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Fermín López y el poder de la paciencia – Relevo


Fermín López es una lección. En vez de un futbolista parece un personaje sacado de un cuento, de una moraleja que nos mira y nos cuestiona, llevándonos la contraria hasta en la frase más simple. Fermín nos ha enseñado que no hace falta ser el niño que brilla en cadetes o juveniles, que se puede salir del Barça por la puerta de atrás para coger impulso, que el fútbol es voluntad, dedicación y, claro, un talento que de ser real solo hará falta que llegue el físico. Y Fermín ha esperado. Y el fútbol le ha sonreído.

Es interesante hablar de Fermín López porque desmonta unos cuantos tópicos. En el fútbol base, nunca fue titular tras llegar como Infantil. Físicamente estaba dos o tres cuerpos por detrás de sus competidores y la gente hablaba de él con condescendencia, como si aquel cuerpito pequeño fuese a durar siempre y su fútbol, que era bonito e interesante, importase menos que un estado transitorio. De ahí que la dificultad (y el valor) no sea confiar en el jugador que existe cuando crece, sino en el que proyectas cuando ya ha crecido. Y Fermín López, a sus 20 años, es lo que lleva meses demostrando.

Ha habido poquísimos casos de una paciencia tan estoica como la suya. Nunca ha abrazado el ostracismo con rencor, sino como una parte inevitable de su fútbol más tierno. Siendo juvenil aceptó irse a Linares, a la durísima 1ª RFEF, en una señal de confianza ciega. Lo que suele significar un Adiós definitivo escondido en formato de cesión, de adiós en minúsculas, se ha transformado en un trampolín maravilloso: 12 goles le avalaban en Linares y Pedri le destacó por encima de cualquier otro joven esta pretemporada. A Xavi, que viene demandando un perfil de jugador dinámico, con personalidad y llegada, no ha dudado en otorgarle una fe que sólo el propio Fermín había mantenido.

Ante el Real Madrid, Xavi le dio entrada por Kessié y sus minutos, como ya lo fueron ante el Arsenal, evocaron algo muy nítido: no es tanto lo que hizo, sino lo que su juego insinúa que, con continuidad, puede hacer en la primera plantilla. Algo que debía hacer Pablo Torre y para lo que Franck Kessié nunca estuvo preparado. Finura para girarse y buen primer paso para acelerar, confianza en su golpeo y determinación para pisar zonas peligrosas y un trabajo incansable sin balón, como si cada jugada fuese algo personal, una forma de reivindicarse. Algo quema dentro de Fermín. Y ese fuego es su leit motiv.

Y aquí llegamos al poder tranquilo, y casi invencible, de la paciencia. Y de la unicidad. En el fútbol de poco vale trazar leyes que engloben realidades distintas, conformar frases definitivas para nombres propios. “Si sale no vuelve”, “¿cómo va a valer si se fue al Linares y no jugó nunca en juveniles”? Fermín desentierra los prejuicios porque su caso es atípico, porque demuestra que no hay nada tan potente como una fe firme pero con una buena dosis de realidad y que La Masia, aunque muchos la quieran silenciar, siempre dará jugadores que en momentos de duda se crean el espacio que se genera. El canterano que vale cuando escucha un silencio demasiado largo no calla; lo llena con su voz. Ya nadie olvidará la de Fermín. El reto será que no decaiga.


Albert
Blaya
es
el
analista
de
fútbol
nacional
e
internacional
en
Relevo.
Nacido
en
Manresa,
estudió
Periodismo
en
la
Universitat
Autònoma
de
Barcelona
y
es
un
apasionado
del
estudio
táctico



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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