Buscando América es una película, pero no es sólo eso. Es una búsqueda de respuestas a un montón de preguntas sobre el cine latinoamericano –desde las formas de financiación hasta las formas narrativas– que los directores Alex Ulises (Colombia) y Nelson G. González Navarrete (Venezuela), buscan responder a medida que hacen película.
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El proyecto empezó en pandemia, pero el principio de todo es el rap, porque así fue Nelson y Alex se conocieron.
Cuando Alex empezó hacer vídeos de rap en Medellín, hace casi 10 años, ya Nelson era un referente, pues había hecho lo suyo con grandes raperos venezolanos, como Canserbero y Lil Supa. Por ese interés en común cualquier día Nelson le escribió a Alex, primero para reconocerle su trabajo, luego para sugerirle un proyecto, y entre una conversación y otra, empezaron a pensar en proyectos colectivos, en una red de artistas audiovisuales que les permitiera trabajar desde diferentes lugares del mundo. En esas estaban cuando llegó la pandemia y paralizó todo. Con tanto tiempo para pensar y tan poco por hacer, se embarcaron en el proyecto de la película.
“Desde el principio dijimos que no queríamos hacer una película cueste lo que cueste, sino que queríamos encontrar una manera de hacer cine viviendo del cine. Trazar una ruta, un paso a paso, algo más grande que la película, que podamos compartir con otras personas que también quieren hacer cine”, dice Alex.
Y en esa ruta se encontraron con la Web3 y los NFT.
Según el especial La guía cripto para despistados, del New York Times, “los más idealistas afirman que la web3 transformará internet tal como la conocemos, ya que le quitará poder a los ‘gatekeepers’, o actores tradicionales, y le dará paso a una nueva economía digital sin intermediarios”.
En el caso particular de la película, Alex lo explica así: “es como una especie de crowdfund que gira en torno a la construcción de un proyecto en tiempo real donde la comunidad puede intervenir, ver el paso a paso, acompañarnos y ayudarnos en las estrategias de financiación”.
Así hicieron Idiosincrasia, un documental que registra el recorrido que el equipo hizo por las 16 comunas de Medellín, en busca de locaciones, personajes, historias y todo tipo de referentes para ir alimentando la película. Mientras hacían el documental hicieron un registro fotográfico enorme, de más de 2.000 imágenes que se convirtieron en NFTs que la gente puede comprar en OpenSea, el mercado más grande de NFT. Pero además de los NFTs, también han buscado cautivar filántropos, coleccionistas de arte y todo tipo de personas que puedan estar interesadas en el proyecto.
Así van generando valor a partir de cada cosa que van haciendo. Es un intercambio de experiencias y mercancías, donde los aficionados o interesados tiene acceso privilegiado a distintos momentos de la producción de la película, información y otro montón de beneficios que el equipo va creando y que finalmente hacen posible la película sin tener que recurrir a grandes productoras o a los estímulos económicos gubernamentales, como fuentes de financiación.
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“Cuando hicimos Idiosincrasia sabíamos que eso nos iba a desbloquear unas posibilidades narrativas y por supuesto financieras que las volvimos un cortometraje”, dice Alex.
Ese cortometraje, titulado NEA, es un paso que los acerca más a la película. Ahí exploraron con la fotografía, los actores, los géneros, el guion. El mes pasado lo presentaron en el Festival de Cine de Tribeca, en Nueva York, y esperan estrenarlo pronto en alguna plataforma digital, para empezar con la preproducción de la película.
Por ahora, el documental y el corto dejan entrever una película provocadora que propone otras perspectivas para renovar la mirada sobre paisajes que creemos conocidos.
“¿Cómo contamos esas historias de las que la gente dice que está cansada, pero que seguimos viviendo? ¿Cómo hacer para que la gente se identifique, reflexione, se cuestione? Para mí es un asunto de forma, necesitamos explorar más”, dice Alex.
Todavía les queda mucho por hacer y muchas preguntas por responder.
