Salchichas, paraguas y biberones de Mozart: el rentable negocio de ‘exprimir’ al genio de la música – El Periódico de España
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La imagen del genial músico austriaco Wolfgang Amadeus Mozart lleva mucho tiempo sirviendo como atractivo reclamo comercial para que cada vez más marcas y empresas de toda índole engorden su facturación. Al margen del incesante goteo de nuevas ediciones de sus obras musicales y de las ventas que cada grabación procura a intérpretes y casas discográficas, el rostro del popular niño prodigio del siglo XVIII y su nombre se han convertido en un eficaz señuelo que sirve tanto para atraer a turistas a su Salzburgo natal como para vender licores, salchichas, albóndigas, cervezas, yogures, agua mineral, paraguas o mochilas, por citar algunos ejemplos del inmenso catálogo mozartiano. “Il catalogo è questo”, habría cantado el Leporello de su ópera Don Giovanni.
Ya en 2006, el año en que se conmemoraba el 250 aniversario del nacimiento del compositor, Arthur Oberascher, director de la oficina que promocionaba por entonces en el exterior la imagen de Austria, aseguraba que “Mozart se encontraba entre las mayores marcas el mundo” y estimaba el precio de la misma en 5.000 millones de euros, lo que constituía toda una paradoja si se tienen en consideración las penurias económicas que llegó a atravesar el genio de la música que compuso su primera ópera a los ocho años.
Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart (nombre con el que fue bautizado), falleció a los 35 años en Viena el 5 de diciembre de 1791. Su viuda, Constanze Weber, dejó en manos del barón Gottfried van Swieten los preparativos del funeral. La difícil situación económica de la familia obligó a que el enterramiento fuese de tercera categoría, representando un coste de poco más de ocho florines. El compositor de Salzburgo sería enterrado de forma modesta en una fosa comunitaria simple (que no común) ante un grupo poco numeroso de asistentes.
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Casa natal de Mozart en Salzburgo (Austria) / Archivo
El reconocimiento generalizado a la monumental obra musical de Mozart y a su transcendental figura como compositor llegó años después de su desaparición. Ahora, transcurridos más de 200 años de su muerte, el nombre, la imagen y la obra del músico austriaco no han dejado de ganar fama… y de generar beneficios. Sus composiciones musicales, primero en vinilo y casete y después en CD y DVD, se han lanzado al mercado año tras año durante las últimas décadas. En 2006, el sello discográfico Brilliant Classic conmemoró el 250 aniversario del nacimiento de Mozart poniendo a la venta una edición completa de su obra, compuesta por 170 cedés.
Hoy, con las plataformas de streaming condicionando la forma en que se escucha la música, el genio de Salzburgo figura entre los músicos clásicos más reproducidos en Spotify, donde cuenta con casi siete millones de oyentes cada mes y sólo es superado por Bach y Beethoven. Además, las óperas mozartianas son las más representadas en la actualidad en todo el mundo. Según datos de Operabase.com, su obra La flauta mágica fue la que gozó de un mayor número de representaciones (1.346) en 2023. Y no sólo eso: Don Giovanni y Las bodas de Fígaro, también suyas, fueron la quinta y la sexta en ese listado de representaciones operísticas. Con esos datos, no es de extrañar que Mozart sea el autor con más óperas representadas (3.888), por delante de Giusseppe Verdi (3.760) y Giacomo Puccini (3.240).
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Cartel de la película ‘Amadeus’ / Archivo
La alargada sombra de Mozart ha alcanzado también al mercado cinematográfico. La aplaudida película Amadeus (1984), del director Milos Forman, ganadora de ocho Oscar, vino a relanzar la figura del genio musical. Pese a las numerosas licencias del filme -entre ellas, la teoría de que el músico italiano Antonio Salieri, reconcomido por la envidia, había envenenado a Mozart-, Amadeus logró despertar el interés por el músico austriaco en las nuevas generaciones abriendo su música a un nuevo mercado. Cientos de miles de jóvenes de todo el mundo descubrieron la obra del compositor austriaco y se emocionaron con la escena en la que este aparecía enfermo en la cama redactando su Réquiem poco antes de morir, aunque se tratase de una invención de Peter Schaffer, autor de la obra en la que se basó la película de Milos Forman. También la hipótesis del envenenamiento, basada en una teoría apócrifa, y reforzada por el escritor ruso Alexander Pushkin en su obra Mozart y Salieri, pertenecían por completo al terreno de la especulación.
Amadeus fue la más célebre y exitosa entre las numerosas películas basadas en la figura de Mozart, pero es en el campo literario donde la obra mozartiana ha parecido erigirse como una inagotable fuente creativa. Recién entrado el siglo XXI, ya se habían sobrepasado los 12.000 títulos dedicados o inspirados de una forma u otra en el compositor. Y, desde entonces, la cifra no ha hecho sino crecer.
Fue en 2006 cuando Salzburgo se encargó de organizar todo tipo de actos musicales y culturales para celebrar el 250 aniversario del nacimiento del más célebre de sus hijos. Todo aquello sirvió no sólo como homenaje a su figura, sino también como un eficaz reclamo turístico. El número de visitantes se multiplicó aquel año en la ciudad austriaca, adonde muchos turistas acudían para visitar el museo de la casa natal del compositor, en la calle Getreidegasse, o la Residencia de Mozart, situada en la Makartplatz. El turista seguirá encontrando en la actualidad en Salzburgo una amplia oferta de conciertos y festivales alrededor de su figura y podrá disfrutar también de las denominadas Mozart Dinner Concerts (Cenas-concierto Mozart), donde los comensales degustan platos típicos austriacos mientras escuchan algunas de sus más célebres composiciones interpretadas por músicos vestidos de época en un restaurante.
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Cajas de bombones Mozart. / Archivo
Así, aprovechando el creciente tirón, en las calles de salzburguesas se ha mantenido durante las últimas décadas una considerable oferta comercial en forma de establecimientos en los que es posible encontrar todo tipo de productos que utilizan la imagen y el nombre del músico. Entre todos ellos destacan los famosos Mozartkugeln, unos bombones esféricos de chocolate cuya primera versión data de 1891 y cuyo creador fue Paul Fürst, un maestro pastelero residente en Salzburgo. Fürst presentó en París en 1905 su receta en una feria mundial, donde fue distinguido con una medalla de oro.
Visto el éxito de ese dulce compuesto por mazapán, turrón y pistacho recubiertos de chocolate, a Fürst no tardaron en surgirle competidores. Con el paso de los años, los formatos y los fabricantes se han multiplicado y en paralelo lo han hecho las disputas sobre derechos y denominaciones comerciales. Grandes empresas se han ido sumando al negocio de los bombones. Austria trató de impedir sin éxito que fabricantes de otros países se apropiaran del producto. Para más inri, en 2012, la justicia austriaca levantó la prohibición de usar el nombre de Mozart en esos dulces tradicionales para todos los fabricantes sin excepción y más marcas se subieron al carro. La empresa alemana Reber distribuye en la actualidad 80 millones de estos bombones cada año. Y es precisamente en Alemania donde se consume el 80% de estos dulces que ya se exportan a más de 40 países.
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Una tienda de recuerdos de Mozart en Salzburgo, en 2006. / Roland Schlager
El licor de chocolate Mozart es otro de los productos más reconocidos que utilizan la imagen y el nombre del autor de la Sinfonía Júpiter. La bebida utiliza como ingredientes el cacao, la remolacha azucarera y la vainilla Bourbon como base para conformar un producto que goza de un reconocido prestigio internacional. La destilería Mozart, que lleva más de 60 años asentada en Salzburgo, fue nombrada Productora de licores del año en el IWSC, un prestigioso concurso internacional de vinos y bebidas espirituosas.
En el frontal del supermercado inspirado por Mozart pueden hallarse también yogures, salamis, tartas, una cerveza y hasta una salchicha con forma de violín. La imagen del músico, convertida en una especie de gallina de huevos de oro, se ha hecho visible en paraguas, abrecartas, cuadernos, agendas, platos, ceniceros, pañuelos, biberones, camisetas, sudaderas, patos de goma y osos de peluche. Hasta Playmobil lanzó un clic Mozart con su peluca empolvada incluida.
El rostro del músico que compuso más de 40 sinfonías y más de 20 óperas se ha llevado también al anverso de una moneda de euro acuñada en Austria, lo que puede permitir que se dé la paradoja de pagar cualquier producto con la imagen de Mozart con una moneda que incluye la cara de… Mozart. Algo parecido a aquello de “dinero llama dinero”, aunque, para ser más exactos habría que decir “Mozart llama a Mozart”.
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Una tienda de Salzburgo con productos de Mozart. / Roland Schlager
Los ojos del más célebre músico del Clasicismo nos pueden observar desde un sello postal y desde otros muchos documentos filatélicos. Podemos dormir sobre un colchón Mozart, pernoctar en un Hotel Mozart, aprender a conducir en una autoescuela Mozart o abrir un grifo Mozart en casa. La Mozartmanía se ha escapado de los pentagramas para convertirse en una exitosa marca o en una sociedad que no es precisamente anónima y mucho menos limitada.
Puestos a descubrir formas de exprimir el nombre del gran músico, habrá que reconocerle cierta originalidad a la teoría, brillantemente monetizada mediante discos, libros, conferencias y varios, que se conoce como Efecto Mozart, según la cual escuchar la música que compuso el austriaco produce efectos beneficiosos para la salud. Se han publicado varios estudios científicos que asocian la escucha de la música de Mozart con un mayor rendimiento académico, con la mejora en el reconocimiento espacial y con el aumento de la inteligencia en niños, pero también hay ensayos e investigaciones en sentido contrario.
Verdadero o falso, lo que resulta hoy innegable es que muchos millones de personas en todo el mundo poseen algún artículo del célebre compositor austriaco. Puede que se trate de un disco, de un libro, de un póster o de un bombón. O quizá de uno de los bustos con su imagen que ahora se siguen vendiendo por miles en decenas de comercios online, incluyendo los grandes distribuidores chinos (Temu y Aliexpress), lo que demuestra que la fascinación por la figura de Mozart, nunca mejor dicho, sigue plenamente vigente.