Barras de resistencia: los desafíos de artistas para vivir del reggaetón en Puerto Rico – Zona Docs
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Escriben canciones, visitan estudios de grabación y suben a escenarios en paralelo a sus empleos remunerados, en busca de cumplir sus sueños y destacar en una industria cada vez más popular.
Por Gabriela Meléndez Rivera / Global Press Journal / @GlobalPress
PUERTO RICO â La música urbana en Puerto Rico se cocina en cuartos oscuros. Por uso y costumbre, asà son los estudios de grabación. El artista lleva audÃfonos y se detiene frente al micrófono que amplificará sus palabras. El productor espera frente a su consola para reproducir la pista. El tiempo de grabación es limitado y la meta, antes de salir, es crear una canción.
El reggaetón es uno de los géneros musicales más populares del mundo y en Puerto Rico, se escucha en la mayorÃa de los espacios comunes. En Latinoamérica, cinco de los artistas con mayor audiencia durante 2023 pertenecen a la música urbana, un hÃbrido de música popular como el hip hop, el reggaetón y el R&B (y sus variaciones). Entre ellos se encuentra el reggaetonero Bad Bunny, uno de los principales exponentes del género en la actualidad. Esta música, sus letras y sus ritmos, inspiran a una nueva generación de artistas que, aunque aún no pueden dedicarse exclusivamente a sus producciones debido a la necesidad de ingresos estables, abordan desde âel fronteoâ âuna actitud desafiante a las normasâ temas como el desplazamiento de comunidades, el rescate de playas, la reafirmación de la identidad racial y la libertad sexual.
Rubén Rolando, Julio del Hoyo y Paula Andrea Rivera Sánchez, conocida en el medio como Baby Pau, son tres de estos artistas. Escriben canciones, visitan estudios de grabación y suben a escenarios en paralelo a sus empleos remunerados, en busca de cumplir sus sueños y destacar en una industria cada vez más popular.
En términos geográficos, el reggaetón nace del crossover âcirculación, en españolâ de personas entre el Caribe y Estados Unidos, pero se comercializó en Puerto Rico desde la década de 1990. En sus orÃgenes fue un género censurado, por las letras sexualmente explÃcitas y sus crónicas violentas cotidianas. Sus principales exponentes cantaban desde sus experiencias como hombres heterosexuales criados en comunidades urbanas empobrecidas.
Por eso, artistas como Ivy Queen, una de las primeras mujeres que destacó en esta escena musical, se convirtió en referente para el artista transdisciplinario y gestor cultural Rubén Rolando, de 34 años, quien se identifica como persona no binaria. âEstaba identificándome con esa fuerza femenina y ese poder â, dice el artista que tuvo su primer acercamiento a la música en un coro clerical durante su niñez. Además, exploró la declamación de poesÃa, el dibujo gráfico, la cinematografÃa y, en 2018, decidió ingresar al género urbano porque era âdonde más cómodo me sentÃa cantando, interpretando y escribiendoâ.
Otros artistas como Tego Calderón, que innovó en la fusión musical con la cadencia afroantillana, mezclando la salsa, el hip hop, el rap y la bomba âun género musical afropuertorriqueñoâ ha sido referente para la juventud. Esa experiencia sonora influye en la música de Julio del Hoyo, un artista emergente y trabajador social que se inspira en el estilo de Calderón. âCreo que esas canciones de rap, canciones de reggaetón, son esa inspiración, esa motivación que a mà me dio de hacer músicaâ.
Asà también lo experimentó Baby Pau, una técnica de uñas y trapera de 27 años que grabó su primer tema musical en 2022. La composición, la música y los discos de Arcángel y Cosculluela le acompañan desde su adolescencia. La artista relata que, a un año de graduarse de la universidad, âle dije llorando que no querÃa estudiar más nada, que querÃa hacer músicaâ.
En el trabajo, en el carro o en una conversación entre amistades puede ser el espacio donde se les ocurra la idea para escribir una lÃnea o grabar una melodÃa. Otras veces, apuestan a la disciplina de una rutina de escritura para crear nuevos proyectos. Asà nació la lÃnea: âMe dijeron que te gusta la mujer pendeja, pero te topaste con una que no se dejaâ, de la canción âGuille de Diosâ. âMuchos hombres se molestan con mi músicaâ, dice Baby Pau. âDigo la verdad. Si no quieren que escriba eso, no me traten malâ.
La apropiación de su sexualidad se refleja también en sus lÃricas con las cuales afirma su poder frente al sexismo que caracteriza al reggaetón. âYo canto muy sexual, porque soy bien apropiada de mi sexualidadâ.
Baby Pau narra sus experiencias como mujer en el desamor y el sexo, desde el poder y el gozo. Vivencias que Rubén Rolando también comparte como persona queer y no binaria. En 2004, durante su adolescencia, exploró su sexualidad ocultándose en alguna discoteca para perrear âbailar reggaetónâ con otros hombres.
âEso era imposible y, de momento, es mucho más visibleâ, recuerda Rubén Rolando.
La presencia de personas queer en el género no es nueva: Lisa M., rapera y reggaetonera, anunció que era lesbiana con un post en Facebook en 2010. Sin embargo, han alcanzado más visibilidad artistas como Villano Antillano, mujer trans cuyo álbum Sustancia X se cataloga como uno de los mejores de 2022 por la revista Rolling Stones; Young Miko, que canta sobre experiencias lésbicas y fue la primera mujer puertorriqueña en presentarse en un festival de Coachella; RaiNao, que dedica sus letras tanto a hombres como a mujeres y tiene casi 1.5 millones de oyentes mensuales en Spotify; y Ana Macho, que tiene dos álbumes y varios sencillos y EPs âextended play, un lanzamiento musical más corto que un álbumâ, que acumula 18,378 oyentes mensuales en la plataforma.
Ahora Rubén Rolando canta lÃneas como: âTiene un hickey de otro jevo, pero yo no soy celosoâ, en su canción âCheribónâ. âConstante y peligrosa, cuando siento miedo brillo de corajeâ, dice otra de sus canciones, âBrillo de Corajeâ. âUtilizo la música como una herramienta para visibilizar, compartir historias y que nos respetenâ, dice.
Para Julio del Hoyo, el trabajador social, desvincularse de su entorno no es posible: âYo hago música para la gente con la que yo me paso, nuestras conversaciones, de lo que aprendo en mis prácticas y en el trabajoâ. Mensajes de justicia social y antirracistas como âlos que mandan siempre tienen pieles blancasâ aparecen fortuitamente entre sus canciones sobre amor y alegrÃa, porque âlos procesos de resistencia y de lucha van de la mano con pasarla bienâ.
El costo de hacer música
La letra es solo una de las primeras etapas de la producción musical. El proceso de armar una canción puede ser tardÃo y complejo, dicen los y las artistas. Recibir compensación económica tarda aún más. Para quienes aspiran a dedicarse al género sin âpadrinosâ o âmadrinasâ musicales âpersonas que financian su carreraâ el dinero llega a cuentagotas. âHacer música es bien caroâ, dice Baby Pau, quien confiesa haber hecho ajustes en su alimentación para financiar por sà misma la producción de sus lanzamientos.
âSe pueden ir fácil 800 dólares en una buena producción low budgetâ, añade. La cifra incluye el arte de portada, el video, la grabación, la mezcla, la pista y algunos accesorios que la artista utiliza para resaltar su presencia. Baby Pau podrÃa reunir esta cantidad de dinero en dos semanas de trabajo, pero esos ingresos son divididos entre la música y sus gastos personales.
El salario mÃnimo federal en Puerto Rico es de 9.50 dólares la hora, y subirá en un dólar a partir de julio. Una persona que incursiona en el género con estos ingresos debe trabajar 84 horas para alcanzar la cifra que menciona Baby Pau. La trapera explica que las colaboraciones con otros artistas, como Mr. HumA y Ave MarÃa José, han sido importantes para minar esa carga económica, porque le permite una división de gastos.
Recuperar su inversión tampoco es algo inmediato. Para generar ingresos en la plataforma Spotify, una sola canción debe alcanzar al menos mil reproducciones al año de su publicación y, en esta etapa de sus carreras, las presentaciones no siempre son remuneradas.
âPara producir aquà en Puerto Rico tenemos que asumir muchos rolesâ, dice Rubén Rolando. Cuando creó âBrillo de Corajeâ, su primer EP de cinco canciones, tardó un año en completarlo, pero el tiempo no importa porque sueña con vivir de la música. âPara nosotres todo es trabajo y todo es compromiso y todo es sacrificio; no es raro para mà tenerme que zumbar a trabajar duro por nuestros sueñosâ, dice. âNo se nos ha regalado nadaâ.
Otros artistas también se adaptan para reducir gastos. A Julio del Hoyo solo le basta caminar unos pasos desde su habitación para llegar a su estudio, un cuarto iluminado con pequeñas luces azules pegadas en las paredes en el barrio RÃo Piedras de la capital. Es ahà donde se entrega a su música. âUn estudio de la industria es de otra calidad, pero me cobran por hora. Aquà también puede sonar bien y no dependo de otra personaâ, dice.
Imaginar el futuro
âVivir de la música es algo impensable en este momentoâ, dice Julio del Hoyo, quien confiesa que le intimida un poco por razones económicas. âHay que pagar billes, hay que hacer cosas y ahora mismo sé que no es suficiente hacer músicaâ. El artista, quien también tiene estudios superiores, aspira a seguir su carrera en trabajo social comunitario en paralelo a su proyecto artÃstico. Para Rubén Rolando, la música es una estrategia. âYo estoy haciendo música porque me apasiona, pero si voy más allá de mi pasión, es una manera también de hacer ruido, de hacerme ver de una manera más universalâ.
Esa universalidad también incluye âvisibilizar el trabajo de mi equipo y de las personas que llevan todo este tiempo produciendo a mi ladoâ, dice sentado en la cocina de la Casa Archivo, un centro cultural en el pueblo de ManatÃ, al norte del archipiélago.
Desde la silla donde le arregla las uñas a sus clientas, en Carolina, Baby Pau dice: âYo voy a los conciertos y, en vez de disfrutarlos, quiero estar ahà abajo, quiero ser la que está cantandoâ. Mientras recuenta el orden de sus canciones, expresa: âHa sido un proceso donde he contado mi historiaâ. En el escenario, a Baby Pau a veces le dan deseos de llorar. Piensa en los dÃas que ha comido arroz con huevo para ahorrar y poder pagar sus producciones.
Cuando Baby Pau le pide al público que haga un coro, el público obedece. La devuelven a su lugar, el escenario.
El reggaetón es el medio para que estos artistas, aunque sea un poco, purguen sus experiencias. Para alcanzar otras audiencias o llenar coliseos, tienen que continuar yendo una y otra vez al estudio de grabación. En ese cuarto oscuro, se ponen los audÃfonos y cantan sobre la pista para crear algo nuevo y apostar a que será el boleto hacia todo lo que sueñan.
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Este texto se publicó originalmente en Global Press Journal:
In Puerto Rico, Reggaeton Means Struggle, Resistance and Having a Good Time