Se estima que 1,6 millones de personas asistieron al espectáculo, lo que añadió unos 57 millones de dólares a la economía local.
RÍO DE JANEIRO, Brasil — Madonna dio un concierto gratuito en la playa de Copacabana el sábado por la noche, transformando la vasta extensión de arena de Río de Janeiro en una enorme pista de baile llena con una multitud de sus fans.
Fue el último show de The Celebration Tour, su primera retrospectiva, que comenzó en octubre en Londres.
La “Reina del Pop” inició el espectáculo con su éxito de 1998 “Nothing Really Matters”. Grandes vítores surgieron de la multitud agitada y apiñada contra las barreras. Otros celebraron fiestas en apartamentos y hoteles bien iluminados con vistas a la playa. Helicópteros y drones sobrevolaban la bahía, y lanchas rápidas y veleros anclados en la playa llenaban la bahía.
“Aquí estamos en el lugar más hermoso del mundo”, dijo Madonna, de 65 años, a la multitud. Destacando la vista del mar, las montañas y la estatua del Cristo Redentor que domina la ciudad, agregó: “Este lugar es mágico”.
Madonna interpretó sus éxitos clásicos, incluidos “Like A Virgin” y “Hung Up”. Para la introducción de “Like A Prayer”, su cabeza estaba completamente cubierta por una capa negra y un rosario en sus manos.
La estrella rindió un conmovedor homenaje a “todas las luces brillantes” perdidas a causa del SIDA mientras cantaba “Live to Tell”, con fotografías en blanco y negro de personas que murieron a causa de la enfermedad parpadeando detrás de ella.
Posteriormente, se le unieron en el escenario los artistas brasileños Anitta y Pabllo Vittar.
Rio pasó los últimos días preparándose para la presentación.
Se estima que 1,6 millones de personas asistieron al espectáculo, informó G1, citando a la agencia de turismo del Ayuntamiento de Río. Eso es más de 10 veces la asistencia récord de Madonna de 130.000 personas en el Parc des Sceaux, en París, en 1987. El sitio web oficial de Madonna anunció el espectáculo como el más grande. jamás en sus cuatro décadas de carrera.
En los últimos días, el revuelo era palpable. Fanáticos reunidos afuera de la imponente playa Hotel Copacabana, donde se aloja Madonna, con la esperanza de vislumbrar a la estrella del pop. Durante la prueba de sonido en el escenario instalado frente al hotel, bailaron en la arena.
El sábado al mediodía, los aficionados se agolparon frente al hotel. Un hombre de barba blanca portaba un cartel que decía: “Bienvenida Madonna, eres la mejor, te amo”.
Banderas con “Madonna” impresa sobre un fondo del icónico patrón ondulado en blanco y negro de la acera de Copacabana colgaban de los balcones. La zona estaba repleta de vendedores ambulantes y asistentes a conciertos vestidos con camisetas temáticas, sudando bajo el sol abrasador.
“Desde que Madonna llegó aquí, vengo todos los días con este traje para darle la bienvenida a mi ídolo, a mi diva, a mi reina del pop”, dijo Rosemary de Oliveira Bohrer, de 69 años, que vestía un sujetador cónico dorado y una gorra negra.
“Será un espectáculo inolvidable aquí en Copacabana”, dijo Oliveira Bohrer, un funcionario jubilado que vive en la región.
Se distribuyeron dieciocho torres de sonido por toda la playa para garantizar que todos los asistentes pudieran escuchar los éxitos. Su espectáculo de dos horas comenzó a las 22:37 hora local, con casi 50 minutos de retraso.
El Ayuntamiento elaboró un informe en abril estimando que el espectáculo inyectaría 293 millones de reales (57 millones de dólares) a la economía local. La capacidad hotelera debería alcanzar el 98% en Copacabana, según la asociación hotelera de Río. Fanáticos de todo Brasil e incluso de Argentina y Francia buscaron Airbnb para el fin de semana, dijo la plataforma en un comunicado. El aeropuerto internacional de Río planeó 170 vuelos adicionales entre el 1 y el 6 de mayo, desde 27 destinos, dijo el Ayuntamiento en un comunicado.
“Es una oportunidad única de ver a Madonna, quién sabe si alguna vez regresará”, dijo Alessandro Augusto, de 53 años, quien vino del estado de Ceará, aproximadamente a 2.500 kilómetros (1.555 millas) de Río.
“¡Bienvenida Reina!” lea los anuncios de Heineken repartidos por la ciudad, las letras encima de una imagen de una tapa de botella volteada que se asemeja a una corona.
Heineken no fue la única empresa que buscó sacar provecho de los disturbios. Bares y restaurantes prepararon cócteles “Like a Virgin”. Una tienda del céntrico barrio, famosa por vender disfraces de Carnaval, se ha reinventado por completo, llenando sus estanterías con disfraces, abanicos, riñoneras e incluso ropa interior con la temática de Madonna.
La organización del megaevento fue similar a la víspera de Año Nuevo, cuando millones de personas se reúnen en Copacabana para exhibir fuegos artificiales, dijeron autoridades locales. Este evento anual a menudo produce robos y asaltos generalizados, y existía cierta preocupación de que tales problemas pudieran ocurrir en el concierto de Madonna.
El plan de seguridad estatal de Río incluía la presencia de 3.200 militares y 1.500 policías civiles en estado de alerta. Antes del espectáculo, la Armada de Brasil inspeccionó los buques que deseaban posicionarse en el mar para presenciar el espectáculo.
En la playa de Copacabana se han celebrado anteriormente varios espectáculos importantes, incluido un espectáculo de Rod Stewart en la víspera de Año Nuevo de 1994 que atrajo a más de 4 millones de fanáticos y fue el mayor concierto de rock gratuito de la historia, según Guinness World Records. Muchos de estos espectadores también vinieron a ver el espectáculo de fuegos artificiales de Río, por lo que una comparación más adecuada podría ser con los Rolling Stones en 2006, cuando 1,2 millones de personas acudieron a la arena, según la Policía Militar de Río, informó el periódico Folha de São Paulo en el tiempo.
Ana Beatriz Soares, una fan que estuvo en Copacabana el sábado, dijo que Madonna dejó su huella a lo largo de décadas.
“Madonna tuvo que correr para que los artistas pop de hoy pudieran caminar. Por eso es importante, porque sirve de inspiración para las divas del pop de hoy”, dijo Soares.
“Y eso fue hace 40 años. No 40 días, 40 meses. Son 40 años”, dijo.
El videoperiodista de AP Douglas Engle contribuyó a este informe.
