¿Antisemitismo genocida en Estados Unidos?

Estoy seguro de que la mayoría de los lectores del Christian Post quedaron tan conmocionados como yo por las vergonzosas y horribles escenas de antisemitismo virulento y genocida que estallaron en los campus de las principales universidades estadounidenses. Hasta que no lo vi con mis propios ojos, no habría creído que escenas así pudieran aparecer en nuestro país. Claramente, estos no son los “mejores ángeles de nuestra naturaleza”.

Estas escenas de los últimos días evocan el virulento antisemitismo de la Alemania nazi de la década de 1930 y todos sabemos a dónde condujo eso en última instancia.

Estos brotes de violencia racista deberían servir de advertencia. Es evidente que el marxismo cultural se ha infiltrado profundamente en la estructura universitaria estadounidense, a nivel de profesores y administración. A demasiados estudiantes les han “lavado el cerebro” sobre Israel y los palestinos. A la mayoría de estos estudiantes nunca se les ha enseñado acerca de las ofertas de paz israelíes rechazadas por los palestinos en 1948, 1967 y, en última instancia, los Acuerdos de Camp David y Oslo.

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¿Por qué? La respuesta es simple. Los palestinos rechazaron la idea de un Estado judío. El canto de “una Palestina libre de judíos, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo” implica la muerte o el traslado forzoso de seis a siete millones de judíos. ¿Te suena familiar este número? Sí, ese es el número aproximado de judíos asesinados en el Holocausto.

La carta de Hamás pide la abolición de los judíos en Israel. Las encuestas muestran que al menos dos tercios de los palestinos apoyan a Hamás. Por cierto, Hamás y el Frente de Liberación de Palestina (OLP) son ambos cleptocracias, y algunos de sus líderes poseen hasta mil millones de dólares procedentes de fondos malversados ​​destinados a sus pueblos.

Pagan pensiones a las familias de los terroristas muertos en el ataque a los israelíes. Enseñan a sus hijos en la escuela que los judíos son monstruos y, en el proceso, convierten a sus jóvenes en réplicas de las tropas de asalto nazis.

Quieren que los jóvenes estadounidenses ignoren su historia, una historia que condena este terrible antisemitismo.

El primer presidente de los Estados Unidos, un año después de ser elegido presidente en 1789, visitó la sinagoga Touro en Newport, Rhode Island, en agosto de 1790. El director de la sinagoga, Moses Seixas, aprovechó la visita del presidente Washington para enviar una carta de saludo a el primer presidente de nuestro país. Expresó la estima de la congregación por el presidente y las libertades que ofrece la nueva nación. El director continuó diciendo:

Privados como hemos estado hasta ahora de los inestimables derechos de los ciudadanos libres, ahora, con un profundo sentimiento de gratitud hacia el Todopoderoso que dispone de todos los acontecimientos, contemplamos un gobierno, erigido por la Majestad del Pueblo, un gobierno que no da al fanatismo sanción, ninguna asistencia a la persecución – pero otorgando generosamente a todos la libertad de conciencia y las inmunidades de ciudadanía – considerando a todos, cualquiera que sea la nación, lengua o idioma, partes iguales de la gran máquina gubernamental: – Esta Unión Federal tan amplia y extensa cuya base es Filantropía, Confianza Mutua y Virtud Pública, no podemos dejar de reconocer que son obra del Gran Dios, que gobierna en los Ejércitos del Cielo y entre los Habitantes de la Tierra, haciendo todo lo que le parece bien.

Qué declaración de fe tan extraordinaria: una carta extraordinaria que produjo una respuesta notable e histórica del presidente Washington.

El primer presidente de nuestra nación escribió a la sinagoga y expresó su deseo: “Los hijos del linaje de Abraham que habitan en esta tierra seguirán mereciendo y disfrutando de la buena voluntad de los demás habitantes mientras todos se sentarán seguros bajo su mando. propia vid e higuera. No habrá nadie que los asuste”.

También dijo lo siguiente:

Los ciudadanos de los Estados Unidos de América tienen derecho a aplaudirse por haber dado a la humanidad ejemplos de una política amplia y liberal, una política digna de imitar. Todos tienen la misma libertad de conciencia e inmunidades ciudadanas. Ya no se habla de tolerancia como si fuera la indulgencia de una clase de personas para que otra disfrutara del ejercicio de sus derechos naturales inherentes, pues, afortunadamente, el Gobierno de los Estados Unidos, que no sanciona el fanatismo, persigue sin asistencia, sólo requiere que quienes viven bajo su protección se rebajen como buenos ciudadanos, brindándole su apoyo efectivo en todas las ocasiones.

La carta del presidente Washington fue escrita antes se ratificó la Primera Enmienda. El presidente Washington declaró que la libertad religiosa, no la mera tolerancia, es el estándar de la nación y, en un eco de Estados Unidos como “la ciudad en la colina”, declara que esta nueva libertad radical es una “política de justicia digna de imitación”. Como ocurre con muchas cosas, el presidente Washington “lo hizo bien” y “¡lo hizo bien!”.

Los marxistas culturales no quieren que conozcamos nuestra historia, porque la historia de una nación nos dice quiénes somos. Somos mejores que estas manifestaciones. Debemos enseñar a nuestros jóvenes nuestra historia. Que nunca olvidemos quiénes somos. Que sigamos siendo la “ciudad sobre una colina”.