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“Me emocionan las obras de señores insignes y famosos, pero también los pequeños detalles de la vida cotidiana”


El arquetipo de artista es un traje en el que Yoshitomo Nara (Hirosaki, Japón, 1959) no se siente cómodo. Le aprieta, le constriñe, incluso le oprime. Cuenta que “el señor artista” que habita en él tan sólo ocupa un tercio de su persona. Así lo afirma en una conversación que tiene lugar en el Museo Guggenheim mientras su boca se tuerce en una media sonrisa que destila paz y cercanía. Es en esta pinacoteca donde el artista nipón, ampliamente conocido por sus figuras infantiles de cabeza y ojos grandes, se estrena hoy en el Estado español con una muestra que sintetiza cuarenta años de producción artística. Una carrera inevitablemente atravesada por su estancia en Alemania a principios de la década de los 80, donde Nara se sintió desposeído y vulnerable: “Me sentía un niño, sin potencia ni poder, y esa experiencia me hizo volver a la infancia”, cuenta a DEIA. 

Recala en el Guggenheim por primera vez y, encima, esta es la primera exposición dedicada a su obra que se celebra en el Estado. ¿Cómo encara su debut en el museo? 

Que se haga en un lugar tan insigne como el Museo Guggenheim, que es muy conocido no sólamente en este país, sino que en todo el mundo, me enorgullece. Cuando me dijeron que iba a exhibir en la pinacoteca, pregunté si sería posible realizar una gira que también pudiera recalar en Madrid y Barcelona, pero la respuesta fue la siguiente: “Vendrán de ambas ciudades a Bilbao”. Lo entendí. He aceptado la única exposición en el Estado español aquí. 

Compuesta por una amplia selección de dibujos, pinturas, esculturas e instalaciones artísticas, la muestra sintetiza cuatro décadas de producción artística. En ese sentido, ¿en qué direcciones ha evolucionado su arte en todo este tiempo? 

Creo que la gente va evolucionando poco a poco. No es mi caso. La acumulación de todos los elementos desde mi infancia han marcado mi trayectoria y mi evolución. Además, aquel niño sigue viviendo dentro de mí. Todas estas imágenes habitan en mí y se expresan en la actualidad. 

¿Y hacia dónde se dirige? 

No lo sé. Pienso que el universo del arte es bastante limitado. Hay otro ámbito mucho más amplio: el mundo. De ahora en adelante, me gustaría viajar y conocer otras culturas. 

“Pienso que el universo del arte es bastante limitado. Hay otro ámbito mucho más amplio: el mundo”

Su obra recoge la tradición artística japonesa, pero usted también se siente interpelado por el arte europeo. En ese sentido, ¿cómo conviven Japón y Europa en su obra? 

No lo hago adrede, se mezclan de una manera natural. Es algo que nace de mí.

Y, en el mismo orden de cosas, ¿cuáles son sus fuentes de inspiración?, ¿qué artistas han sido fundamentales en el desarrollo de su universo creativo?, ¿por qué? 

Es una pregunta difícil…Cuando voy a un museo, me emociona ver las magníficas obras de señores insignes y famosos, pero también me conmueven los pequeños detalles de la vida cotidiana. No puedo decir que tal persona o tal obra me ha influido. La realidad es que he absorbido todas las cosas que me rodean y de ahí han salido mis obras. 

Su seña de identidad es una figura infantil de gran cabeza. ¿Cuándo, cómo y por qué comienza a producir estas imágenes? ¿Qué pretende transmitir a través de ellas? 

Nunca he pensado en lo que pueden significar. Mi carrera me ha llevado a este terreno de una manera natural. Podría decir que las cabezas se remontan a 1983, cuando con 28 años cambié Japón por Alemania. Me encontraba muy solo, no entendía el idioma y me vi inmerso una cultura completamente distinta a la mía. De alguna manera, esta experiencia supuso un regreso a mi niñez. Ahí comenzó la búsqueda de imágenes infantiles. 

“Cuando estaba en Alemania, me sentía como un niño. Sin potencia ni poder. Esa experiencia me hizo volver a la infancia”

Cuentan que sus personajes son el espejo en el que se proyecta a sí mismo. A través de ellos, representa sus emociones y pensamientos más íntimos. Entonces, ¿diría que su obra tiene un marcado carácter intimista?

Sí, sobre todo en la etapa inicial, cuando estaba en Alemania. Me sentía un niño, sin potencia ni poder, y esa experiencia me hizo volver a la infancia. Y esto se refleja en esas obras. Después, fui abriéndome poco a poco a la sociedad. A lo mejor ha habido una evolución en ese sentido. 

¿Qué siente al observar esas obras y qué siente al saber que ha compartido una parte tan importante de sí mismo con el mundo? ¿Hay pudor, hay satisfacción…?

Me hacen tomar una conciencia acerca de mí mismo. Aquellas cosas enterradas en mi memoria emergieron en ese tiempo, sobre todo en el sentido positivo. En los colegios y en las escuelas aprendemos todos por igual, sobre el arte o sobre lo que sea. Sin embargo, aquellas experiencias nos curten como individuos. Y eso es lo que me hace ser quien soy. Por eso, las personas que me siguen no están necesariamente ligadas al mundo del arte, también vienen de otros mundos.  

Por último, ¿cómo se describiría al público del Museo Guggenheim Bilbao en un titular de prensa? 

Yo diría que no soy un artista arquetípico. El señor Nara artista ocupa sólo un tercio de mi persona. 



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Antea Morbioli

Hola soy Antea Morbioli Periodista con 2 años de experiencia en diferentes medios. Ha cubierto noticias de entretenimiento, películas, programas de televisión, celebridades, deportes, así como todo tipo de eventos culturales para MarcaHora.xyz desde 2023.

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