de Sistemas. «De mi casa a la Universidad Politécnica había casi dos horas, así que aprovechaba más el tiempo estudiando en la cafetería, que es donde realmente me saqué la carrera. Yluego daba clases particulares a estudiantes, muchas también allí». Tras licenciarse, Alonso se sacó la Ingeniería Superior de Informática y el doctorado en la Juan Carlos. En esa misma universidad recibió el doctor honoris causa.

Aunque Alonso ha destacado por sus amplios conocimientos en ciberseguridad, lo que le gustaba en sus tiempos de estudiante era programar y las bases de datos. Su proyecto de fin de carrera se centró en geometría computacional. «Conseguir, dada una nube de puntos, encontrar el par de puntos más próximos dentro de esa nube utilizando un algoritmo de recta de barrido, que es encontrar las dos personas que hacen match en Tinder, por ejemplo, para que la gente lo entienda en la práctica», explica divertido.

En la cafetería La Flecha de Móstoles, donde estudiaba mientras hacía la carrera y daba clases de repaso.Sergio Enríquez

Alonso se adentró en el terreno de la ciberseguridad a través de una técnica de fallo de seguridad en bases de datos que se llama SQL injection, descubierta en 1998. «Fue el fallo más famoso de internet en aquel momento», explica.

Sin perder su adn divulgador, la charla se extiende entre explicaciones sencillas de los conceptos más abstractos. Recurre, así, a todo tipo de ejemplos prácticos o metáforas fáciles de entender, y casi siempre desde el humor. Gracias a esta labor divulgativa, hace unos años consiguió que la RAE admitiera una segunda acepción en el término hacker. «Hay mucha gente que lo usa como si fuera un ciberdelincuente, pero para nosotros no tiene nada que ver. Para nosotros un hacker es una persona que lleva los límites de la tecnología más allá de los que ésta inicialmente tenía cuando se creó». A través de una campaña en Change.org lo consiguió. El propio Arturo Pérez-Reverte le dijo: «Chaval, la vamos a cambiar, no te preocupes, que llevas razón». Y añadieron esa segunda definición.

La mente de Alonso siempre está en ebullición. A finales de los 90 creó, junto a su amigo de la infancia Rodol, la empresa Informática 64, que dio trabajo a 60 personas y que recibió el Premio de la Cámara de Comercio de Móstoles. Algunos de sus proyectos más recientes son Singularity hackers, que consiste en una batería de preguntas para saber qué profesión relacionada con la ciberseguridad se adecúa mejor a un perfil determinado. «Eso no quiere decir que estés preparado, luego tienes que formarte», especifica. Otro es MyPublicInbox, un buzón para escribir a personas públicas. «Cualquiera que quiera contactar con gente relevante como Iker Casillas, Arturo Pérez-Reverte o José Luis Garci, por ejemplo, o con profesionales del mundo de la empresa, lo puede hacer». Se trata de evitar spams y correos innecesarios, y para poder usar el servicio se compra una moneda virtual que luego se dona, por ejemplo, a proyectos sociales.

Con José, el quiosquero que le vendía cromos y cómics.Sergio Enríquez

Y por fin llegamos al barrio donde vivía este singular directivo que hace dos años fue elegido por Forbes uno de los 50 CMO (Chief Marketing Officer) más importantes del mundo. Ahí nos esperan su madre y su quiosquero de toda la vida, José. «Era donde compraba los cómics de pequeño, mucho Marvel. Me vendía también los cromos. No había internet, así que todas las revistas de ordenadores como la MicroHobby las tenía que comprar en el quiosco». El paseo concluye en la puerta de la que era la Academia RUS, donde empezó a programar con 12 años. «Teníamos un profesor, Teo, que nos hablaba de libros de ciencia ficción. He intentado encontrarle, pero no lo he conseguido». Alonso aprendió a programar en Basic con un ordenador Dragon. Sus padres le vieron tan contento que decidieron hacer el esfuerzo de comprarle un Amstrad CPC 6128. «Costaba unas 85.000 pesetas, que era como el salario de un mes de una familia», apunta. A esa misma academia llegó la invitación para participar en un concurso de Radio Nacional de España, Bienvenido Mister Chip. Con sus 12 años, Alonso se presentó y ganó un ordenador Epson PJ/1 «con dos disqueteras y sin disco duro».

En la puerta donde estaba el aula de la academia RUS. Ahí empezó a programar con 12 años.Sergio Enríquez

Antes de la despedida, aún hay tiempo para hablar de temas como la inteligencia artificial, otra de sus pasiones, o sobre las películas de ciencia ficción que se adelantaron a todo lo que vendría después. «Me gusta más Blade Runner que 2001: Una odisea en el espacio, y mira que Kubrick me flipa. Tron era una película que la ves de niño y dices ¡ostras!». De hecho, Alonso hablaba muchas veces con su amigo Rodol sobre esta historia en la que los programas de ordenador son los protagonistas. «Creo que empezamos con la informática al mismo tiempo por Tron».

En cuanto a las inteligencias artificiales, el hacker de Telefónica cree que conseguirán superar al ser humano en todas las destrezas, pero habrá algo que nunca lograrán. «Si tú le dices a una persona: ‘¿Te suicidarías por tu hijo?’, probablemente te va a decir que sí. El 90% de las personas lo haría. Creo que eso en la inteligencia artificial se podrá llegar a simular, pero no creo que venga de serie como en nuestro caso», analiza. Alonso da otro ejemplo sobre este imparable avance de las IA. «Si ves a una persona pegándole tiros a una tostadora, piensas que está loco. Pero si la tostadora tiene cara humana, está llorando y suplica clemencia, generaremos empatía por ese ente artificial. Eso nos va a hacer entrar en otra era, porque querremos darle derechos y el mundo cambiará». Palabra de Alonso. Palabra de hacker.

1. Una comida. El cocido me flipa, me encanta. En mi casa lo hacen. Yo no sé cocinar. Solo de supervivencia: el entrecot a la plancha (vuelta y vuelta), ensalada, verduras y cosas así de sencillas.

2. Un recuerdo. Los conciertos de Rosendo en Las Ventas. Quise contratarlo para que viniera a Telefónica y me dijo que no hacía bolos para empresas. Entonces le pedí a su representante estar con él y fui a Granada, donde me recibió en el backstage. Le dije: «Dios, las ganas que tenía de conocerte», y respondió: «Y yo de conocer a un hacker como tú». También soy muy de la época de los heavys: Iron Maiden, Metallica… He ido a muchos conciertos, muchísimos. Offspring, Anthrax, he ido al Monsters of Rock varias veces… Antes en pista, ahora de mayor ya empiezo a ir sentado.

3. Plan de domingo. Llevo a mis niñas a patinar. Después me gusta hacer una caminata por la Casa de Campo. También me relaja mucho leer. Ahora mismo estoy con ciencia ficción y cómics. En concreto, estoy leyendo El Castigador. El manga es lo único que no consumo.

4. ¿Y por la noche? Ir a un concierto de los Despistaos.





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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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