El renacimiento de Renata Zarazúa: “Sentía que el tenis no me quería” – Punto de Break

De los casi 130 millones de habitantes que tiene México, solo uno de ellos puede presumir de ganarse la vida con el tenis a nivel individual. Se trata de Renata Zarazúa (Ciudad de México, 1997), jugadora de 26 años que esta semana ocupa el puesto #97 del ranking WTA. Nunca es fácil ser la referente de toda una nación, pero más difícil es no haber tirado la toalla después de tres operaciones de rodilla, dos roturas de menisco y un descalabro en el ranking el curso pasado donde llegó a descolgarse del top400 mundial. ¿Qué hubieran hecho ustedes?

Zarazúa, apellido ilustre y reconocido en la región, se prometió darse una última oportunidad. El resultado, año y medio después, la ha llevado a alcanzar el mejor ranking de toda su carrera. Es cierto que en el BBVA Open Internacional de Valencia no pudo superar los octavos de final del cuadro individual, pero eso no impidió que Punto de Break se sentara con ella para contagiarse de su alegría, su buena onda y sus lecciones de vida. Su discurso despierta tanta armonía que solo nos faltó invitarla a unos tacos y unas enchiladas.

¿Qué balance haces de la temporada hasta llegar aquí?

Ha sido muy raro. Empecé muy bien en Australia pasando la Qualy, aunque luego perdí en primera ronda, pero fue muy buen torneo. Después no tuve buenas sensaciones, tampoco buenos resultados, eso me preocupaba. Estando top100 la presión es diferente, hay cosas externas que te empiezan a afectar un poco más, eso fue lo que me confundió después de Australia. Ahora estoy retomando mi camino, jugando en arcilla que es lo que me gusta.

¿Cómo sienta ser top100?

Es solo un número, cuando me puse #97 del mundo me dio mucha felicidad, pero es solo en el momento. Al final tienes que seguir, si te despistas un poquito enseguida bajas. Es más el hecho de contar que fuiste top100 en algún momento, pero no me cambió la vida, ni mi forma de entrenar, ni mi forma de ser. Para mí solo es un número, para otra gente no sé lo que será.

¿Eres más feliz ahora que cuando estabas #250?

En mi caso, el ranking no está vinculado a mi felicidad. El año pasado llegué a estar #400 y te juro que estaba contenta, me encontraba bien conmigo misma, aunque la gente me decía que estaba en el caos. Es verdad que los resultados no se estaban dando, pero yo estaba haciendo lo que me gustaba, que es entrenar. Ahí fue cuando empecé a disfrutar y eso fue lo que me llevó después a remontar, a volver a hacerlo bien. La gente lo veía como crisis máxima, pero yo estaba contenta.

Del #400 al top90 en un año, ¿eso cómo se hace?

La verdad es que en 2023 jugué demasiados torneos ITF, porque no entraba en los grandes. Estuve viajando sola con mi papá, no viajé con ningún entrenador, así que me lo tomé como más relajado… aunque tampoco tanto. Necesitaba a alguien de mi familia conmigo, así fue como poco a poco fui logrando muchas cosas. Terminé la temporada ganando un WTA 125K en Montevideo, aquello fue como un premio a todo el sufrimiento.

¿Se juega más tranquila siendo top100?

Seguro que sí. En Grand Slam juegas mucho menos tranquila porque sientes que te juegas mucho, un partido conlleva muchos puntos y mucho dinero. Hay más estrés en esos torneos, aunque no hay ningún torneo en el que juegues súper tranquila […] No sé, nunca estuve top50, no sé cómo lo viven ellas, imagino que ahí se toma diferente la victoria y la derrota.

Viendo el circuito actual, alguien que está #90 tiene nivel para ser top30.

Eso te ayuda a motivarte, por más que estés #150 sabes que puedes llegar a ser top30 en algún momento, te ayuda a no darte por vencida. Se dice fácil que no hay mucha diferencia, pero las que están muy metidas son mejores mentalmente. No es que hagan cosas extra, pero sí hacen cosas específicas de actitud o de concentración, algo tienen diferente. Quizá por talento todo el mundo pueda estar top30, pero no sé si te puedes mantener ahí solo con talento.

Si miramos a la Renata que estaba #400, ¿en qué aspecto has mejorado más?

Mentalmente. Antes entendía el juego, pero no entendía muy bien el día a día. A veces crees que por entrenar bien luego vas a jugar bien, pero ahora entiendo que hay muchos factores que están fuera de tu control, como las condiciones, el clima, el árbitro o la propia rival. Antes me enfadaba mucho, eso me hacía perder partidos, pero ahora acepto todo para que no me afecte.

¿Qué es entender el juego?

Entender tus sensaciones, lo que estás haciendo bien ese día, lo que te está funcionando. Cada partido es distinto, hay días que no sientes la derecha, o no siente el revés, la clave está en entender cada día lo que te puede funcionar, en qué puedes confiar, con qué arma le puedes hacer daño a la otra. Estratégicamente hay muchas cosas que puedes hacer, pero si no lo ves o no te lo dicen desde fuera, todo se vuelve más complicado.

Entiendo que ahora mismo esa figura de entrenador recae sobre su padre.

No, cero, ya dijimos que no (risas). Él es mi papá, me acompaña, pero no se mete en mi tenis. Está ahí, aplaude, me anima, pero nunca me dice nada, porque eso luego genera conflicto entre papá-hija-tenis. Mejor dejarlo a un lado, preferimos ser familia y pasarlo bien a tener discusiones de tenis. El ‘modo entrenador’ ya se terminó.

¿No has pensado en añadir un entrenador?

Tengo un entrenador, Damián Patriarca, lo que pasa es que vive en Argentina, vino conmigo durante toda la gira hasta Roland Garros, pero después de seis semanas tenía que volver a casa para estar con su familia. El resto del equipo están en Florida, mi preparador físico y mi fisioterapeuta, pero no viajan mucho conmigo. Por eso ahora viajo con mi padre cuando ellos no pueden.

Eres la única mexicana dentro de las 250 mejores del mundo, ¿qué te dice eso?

Lo tomo más como una motivación, en México piensan que porque soy la #1 voy a ganar todos los torneos, pero lo trato de llevar a mi ritmo. Si me presionan mucho se nota, pero significa que la gente confía en mí, que esperan mucho de mí, eso al final es algo bueno.

¿Por qué no salen más tenistas mexicanos?

En México la gente no es muy disciplinada en el tenis, todo lo referente a los entrenamientos es muy casual, cero profesional. A mí me encanta la vida en México porque es muy relajada, pero si quieres llegar a ser bueno en algo tienes que ponerle mucha dedicación y disciplina. Eso allí no se da mucho.

Depende del deporte.

En clavados o gimnasia somos buenos, los entrenadores ahí son súper estrictos, pero la mayoría son extranjeros. No sé por qué en tenis nunca se dio, quizá porque nunca confiaron en que podíamos ser buenos en esto.

Tendrás que ser tú quien abra esa puerta.

Me encantaría abrir una Academia en el futuro, mi abuelo fue una personalidad muy reconocida en México, todos saben quién es Vicente Zarazúa porque ganó una medalla olímpica en tenis. Ahora que estoy yo, me encantaría utilizar este apellido para traer mucha más disciplina a este deporte.

Y eso que tenéis buenos torneos.

A la gente le encanta los torneos, son súper apasionados, van a ver los partidos hasta la madrugada. La verdad, no entiendo exactamente por qué no se apoya el tenis en el día a día, más allá de los torneos. Pero sí, que haya tantos torneos es una gran noticia para los mexicanos, yo lo disfruto muchísimo.

¿Cuál dirías que es el momento más relevante de tu carrera?

Cuando me clasifique al cuadro principal de Roland Garros 2020, fue la primera vez que lo conseguí en un Grand Slam. Clasificarme, ganar tres partidos y luego ganar en primera ronda fue lo máximo. Ese torneo me cambió mucho, nunca había vivido esas emociones, en pocas ocasiones me dio tanta felicidad ganar un partido. La sensación es que si no pasas la fase previa, aunque hayas ganado dos partidos en la Qualy, es como si no fuiste a nada esa semana, nadie se acuerda. Fue la primera vez que me explotó el teléfono, se dispararon los followers, fue todo muy loco.

Desde entonces no has vuelto a ganar otro partido en Grand Slam.

No, estuve muy cerca en Australia, pero no pude.

¿Qué pasó en estos cuatro años?

El año pasado no entré en la Qualy de ninguno, me quedé fuera. En 2022 tuve una fractura por estrés en la rodilla, estuve fuera mucho tiempo. En 2021 pagué de alguna manera lo bien que lo había hecho en 2020, con aquel Roland Garros, semifinales en Acapulco y el subidón en el ranking. Me dio un poco de estrés, no estuve tan bien de salud, así que tuve que dejar el tenis a un lado para cuidar más mi salud. Me notaba muy ansiosa por ganar, así que lo mejor era parar un tiempo para recuperarme.

¿Pasaste por algún momento crítico?

Me han operado tres veces de la rodilla, pero esta última fue la más dura. Me costó mucho recuperarme, fue muy raro lo que me pasó, el médico me dijo que mi fractura por estrés era poco común, que jamás había hecho ese tipo de cirugía, no me ofreció garantías sobre cómo saldría todo. Después de eso tuve muchas dudas, tienes miedo por volver a hacerte daño, así que lo único que quería era vencer ese miedo. Tuve que enseñar de nuevo a mi mente a correr sin dolor, pero es muy difícil dejar eso a un lado después de una lesión. Nunca pensé en dejar de jugar a tenis, pero sí pensé en darme una última oportunidad.

Estuviste al límite.

Después de tantos años, de dedicarle tanto tiempo y disciplina, lo que sentía era que el tenis no me respondía. ¿Qué estaba haciendo mal? Estaba frustrada…

¿Qué sentías?

Sentía que el tenis no me quería (risas). No le cogí odio, simplemente no entendía por qué me pasaban esas cosas. Al final son todo lecciones de vida, siempre pasan por algo, por eso agradezco el simple hecho de estar en la cancha y estar sana. Levantarte y entrenar es un regalo, esas pequeñas cosas no las valoras normalmente.

Ahora estás en tu mejor momento, ¿dónde te gustaría llegar?

No me gusta hablar del ranking, pero estar top50 es una meta con la que sueño. Creo que estando ahí se te abren nuevas oportunidades, aunque luego las tienes que coger. Con mi ranking todavía sufres al pensar si entras o no al cuadro principal de un Grand Slam, vas siempre al límite, estresada por eso, así que me encantaría dar un saltito más.