Fútbol

La educación mexicana de Landon Donovan – The New York Times (Español)


LEÓN, México — Landon Donovan, el jugador más célebre en la historia del futbol estadounidense, manejaba de regreso del supermercado cuando vio un puesto al lado de la carretera en el que un hombre vendía piñas.

Dos piñas costaban 50 pesos, unos 2,70 dólares. Donovan le dio al vendedor el doble del dinero y le dijo que se quedara con el cambio. De regreso en su auto, alcanzó a ver que el hombre se persignaba y miraba hacia el cielo.

Fue un gesto pequeño, posiblemente insignificante para la mayoría de la gente, pero que impactó al futbolista de 36 años. En parte porque representaba un agudo contraste con la forma en que solía ser tratado por desconocidos en México, el país que durante años lo insultó como la encarnación viva de su rivalidad futbolística con Estados Unidos.

Pero también era el tipo de intercambio amable y cotidiano que Donovan ha disfrutado desde que se mudó a México, un país que visitó regularmente como jugador durante dos décadas, pero que él mismo admite que nunca llegó a conocer realmente.

Han pasado poco más de dos meses desde que Donovan dejó su retiro tras ser contratado por el Club León, un equipo que ahora acecha en la mitad de la tabla de clasificación de la primera división de la Liga MX.

En términos puramente futbolísticos, la mudanza ha sido una prueba de paciencia para Donovan: desde que llegó ha pasado la mayoría de los partidos sentado en la banca. Sin embargo, acompañado por su esposa, Hannah, y sus dos hijos, también ha sido una oportunidad de restablecer su relación con México, una nación obsesionada con el futbol donde Donovan puede llegar a ser más conocido que en Estados Unidos. Pero también más odiado.

Por años, a medida que la rivalidad futbolística entre los países vecinos se profundizaba, la hostilidad de los aficionados mexicanos parecía concentrarse en Donovan como un láser. Él no esquivaba este rol; en distintas ocasiones avivó el fuego con comentarios provocativos e incluso una vez orinó cerca del campo del Estadio Jalisco, en Guadalajara, antes de una práctica de la selección estadounidense, un momento que fue captado en video y que los aficionados mexicanos no han olvidado.

Durante los partidos en México, sobre todo en el Estadio Azteca en la capital mexicana, cada vez que Donovan tocaba el balón se escuchaban coros de insultos y abucheos, los fanáticos le lanzaban vasos de papel y monedas, y a veces era peor cuando preparaba un tiro de esquina.

En una entrevista en 2012, el futbolista reconoció tener algo de la culpa por esa relación tan cáustica, cuando admitió que había sido un “niño punk” en las fases más tempranas de su carrera: “Hablaba de más y decía muchas cosas estúpidas, y era muy ignorante y probablemente causé mucho odio contra mí”, dijo.

Pero también era visto por muchos como un adversario digno por su destreza con el balón y su capacidad y disposición a dar entrevistas en español, lo que le granjeó un cierto respeto a regañadientes. Al final de su carrera en la selección estadounidenes, tal vez como  una muestra de distensión en la relación, Donovan grabó anuncios para la lotería mexicana donde se aprovechaban del disgusto que despertaba entre los fanáticos.

“Los mexicanos lo odiaban, pero con júbilo”, dijo Robert Andrew Powell, autor de This Love is Not For Cowards, un libro sobre el futbol y la violencia en la fronteriza Ciudad Juárez. “Disfrutaban mucho odiarlo”.

El mismo Donovan ha dicho a menudo que en parte le debe su carrera a los mexicanos, sobre todo a los migrantes y a sus hijos, con quienes jugaba al futbol durante su infancia en el sur de California. De haber crecido en una parte de Estados Unidos donde este deporte no hubiera sido parte central de la cultura, ha dicho, quizá nunca se habría dedicado a jugarlo.

Sin embargo, a pesar de todas las veces que jugó en México como parte de la selección estadounidense, nunca conoció al país más allá de los aeropuertos, los hoteles y la caldera infernal de sus estadios.

La oferta del Club León, dijo, fue una oportunidad de dejar de lado una vida “bastante simple y fácil” en California para descubrir realmente el país de una forma más profunda y significativa.

“Cuando surgió esta oportunidad, al principio la respuesta fue un rotundo ‘No’”, dijo Donovan en una entrevista. Pero el equipo insistió y, en poco tiempo, Donovan estaba en un avión camino a León para ver un partido, conocer al equipo y a los dirigentes y recorrer la ciudad.

“El único México que realmente conozco es Cabo San Lucas, donde no sales del hotel, o Ciudad de México o Guadalajara para los partidos”, dijo. “Ahí todo lo que veía era el hotel, el camino al estadio donde la gente te gritaba y te insultaba. En el estadio la gente te lanza cosas, te abuchea. Ese es realmente el único México que conocí por un tiempo. Entonces, la oportunidad de verlo a través de otro lente fue algo que disfruté mucho, aunque solo fuera por 24 horas”.

Con el apoyo de su esposa, firmó un contrato por un año.

Donovan rápidamente convirtió su decisión en algo así como una declaración política al publicar un tuit donde atacaba el muro fronterizo propuesto por el presidente Trump:

Buena parte de la afición del León dejó de lado las heridas del pasado y le dio la bienvenida. El 15 de enero aterrizó en el aeropuerto y fue llevado al estadio donde, a pesar de que eran las nueve de la noche de un lunes, más de 7000 fanáticos llegaron para festejarlo.

Sin embargo, en algunas partes de la ciudad, la decisión del club de sacar del retiro a una exastro veterano –sin importar qué tan bueno haya sido en sus tiempos– fue tomada como una movida publicitaria con pocas posibilidades de mejorar los resultados del equipo.

Pero una serie de entrevistas con diversos fanáticos afuera del estadio de León el pasado sábado 17 de marzo, antes de un partido, reflejaron el espíritu de generosidad hacia Donovan pese a que, desde que se unió a la alineación, solamente ha jugado en seis ocasiones –como sustitución hacia finales del segundo tiempo– en nueve partidos de liga y de la copa.

Alan García, un hincha del León de 25 años que trabaja en una tienda de compresores de aire, dijo que la noticia de la firma de Donovan fue “como una bomba” para ellos.

“Ahora los fans queremos que lo dejen jugar más”, añadió.

Esa noche no fue así. Donovan siguió siendo una sombra en la banca durante el empate 2-2 contra los Lobos BUAP, el equipo de Puebla, y evitó a los reporteros camino al autobús del equipo después del partido.

Donovan reconoció estar un poco irritado por la falta de tiempo en la cancha durante una entrevista días después en las instalaciones de entrenamiento del equipo: un complejo desnudo con tres canchas y un salón de pesas al final de un camino de tierra.

“Solo quiero ayudar y por eso es frustrante”, dijo. Pero señaló que su madurez lo ha ayudado a mantener su frustración a raya. En lugar de eso ha buscado ayudar al club de otras maneras, dando orientación a los jugadores más jóvenes y siendo un ejemplo adentro y afuera de la cancha.

En la zona de entrenamiento fue infaliblemente cortés con todo el personal y saludaba a quien se encontrara. Un pasante que trabaja para el equipo dijo que Donovan, a diferencia de otros jugadores, siempre pasa por las oficinas para saludar antes de ir a los vestidores.

Su agenda ha sido implacable: no tuvo un día libre hasta el fin de semana pasado y aprovechó la oportunidad para viajar con su familia a San Miguel de Allende, una popular ciudad colonial. Allí, como en todos los lugares a los que ha ido, los desconocidos lo reconocieron en la calle y lo saludaron afectuosamente, ansiosos por hablar del equipo y de futbol.

“Si hubiera venido a vivir aquí siendo jugador del equipo de Estados Unidos sería diferente porque no te ven como uno de los suyos”, dijo. Pero ahora que está en un equipo mexicano se ha convertido, en esencia, en parte del tejido del país.

Aunque el hogar donde viven está en un complejo residencial protegido, Donovan dijo que él y su familia intentan llevar sus vidas de la manera más normal posible y que con frecuencia salen a comer en los restaurantes de la ciudad y a comprar en sus tiendas. Su decisión de mudarse a México con su familia, en vez de que ellos se quedaran en San Diego, también fue parte del compromiso con una experiencia totalmente envolvente, a pesar de sus serias preocupaciones iniciales por la reputación de ser un país violento.

También por eso, durante una entrevista, sus pensamientos regresaron fácilmente al vendedor de piña, a un puñado de palabras agradables al costado de la carretera, a los 50 pesos de propina y el agradecimiento. En un país que antes maldecía al escuchar su nombre, Donovan ahora disfruta de mostrar una faceta más gentil… y de recibir una igual a cambio.

“Son muy trabajadores, son buenas personas, intentan hacer cosas buenas y ayudar a sus familias”, dijo.

“Es una percepción que nunca habría tenido si hubiera ido a Ciudad de México, al Azteca, de regreso al hotel y de inmediato otra vez a Estados Unidos. Y ahora puedo apreciar mucho más todo eso”.



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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