Hollywood pensaba que era excesivo para el público
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Fue un auténtico clásico del cine el que se atrevió a mostrar algo tan aparentemente inocente como la cisterna de un retrete en funcionamiento: nada menos que ‘Psicosis’ de Alfred Hitchcock, un director que, pese a su tremendo éxito comercial, se especializó en derribar tabús de todo tipo a lo largo de su filmografÃa. Algunos relacionados con la exhibición, como la prohibición de dejar entrar a espectadores una vez hubiera comenzado la pelÃcula. Y otros, relacionados con la iconografÃa que se mostraba en pantalla.
Hablamos de la secuencia, inmediatamente anterior a la famosa escena de la ducha, en la que Marion Crane decide deshacerse de algunas pruebas incriminatorias, las echa por el retrete y tira de la cadena. Se ha dicho que ‘Psicosis’ era la primera pelÃcula en la que se veÃa esta pieza del mobiliario del cuarto de baño, y eso no es del todo cierto, como no lo es que fuera la primera vez que se oÃa el sonido de la cisterna. Pero ‘Psicosis’ fue la primera pelÃcula que mostró el agua yéndose por las cañerÃas, en este caso con los papeles que ha tirado Marion.
Pero, ¿por qué hubo que esperar más de medio siglo para ver algo tan inocente en pantalla? La culpa es del Código Hays, el famoso código de censura que desde los años treinta constreñÃa todo lo que se podÃa ver y no ver en pantalla, sobre todo en términos morales: los criminales no podÃan quedar impunes, los hombres tenÃan que ser muy masculinos y las mujeres muy femeninas, no se podÃan oÃr palabras malsonantes y el comportamiento poco ético debÃa ser castigado.
Hitchcock habÃa estado en contra del Código desde siempre, y algunas pelÃculas suyas (como ‘La soga’ y sus asesinos gays) lo habÃan desafiado. Pero ‘Psicosis’ está plagada de cortes de manga a la censura: por ejemplo, los protagonistas aparecen semidesnudos en la cama, con Marion en ropa interior. Y por supuesto, todo lo relacionado con Norman Bates y su madre es puro veneno para el Código. Incluso en los detalles: el Código no permitÃa el “mal gusto” de mostrar una cisterna en funcionamiento, asà que Hitchcock se dio el gusto de enseñarla en toda su gloria. Por supuesto, en 1960 ya la censura se iba relajando, no era como en los años cuarenta, pero los hitos son los hitos y a Hitchcock lo que es de Hitchcock.
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