Música

James Chance, inventor del ‘punk funk’ – Valencia Plaza


VALÈNCIA. Sin los artistas que, con más o menos intención, deformaron su aspecto convencional o la empujaron a seguir caminos temerarios, la música pop habría sido de otra mamera.  Nico, Suicide, Can, Yoko Ono, Captain Beefheart, Cabaret Voltaire, Einsturzende Neubauten. Que cada cual piense en su instigador favorito. Yo recuerdo hoy a sobre James Chance, fallecido el pasado 18 de junio, agente fundamental para que cierta música saliera disparada en una dirección imprevista. En estos casos, las consecuencias del impacto eran inimaginables. Podían tardar años en manifestarse y también podían dejar su rastro en sitios tan impensables entonces como València. En 1978, Chance lideraba los Contortions, un grupo neoyorquino que fusionaba el punk y la música negra para dar forma a la versión sonora de una explosión nuclear. Sus canciones abrían No New York, álbum que, lo mismo que los debuts de Velvet Underground, The Stooges o Suicide, fue decisivo desde el primer instante de su existencia, lo único que necesitaba para ser reconocido como tal era tiempo. No New York constaba de canciones grabadas por cuatro nuevas bandas neoyorquinas cuya tosquedad superaba con creces a cualquier grupo punk de 1977. El gancho publicitario de aquel disco consistía en que las cuatro bandas habían sido producidas por el insigne Brian Eno. Más que salvajismo, lo que había en aquella música era indiferencia hacia el pasado y desdén por el futuro. Estaban ahí para hacer añicos las normas que definían al rock y a la música pop. Su éxito consistía en aliarse con el caos, abusar del ruido, destrozar las paredes y los cimientos de eso que solemos llamar canción. Ese era el espíritu del movimiento al que representaban, la no wave, tan escéptico y fulminante que contó con muy pocos representantes reales. Los que quedaron para la posteridad fueron los cuatro de No New York: Teenage Jesus & The Jerks, Mars, DNA y, por supuesto Contortions.

Eno viendo a Contortions en 1978

Ninguna de aquellas cuatro bandas tenía la más mínima posibilidad de sobrevivir a su propia furia, a su visión cáustica de la creación. Dependiendo de quien la escuchara, su música podía resultar intolerable y eso es algo que persiste con los años.  Mars, DNA y Teenage Jesus no son grupos que un dj pueda colocar en una sesión. No son bandas para sonar en una fiesta, tampoco en la radio. Ahí reside el poder de las bandas consideradas las entrañas de la llamada no wave. Lo que sí había en No New York era algunas estrellas. Lydia Lunch, Arto Lindsay y James Chance, que de todos ellos parecía el único interesado en acceder a un público más amplio. Era un saxofonista frenético, que cuenta entre sus logros el haber fusionado el free jazz con el impulso del punk y el ansia por desestructurar el rock. A partir de 1978, una nueva generación de artistas y grupos de rock dejaron de sonar como tal. Se impregnaron de música caribeña, de sonidos electrónicos e industriales o de funk. A esa mutación radical se la llamó postpunk. Chance fue uno de sus pioneros. El nihilismo de su actitud –sus directos se hicieron populares por sus enfrentamientos con el público- facilitaba otras transgresiones. James Chance les dijo a los blanquitos de la nueva ola, a los intelectuales de los garitos neoyorquinos, que el funky y la música discotequera molaban tanto como cualquier cosa que sonara en el CBGB. Nadie generó semejante cruce de energías como aquellos Contortions que operaron por Nueva York entre 1978 y 1979. Una agrupación perfecta de músicos que se compenetraban perfectamente. Pat Place, Jody Harris, Don Christensen, Adele Bertei y George Scott fueron para James Chance lo que la Magic Band para Captain Beefheart, las piezas perfectas para sublimar el arte de la imperfección. Aquel acto de rebeldía terminó configurando un pilar para la música que años después, a sellos como DFA, Output y Gomma.



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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