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El fenómeno Lamine Yamal-Nico Williams ya es una realidad en todo el deporte español – Relevo


Nico Williams y Lamine Yamal se han convertido, sin ninguna duda ni puntualización, en la imagen de España en la Eurocopa. Los canteranos de Athletic Club y Barça juegan, lideran y divierten a los aficionados de todo el continente con su juego de bandas. Pero es innegable, y haríamos mal en dar la espalda a ello en lugar de analizarlo, que su presencia y protagonismo también despierta sensaciones, comentarios y debates dentro del país que les vio nacer… por su color de piel o apellido.

“Cuál es el origen de Lamine Yamal” o “¿Dónde nació Nico Williams?” son dos de las búsquedas más habituales en Google en las últimas semanas durante los partidos de la selección en tierras germanas. Muchos de ellos terminan sorprendidos — y otros hasta contrariados — tras encontrar las respuestas: “Esplugues de Llobregat (Barcelona)” y “Pamplona (Navarra)”, respectivamente. Algo muy parecido ocurrió en el triunfo español en el pasado Mundial femenino con Salma Paralluelo, hija de guineana y nacida en Zaragoza.

La presencia de las nuevas estrellas del deporte español sin los ocho apellidos nacionales provoca un pensamiento intrínseco en algunos segmentos de la sociedad que, por su color de piel, les hace pensar que no son españoles o lo son menos por ello. “¿Pero qué Selección española es esta? Parece una broma de mal gusto“, se atrevía a escribir el influencer de la extrema derecha Vito Quiles junto a una foto de Lamine y Nico celebrando un gol ante Georgia en la fase de clasificación de la Eurocopa.

A pesar de que el fenómeno Lamine-Nico no es nuevo, nadie puede dudar que se encuentra en pleno crecimiento. Si nos retrotraemos a años atrás, los casos similares eran un rara avis en la inmensidad del deporte español con ejemplos como el jugador internacional de balonmano David Davis, nacido en Santa María de Palautordera (Barcelona) o la atleta Aauri Lorena Bokesa, nacida en Madrid. Ambos con progenitores llegados de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española.

Solo por su color de piel o su apellido sufrían la duda sobre su ‘españolidad’ o directamente la negación de pertenencia al país donde había nacido. “He tenido épocas brutales en las que me costaba mucho sentirme española, porque mucha gente te ha hecho sentir que no eres español“, confiesa a Relevo la atleta Aauri Bokesa.

Con la llegada de cada vez más deportistas hijos de migrantes, esto solo ha hecho que incentivarse. “Antes decía que España no era un país racista, sino racista, pero ahora no puedo decir lo mismo“, afirma a Relevo la nueva campeona de Europa Ana Peleteiro tras sufrir un sinfín de insultos racistas al compartir un vídeo con la equipación de España en sus redes sociales. Y eso que la saltadora, a diferencia de lo que puede pasar con Nico, Lamine y tantos otros, cuenta con los apellidos gallegos Peleteiro y Brión. “Nunca me habían dicho nada por estar con la bandera de España porque tengo apellidos muy españoles y eso a la gente ya le agrada más; ya eres más pura, como dicen ellos”.

En cambio, por lo que todos los deportistas que visten los colores de los equipos españoles con otros apellidos o con piel negra pasan es por el examen de ‘españolidad’: “Cuando hago algo importante y salgo en el periódico, los comentarios son de si soy española o no. Para mí que pregunten: “¿De dónde es? Es que me has jodido”, cuenta Bokesa. “Digo: “Me cago en la puta, ¿qué quieres saber?”.

LAS CIFRAS ALREDEDOR DE LOS HIJOS DE LA INMIGRACIÓN

Si las estadísticas se cumplen, solo estamos en el inicio de este fenómeno. ¿Por qué? Por una cuestión de números y tiempos: el crecimiento del protagonismo de los hijos de la inmigración va a más y a la par del crecimiento de la inmigración a partir del final de la primera década del siglo. Esto es, los hijos de esos migrantes empiezan a llegar a la mayoría de edad y por lo tanto a las edades de categoría absoluta. Si dentro de las personas con nacionalidad española tenemos en cuenta que el porcentaje de extranjeros ha ido creciendo desde menos del 3% en 2010 hasta el 6% de 2022 [último dato oficial], sería normal que el porcentaje de deportistas con orígenes extranjeros también creciera con el paso de los años.

Hijos de la inmigración de las décadas de los 90 y los 2000, Williams, Yamal y Paralluelo son españoles de nacimiento. Sus padres y madres llegaron a España, se afincaron y ellos fueron formados al 100% en suelo español como deportistas.

Mucho más allá del fútbol

El fenóneno Lamine Yamal-Nico Williams no es algo casual ni una cuestión solo del fútbol. La gran mayoría de los deportes y selecciones españolas ya tiene entre sus estrellas y sobre todo, entre sus grandes promesas, a hijos de inmigrantes que tiran la puerta de la élite para representar a España a primer nivel. Por ejemplo, en baloncesto, Usman Garuba, hijo de inmigrantes llegados desde Benin, es un fijo en las listas de Scariolo. Y, entre los jóvenes que dominarán la pintura en poco tiempo, aparece la alicantina Awa Fam, de padres senegaleses, que ya ha estado a sus 18 años en la preparación de la selección femenina para los Juegos Olímpicos de París, y el que parece que será próximo español en el draft de la NBA, Izan Almansa, campeón mundial Sub-19 y MVP del torneo, hijo del también jugador estadounidense Steve Horton que se quedó a vivir en España.

En balonmano, el seleccionador femenino Ambros Martín cuenta en su columna vertebral de las Guerreras con tres jugadoras con raíces africanas, pero que se formaron desde cero en España: Kaba Gassama, hija de senegaleses que llegaron a Mataró; Lysa Tchapchet, nacida en la capital de Camerún pero aterrizada en España a los 4 años; y la joven MVP de la Liga Iberdrola Danila So Delgado, hija de padres provinientes de Guinea Bissau afincados en Zaragoza y que comenzó su aventura en el deporte en el BM Colores, un club creado para la integración de todas las culturas.

Pero seguramente, el deporte donde más se nota los efectos del ‘boom’ migratorio es el atletismo. Uno de cada cuatro deportistas que España envió al último Mundial al aire libre en Budapest tenía al menos un padre nacido o con orígenes recientes fuera de España, la cifra más alta de la historia. En los Juegos de París, un buen número de opciones de medalla seguirán también esta línea: El subcampeón europeo Mohamed Attaoui, hijo de marroquíes viviendo desde los seis años en Torrelavega (Cantabria) o Elvin Josué Canales, nacido en Honduras pero en Girona desde los tres años, son dos de las grandes sensaciones que han irrumpido con fuerza en el deporte nacional en los últimos meses y serán opción de podio olímpico.

El caso más mediático es el de la campeona de Europa de triple salto Ana Peleteiro, nacida en Ribeira (A Coruña) de madre española. “Mi padre imagino que será negro, porque si no este color no sé a qué se debe“, confesaba en Relevo hace unas semanas. También en el pasillo de saltos, junto al nacionalizado Jordan Díaz, estará su compañera de entrenamiento Fátima Diame, bronce en la longitud en el pasado Mundial bajo techo y nacida en Valencia en el seno de una familia de origen senegalés. En la lista de convocados del atletismo hay otros casos de distintas vías como el mediofondista Adel Mechaal [llegado a los dos años desde Marruecos], la velocista Jaël Sakura Bestué [nacida en Barcelona de padre ecuatoguineano] o el maratoniano Tariku Novales [adoptado en Etiopía por una familia gallega hace veinte años].

Los otros hijos de la inmigración

Aunque más lejos de sufrir racismo o estar en el centro de este tipo de debates al no tener orígenes africanos, otros deportes también cuentan con estrellas llegadas gracias a la inmigración y el mejor ejemplo lo veremos en los próximos Juegos Olímpicos: Por primera vez en la historia, un deportista nacido fuera de las fronteras españolas será el abanderado en la ceremonia inaugural con el palista Marcus Cooper Walz (Oxford, 1994), hijo de padre británico y madre alemana afincados en Mallorca. Casos parecidos serán el campeón del mundo de natación e hijo de madre brasileña Hugo González de Oliveira; los tenistas Alejandro Davidovich [hijo de padres rusos afincados en la costa malagueña] y Cristina Bucsa [de padres moldavos llegados a Cantabria]; y la gimnasta Polina Berezina, hija de rusos residentes en el sur de Alicante y que será representante española en la rítmica de París 2024.

Algunas de las opciones de medalla en la mayoría de las medallitis tradicionales de estos días son la regatista barcelonesa Nora Brugman, que comparte el 470 mixto e hija de padre estadounidense, o los judokas Niko Sherazadishvili, llegado desde Georgia a Brunete (Madrid) en plena adolescencia o Ai Tsunoda, hija de padre japonés y madre francesa afincados en Lleida.

Para poner en contexto y aclarar algunas voces que pueden surgir ante estas líneas, el fenómeno Lamine-Nico no tiene que ver con las nacionalizaciones de deportistas de élite que España lleva practicando varios lustros y que llevó a personas negras y de otras culturas del planeta a vestir la camiseta de España. En ese caso eran extranjeros, nacidos y formados fuera, que llegaban a España en su plenitud y recibían su pasaporte español para lograr resultados ‘seguros’. Es decir, nombres como Donato, Catanha y Marcos Senna en fútbol, Dujshebaev y Sterbik en balonmano, Orlando Ortega y Niurka Montalvo en atletismo, Iván Pérez en waterpolo o el reciente y último gran caso del baloncesto con Lorenzo Brown. Ahora, la gran mayoría de los apellidos de origen foráneo que lideran el deporte español ya pertenecen a personas que han nacido o llegado en plena niñez a España.



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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