Vetusta Jazz conjura a los brujos de la cuerda – La Nueva España
“Cuando te olvidas de que estás en el escenario y no sabes ni lo que has dado… Eso para mí es el duende”. El guitarrista Josemi Carmona, ex de Ketama, reflexiona así sobre alcanzar “la comunión” en el escenario. “No sé si doy Sol o Re, la mano va como sola a un sitio y sale bonito. Como que alguien maneja los hilos y hace que todo salga bien”, dice. Y Javier Colina, contrabajista, no tiene más remedio que asentir. “Esta complicidad no la alcanzas con cualquiera”, apunta. Los legendarios músicos, licenciados en la brujería de los instrumentos de cuerda, se dan cita hoy (20.00 horas) en el teatro Campoamor en el seno del festival Vetusta Jazz para cuadrar el círculo del flamenco jazz con el percusionismo de Bandolero y las vocales de Sandra Carrasco.
Esa complicidad y ese duende del que hablan no se alcanza de la noche a la mañana. Ambos músicos llevan muchísimos años unidos. “Creo que cuando nos conocimos estaba en ‘La Barbería del Sur’”, recuerda Carmona. Sea como fuere, décadas. El amor fue a primera vista. El guitarrista madrileño supo que quería que llegase el día “de tocar continuamente” con Colina, al que define como “una eminencia”. “Es uno de los mejores contrabajistas del mundo”, suelta, sin temblarle la voz. Y lo bonito es cuando los amores son correspondidos. “Músicos hay muchos y muy buenos, pero cuando encuentras a una persona como Josemi, que siente las cosas como tú, con esa generosidad a la hora de trabajar… eso es muy muy difícil”, es la réplica de Colina.
Ambos declaran al unísono que entienden la música de una forma similar. Una visión en la que sus instrumentos no son un fin en sí mismo, sino “un vehículo” para viajar y “buscar emociones”. Fruto de esos viajes ya han llegado a puerto tres discos, dos de estudio y uno en directo. Y deslizan que tienen ganas de producir otro, quizá este año, porque según comenta Carmona ya están coqueteando con esa posibilidad.
La complicidad entre los que hablan es obvia, pero en Oviedo no van a estar solos para regalar su flamenco jazz. El afamado percusionista Bandolero y la cantante Sandra Carrasco serán sus pares sobre el escenario. Colegas con los que “tocan sin mirar” porque “estar en familia es muy importante para hacer música”. “No es indispensable, pero si te lo pasas bien de verdad, admiras al que tienes al lado y hay buen rollo ir de bolos es una pasada”, dice Carmona. Y Colina vuelve a asentir.
Para el contrabajista navarro lo más importante es “buscar un buen menú”, elegir bien las canciones que se van a tocar. En el Campoamor ofrecerán una degustación de sus dos primeros discos, aunque también probarán con alguna receta innovadora porque les gusta ese componente de “riesgo” artístico. “La música además de alimentar tiene que nutrir. Y la instrumental que hacemos es nutritiva para muchos días”, manifiesta.
La capital de Asturias les trae muchos recuerdos. Josemi de conciertos con su padre, el fabuloso guitarrista Pepe el Habichuela, y con el eterno Enrique Morente; Colina de tocar muchas veces en el Campoamor junto al cantautor brasileño Toquinho y otras muchas leyendas jazzísticas. “Creo que recuerdo hasta donde está el baño”, bromea el contrabajista. Un coliseo donde esperan alcanzar esa comunión de la que Josemi hablaba al principio. “Es una sensación increíble y cuando se consigue con el público y es aún mejor”, concluye este. “Como que se pare el tiempo”, complementa su compañero. Así sea.
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