Explicando el peor dato de España en Roland Garros desde 1983: “El tenis actual va contra nuestro ADN” – Relevo

París.- “¡Vamos, Carlitos, que venimos desde Albacete!” Subidos a la valla que separa la pista 14 de la 15 y la 16, estas dos últimas reservadas únicamente para entrenamientos, cuatro aficionados con una bandera de España gritan a Carlos Alcaraz, que acaba de terminar su calentamiento antes del partido ante Sebastian Korda.

Estos cuatro aficionados –“Nos hemos gastado más de mil euros”, dice uno- venían con la idea de ver estos días a Alcaraz, a Rafael Nadal y a algún español más. Pero en el orden de juego del viernes, con partidos de tercera ronda, sólo hay un español: Alcaraz. Y en el del sábado sólo está Paula Badosa. Algo falla: es el peor dato para el tenis patrio en la tercera ronda de Roland Garros desde 1983. La friolera de 41 años. El tenis, casi, en blanco y negro.

¿Qué ha pasado para que la gran potencia de la tierra batida de las últimas décadas esté en los huesos en el Grand Slam francés? Fernando Luna y José Higueras fueron los dos únicos españoles que llegaron a la tercera ronda en París en 1983. Desde entonces, siempre ha habido por lo menos tres y en algunas ediciones no bastaban los dedos de las dos manos para contarlos. Desde 1989 hasta ahora, España ha levantado 23 títulos en Roland Garros entre los cuadros masculino y femenino, pero el dominio ha ido mucho más allá de las copas: la clase media siempre respondía, con una presencia constante en los octavos y los cuartos.

Poco o nada queda de aquello. La delicada situación de Rafael Nadal, la retirada algunos nombres de la mejor generación del tenis español -los David Ferrer, Fernando Verdasco, Nicolás Almagro, Tommy Robredo o Feliciano López, por nombrar unos pocos- y el reciente adiós de Garbiñe Muguruza y Carla Suárez dejan a Alcaraz y Badosa (y ella con un problema de espalda crónico) como casi únicos exponentes de lo que antes era un imperio. Junto a ellos, sólo Alejandro Davidovich luce un tenis capaz de apuntar hacia los puestos más altos de la clasificación. El 2023, como se puede ver en el siguiente gráfico, fue el peor de todo el siglo en cuanto a número de finalistas españoles. Los datos no auguran un futuro brillante más allá de las aventuras de Alcaraz y quizás de Badosa.

“Por atrás faltan jugadores y es algo que me pone bastante triste. En el tenis español siempre hemos tenido muchísimos jugadores y yo misma me he inspirado en Rafa, Verdasco, Ferrer, Garbiñe, Carla… Ahora tenemos un fuera de serie, que es Alcaraz, un jugador con mucho potencial y capaz de todo como Davidovich y en la parte femenina está costando más”, decía Paula Badosa hace unos meses en Australia.

Pero al margen de la calidad de los tenistas, hay más causas que explican la sequía de España en Roland Garros. Eso es lo que opina por lo menos Álex Corretja, doble finalista en la tierra batida de París y ahora comentarista de Eurosport.

“Todo el tenis se ha equilibrado mucho y ahora se juega con muchísima fuerza. Han desaparecido los especialistas en superficies. En el lado masculino, por ejemplo, antes se jugaba mucho más liftado y ahora se juega más plano y más directo. Eso hace que nuestro estilo de juego, que es jugar con mucha parábola, se esté viendo afectado“, responde a Relevo por los pasillos de Roland Garros.

El tenis de ahora pertenece a los jugadores altos, fuertes, corpulentos y que pegan a la bola como si no hubiera un mañana. En España, cantera por excelencia de la tierra, ha primado siempre la estrategia y la táctica sobre la velocidad. “Además, ahora hay mucho jugador del este y a nosotros en comparación nos falta envergadura. Eso hace que esté costando más el desarrollo de nuestro tenis“, continúa Corretja.

“Todo el mundo juega un estilo muy parecido. Golpean durísimo la pelota y nosotros tenemos que potenciar eso en nuestro tenis. El tenis actual va contra nuestro ADN. Nosotros tenemos un ADN muy característico, que prima la consistencia por encima de la potencia, pero la actualidad dificulta el desarrollo del tenis español“, insiste el hombre que llegó a ser el número dos del ranking ATP.

En opinión de Alcaraz, otro de los asuntos que hay que tener en cuenta para valorar la estadística es el nivel del tenis en general. “Hay muy buenos jugadores en el cuadro y el nivel de los de atrás ha aumentado mucho. Las primeras rondas son una auténtica piedra. Mira Davidovich, que le tocó con Ruud en segunda ronda. No sé si el nivel de los españoles ha bajado, pero sí que ha aumentado de los que están de 70 para arriba“, dice el murciano. “Además, en los años anteriores estaba claro que había un español mínimo que iba a pasar todas las rondas, eso era una gran ventaja para nosotros”.

La importancia de la pista rápida

En ese sentido, hay que destacar que el tenis en tierra batida tiene cada vez menos importancia en el calendario. Basta un dato: en 1994 se disputaron 34 torneos en arcilla y en 2024 habrá únicamente 21, la cifra más baja desde que se creó el circuito ATP. Consecuencia de ello y de la evolución del tenista español es esta tabla, donde se ve el porcentaje de títulos de los tenistas españoles logrados en tierra batida. La tendencia es claramente a la baja.

Como la mayoría de los puntos que deciden el ranking se disputan sobre pista dura, en las escuelas y en las academias cada vez se insiste más en crear patrones de juego para ese tipo de canchas. Además, la pista dura ahora mismo es mucho más lenta que en los 80 y 90, cuando muchos españoles le tenían alergia. Hoy en día es mucho más fácil adaptarse.

“Cuando éramos pequeñas se entrenaba la mayor parte del tiempo en tierra batida”, decía a Relevo Conchita Martínez, campeona de Wimbledon. “Con los años todo ha ido evolucionando y el juego se tiene que adaptar a jugar en dura. En las escuelas ahora se está enseñando eso, a jugar más plano, con más potencia, puntos más cortos…”

La extenista está estos días en París en el banquillo de Mirra Andreeva, la gran perla rusa. Y mira de reojo lo que hacen los tenistas españoles. Pero cuando queda más de una semana de torneo, a España ya sólo le quedan dos balas. Lo (casi) nunca visto.